Pof Francisco
Jueguen - “Un espejismo que hay que evitar”. Un grupo de 170 economistas de
diversas corrientes sintetizaron así su dura crítica a la estrategia de
dolarización que propone Javier Milei en caso de resultar elegido presidente en
los comicios de octubre. Economistas profesionales, profesores universitarios
(de aquí y del exterior) y algunos con reconocidas posturas políticas señalaron
que la propuesta de La Libertad Avanza “no es un sustituto adecuado de un firme
compromiso con el equilibrio de las cuentas públicas”, como lo demuestran las
experiencias de Ecuador y El Salvador, países que aplicaron la dolarización.
Al mismo tiempo,
alertaron que podría implicar un aumento “absurdo” de la deuda (por la carencia
de los dólares suficientes para respaldar los depósitos) y un riesgo de
“hiperinflación”. Tras la difusión del documento, Milei los acusó de
“fracasados” y de actuar con “deshonestidad intelectual”.
En un duro
documento, 170 economistas y profesores en universidades locales y del
extranjero –muchos de ellos reconocidos en la arena pública– cuestionaron el
plan de dolarización de Javier Milei, y alertaron por el aumento “absurdo” de
la deuda que implicaría y un posible “estallido” de hiperinflación. “Las
alquimias monetarias no son sustituto adecuado de un firme compromiso con el
equilibrio de las cuentas públicas”, advirtieron.
La carta alerta,
además, tomando los ejemplos de Ecuador y El Salvador, sobre la dificultad de
revertir la dolarización en el futuro. “La dolarización de la economía es un
espejismo que hay que evitar”, estimaron los especialistas.
La semana pasada,
Milei ratificó su plan de dolarización y dijo que se haría a precios de
mercado, pese a que sus colaboradores más cercanos, como Carlos Rodríguez,
Diana Mondino y Darío Epstein, mostraron cuáles son las dificultades de llevar
a cabo ese plan inmediatamente. Juan Nápoli, candidato a senador de La Libertad
Avanza, también releyó el plan del libertario de “incendiar” el Banco Central
(BCRA) y habló de eliminar su función de política monetaria.
“Nuestro país se
encuentra, una vez más, atravesando una difícil encrucijada: un estancamiento
que lleva ya más de una década –que es, en realidad, una fuerte caída del
ingreso por habitante– y un cuadro de crecientes desequilibrios macroeconómicos
y descontrol inflacionario, con registros que ya se ubican en los dos dígitos
mensuales”, comienza la carta firmada por los economistas. “La inestabilidad y
la falta de crecimiento están en la base de la veloz expansión de la pobreza y
de la desigualdad que afectan a nuestra sociedad”, estimó.
Luego afirma que el
principal desafío de la próxima administración será estabilizar la economía
como una condición necesaria para recuperar el crecimiento. Y recuerda que, en
el marco de las propuestas de campaña presentadas por los diferentes candidatos
a la presidencia, se empezó a considerar en la discusión pública “la
posibilidad de que la Argentina cierre su Banco Central y adopte el dólar
estadounidense como única moneda de curso legal”.
“Quienes firmamos
este documento (...) consideramos que un intento de dolarización formal sería
una desacertada iniciativa de política para hacer frente a los complejos
desafíos con que debe lidiar la economía argentina. Aunque la promesa de contar
con una moneda estable ha generado seguramente la esperanza de amplios sectores
de la población castigados por la continua erosión del poder adquisitivo de sus
ingresos, la experiencia internacional y la propia situación de nuestra
economía indican que la propuesta en cuestión está lejos de ser una panacea y
que, por el contrario, podría generar múltiples dificultades para nuestro
desempeño inmediato y futuro”, advirtieron.
Los economistas
marcan un primer obstáculo clave: “Carecemos de los dólares necesarios para
rescatar la base monetaria y ofrecer un respaldo razonable a los depósitos
bancarios”. Luego aclaran: “Las propuestas existentes para reparar esta escasez
de divisas suponen incrementos absurdos de la deuda pública que comprometerían
aún más la percepción de insostenibilidad de las finanzas gubernamentales. La
única alternativa, entonces, sería dolarizar a un tipo de cambio tan elevado
que provocaría una espiralización adicional de la inflación como consecuencia
del colapso de la demanda real de dinero que presumiblemente gatillaría el solo
anuncio de avanzar en esa dirección. Provocar un estallido( hiper)
inflacionario no parece un comienzo muy auspicioso para ‘estabilizar’ la
economía”.
