Por Jorge Herrera - Sea quien sea el que triunfe en las elecciones presidenciales, entre todas las herencias buenas y malas, recibirá una no
menos relevante de las siempre nombradas en el debate político, y se trata de la deuda comercial con los proveedores extranjeros
que, mes a mes, escala como si fuera pariente de las Leliq.
El tema es tan
relevante que el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) lo analizó en un
apartado del último Staff Report vinculado con la 5° y 6° revisión del acuerdo
ampliado vigente (EEF) con Argentina. Según el FMI, el stock de financiamiento
de importaciones alcanzó un máximo histórico de 38.000 millones de dólares al
mes pasado.
“Esto representa
alrededor del 60% de las importaciones totales, en comparación con un promedio
histórico del 39%”, destaca el Fondo. Claro que detrás de este número hay una
especie de combo entre la financiación comercial normal y las restricciones al
acceso de divisas para importar, es decir, lo que dejó importar el Gobierno
pero no dejó pagarlo.
O sea, “siempre hay
una deuda comercial flotante que no se paga, por eso lo importante es el
incremento del stock que se registra en el último año que es del orden de los
16.000 a 18.000 millones de dólares, explica el economista Fernando Marengo.
“Para que quede
claro, esto no implica que si levantan el cepo al otro día haya que pagar
38.000 millones de dólares de importaciones, sino lo que se pensaría es que lo
que hay que pagar sería el incremento de los últimos dos años, que es lo que
está pisando el Gobierno”,
agrega el economista jefe del Estudio Arriazu.
Lo cierto es que
será otra fuente de presión sobre el mercado de cambios para el próximo
gobierno, ya que se trata de una demanda de divisas reprimida.
El Balance
Cambiario del Banco Central (BCRA) de julio volvió a mostrar otro escalón en el
stock de deuda con los importadores, en torno de los 2.130 millones de
dólares, debido a que las
importaciones devengadas (según datos del INdEC) fueron de 6.709 millones de
dólares mientras que los datos del BCRA dan cuenta que los pagos por
importaciones sumaron 4.579 millones de dólares.
Vale señalar que
las estimaciones privadas difieren según el cálculo que se tome ya que la
información del INdEC es base CIF (costo y flete) mientras que las del BCRA no.
Pero al fin de cuentas las discrepancias no superan un 3% a 5%. Lo importante
es que el dato de julio es inquietante ya que es el mayor aumento mensual en
años con cepo y restricciones cambiarias.
En lo que va del
2023, la deuda comercial que se venía pisando y acumulando por importaciones
rondaba entre los 700 y 1.400 millones de dólares mensuales. El promedio del
primer semestre era inferior a los 1.100 millones de dólares, aproximadamente
representaba un 17% de las importaciones totales. Pero en julio saltó a más de
2.000 millones de dólares, representando un 32% del total de embarques
despachados a plaza.
El Fondo explica
que “desde junio del 2022 las importaciones mensuales promediaron u$s6.600
millones, pero los pagos mensuales u$s5.400 millones. Luego al aumentar el
plazo promedio de financiamiento requerido a 90 días, la deuda a corto plazo de
los importadores creció en alrededor de u$s16.000 millones entre fines de 2021
y julio de 2023”.
Ahora bien, nada
más alejado de la realidad que el Gobierno no deja importar y por eso faltan
insumos y bienes importados. Los números son elocuentes, en los primeros siete
meses se importaron casi 44.500 millones de dólares, como si no hubiera crisis
de reservas.
Lo que ocurre es
que lo que se importa es totalmente discrecional en pos de mantener el nivel de
actividad industrial, y por eso las quejas sectoriales como la de la salud y
otros. Era obvio el ajuste del
sector externo por el impacto de la sequía pero poco digerible la receta del
FMI en año electoral. |