Pero además
explicaron que, aun en “régimen” y luego de pagados estos innecesarios y
enormes costos iniciales, el funcionamiento del esquema de dolarización “es
enteramente inapropiado para las características de una economía compleja y muy
poco correlacionada con el ciclo macroeconómico estadounidense como la
argentina”.
“Aunque la
credibilidad brindada por el ancla monetaria podría provocar una eventual
convergencia en algún momento a los registros inflacionarios de EE.UU., el
funcionamiento macroeconómico estaría plagado de rigideces y dificultades. Con
escasa flexibilidad nominal, inexistente integración con los mercados de
factores del emisor de la moneda y ausencia de transferencias fiscales
compensatorias, la ocurrencia de shocks externos adversos nos sometería a
recurrentes períodos recesivos y de elevado desempleo con vistas a recuperar
competitividad externa, tal como ocurrió en el final del régimen de
convertibilidad y como muestra la evidencia de los países de la región que han
dolarizado recientemente”, dijeron.
Además, indicaron
que más lejos en el tiempo una de las mayores falencias de los esquemas de
patrón oro era su rigidez para lidiar con la fase descendente del ciclo,
provocando una dolorosa contracción deflacionaria.
“Del lado fiscal,
debe sumarse el hecho de que las alquimias monetarias no son sustituto adecuado
de un firme compromiso con el equilibrio intertemporal de las cuentas
públicas”, indicaron en un reparo similar al que el Fondo Monetario
Internacional (FMI) dejó entrever durante la última semana en una entrevista
con el diario español El País.
“En efecto, el
esquema se basa en la fantasía de que –eliminada la posibilidad del
financiamiento monetarioel Gobierno estará obligado a equilibrar inmediatamente
su presupuesto, algo que también desmienten nuestra propia experiencia pasada
y, por ejemplo, el caso de Ecuador, que ha experimentado ya un par de episodios
de default desde que adoptó el dólar como moneda. Otro tanto ocurre en el caso
de El Salvador, una economía pequeña y en principio más asociada al ciclo
norteamericano, pero que, sin embargo, exhibe recurrentes problemas fiscales,
una deuda con una trayectoria insostenible y que, en un contexto de irresuelta
fragilidad, ha reformado recientemente su sistema de pensiones a cambio de
financiamiento de corto plazo, comprometiendo su sustentabilidad
intertemporal”, ejemplificaron.
“Por último, aunque
no menos importante, cabe considerar que la dolarización formal de una economía
es muy difícilmente reversible por sus elevados costos de salida”, advirtieron
los especialistas, que opinaron que el “chaleco de fuerza” de la dolarización
termina siendo una debilidad y anticiparon la “proliferación de cuasimonedas”.
“Con dificultades
prácticamente insalvables para ingresar en las actuales circunstancias (no hay
reservas de divisas), sin cláusulas de escape no disruptivas, un desempeño
tortuoso ‘bajo régimen’ y sin atacar de manera directa el principal problema
que está detrás de nuestra exacerbada inestabilidad macroeconómica (el
desequilibrio fiscal), la dolarización de la economía es un espejismo que hay
que evitar”, cuestionaron los economistas.
Y concluyeron:
“Hemos llegado hasta aquí por desatender equilibrios macroeconómicos básicos,
despilfarrando alegremente bonanzas de términos de intercambio y condiciones
favorables del financiamiento externo. Nada nos distingue esencialmente de
otros países de la región que en las últimas décadas han recuperado grados de
libertad en el manejo monetario a partir de un creciente compromiso con la
disciplina fiscal y el logro de la estabilidad macro/financiera, en el marco de
una economía crecientemente integrada a los mercados internacionales. No
permitamos que, por miopía y desesperación, la difícil situación en que nos
encontramos nos lleve a tomar un falso atajo que solo nos conduzca a una nueva
y más dramática frustración”. • |