Por José
Calero - El clima no era de euforia en la delegación argentina que acompañó
a Sergio Massa a Washington para aguardar la
aprobación de nuevas metas con el FMI y la liberación de u$s7.500
millones que permitieron elevar temporalmente las reservas brutas a la zona de
los u$s29.000 millones.
Ni de euforia, ni
de mucho menos. Es que antes de las primarias del fatídico 13 de agosto, el
ministro candidato imaginaba obtener un segundo lugar, no muy detrás
de Patricia Bullrich, y buscar el 22 de octubre llegar a un balotaje con
Juntos por el Cambio, en el cual se imaginaba ganando en noviembre, aunque sea
por escaso margen.
"A mí no me va
a pasar lo mismo que a Daniel Scioli", les decía a sus allegados un Massa
que se mostraba exultante, incluso bromeando tras quedarse encerrado en un
ascensor y comentar jocoso: "Otro quilombo para arreglar".
El clima humorístico
se modificó en forma radical cuando Javier Milei, el libertario que todos
los encuestadores ubicaban tercero y casi fuera de la conversación
electoral, sorprendió en las elecciones de la mano de un voto
hartazgo que lo llevó mucho más lejos de lo esperado.
La elección se
convirtió en el peor de los mundos para el massismo -también perdió en su
otrora bastión Tigre-, ya que el optimismo y la esperanza que
buscaba transmitir el Massa candidato, era neutralizado por los sinsabores que
debía asumir el Massa ministro.
Qué puede esperarse
ahora de la estrategia electoral de un candidato que llegará a septiembre con
una pobreza superior al 40%, una economía con el freno de mano puesto y una
inflación de dos dígitos en agosto.
Cómo hará el
postulante oficialista para convencer a los electores de que lo que no pudo
hacer en más de un año al frente del gobierno, podrá hacerlo sentado en el
sillón de Rivadavia. ¿Por qué no lo hace ahora?, es la respuesta visceral que
le plantea la calle, mientras Cristina Kirchner y Alberto Fernández se
ocultan para no flagelarse más todavía. Ella ante las malas noticias que a
diario le devuelven las causas judiciales que la atormentan. Él porque creyó
tocar el cielo con las manos cuando en el fragor de la pandemia le decían "profesor"
mientras repetía la pregunta "se entiende" a un alumnado imaginario,
desde las pantallas en las que anunciaba una cuarentena eterna, pero luego
desbarrancó a todo vapor mientras todos los resortes de decisión se le
escurrían de las manos.
En ese escenario
patas para arriba, Massa se consuela porque dice haber dado vuelta una
página clave con el FMI, convencido de que hasta noviembre no habrá más
noticias sobre el organismo que constituye el calvario de la Argentina.
Las medidas que vienen
Tras la renegociación
de las metas, Massa anunciará este viernes un paquete de medidas
destinadas a sostener el consumo, muy golpeado por la inflación. El objetivo
será compensar en parte el impacto de la devaluación sobre los precios.
Será un nuevo plan
"Platita" que incluirá un bono a jubilados y pensionados; una suma
fija para trabajadores en relación de dependencia, incluidos los estatales que
suman casi 4 millones en todo el país; y el aumento de planes sociales como la
asignación por hijo, el Potenciar Trabajo y la tarjeta Alimentar.
"El viernes
vamos a estar tomando todas las medidas que van a permitir que ese
sufrimiento, esa frustración que sienten muchos argentinos, se vea
compensada en decisiones que tienen que ver con recuperar poder de compra
en salarios, en jubilaciones, con mejorar la competitividad a partir de mejoras
impositivas para nuestras pymes, con sostener los niveles de
exportaciones", dijo Massa desde Washington.
Esas medidas se
sumarán al anuncio ya realizado de que habrá una compensación de hasta 7
millones de pesos para aquellos comercios afectados por los saqueos en la
provincia de Buenos Aires, Río Negro, Córdoba y Mendoza. Nada dijo, porque en
realidad trascendió luego de sus palabras, sobre los ataques que se están
produciendo a camiones en las rutas para robarles mercadería.
Los cálculos de
Massa cambian a diario, en la medida que la realidad le devuelve un cachetazo
distinto, pero todo indica que no habrá tanta preocupación por el déficit
fiscal en los meses que vienen. El rojo en las cuentas públicas creció fuerte
en julio, de la mano de la pérdida de ingresos por unos $900.000 millones en
concepto de retenciones, ante el impacto de la sequía sobre la producción
agropecuaria.
A Brasil en busca de más apoyo
El lunes, el
ministro de Economía prevé viajar a Brasilia, para poner en marcha un mecanismo
por el cual el gobierno de Lula Da Silva brindará apoyo para el financiamiento
de importaciones que haga la Argentina.
Según Massa, esto
permitirá "aliviar aún más el procedimiento de utilización de las reservas
en un momento en el que tenemos que cuidarlas".
El ministro de
Economía brasileño, Fernando Haddad, envió una propuesta para que la
Argentina pague las exportaciones que recibe de Brasil en yuanes, es decir
en remimbies, que es la moneda china. La operación ronda los u$s140 millones.
No es un gran volumen, pero todo suma a la hora de evitar que sigan saliendo
dólares del Banco Central. El acuerdo se aplicará en principio a
autopartes y otros bienes industriales y automotrices provenientes de Brasil.
El embajador Daniel
Scioli participó de la elaboración de ese plan, junto con el jefe de asesores
de Economía, Leonardo Madcur, y Marco Lavagna, el jefe del INDEC que está
también a cargo de las Relaciones Financieras Internacionales. Todos estuvieron
en un encuentro virtual con Mauro
Lula está
convencido de que a su gobierno le conviene que el peronismo continúe
gobernando la Argentina, y que no haya un viraje a la derecha en el país. Por
eso, quiere apuntalar el comercio exterior con su principal socio en el
Mercosur. La jugada apunta a darle apoyo a los exportadores de su país que van
perdiendo mercados en Argentina, que no tiene dólares, y que también perdieron
mercados frente a China, que ya tiene su propio acuerdo de comercio en yuanes con
la Argentina. La operación implicará la conversión directa del yuan en
real por parte del Banco do Brasil en Londres, lo que traerá -se espera- más
alivio a la Argentina.
En términos
geopolíticos, Lula -quien rechaza la propuesta de dolarización que hace Milei-
busca demostrar con hechos su intención de evitar que la
"ultraderecha" se imponga en las elecciones de octubre. Al presidente
brasileño le genera urticaria la buena relación existente entre el bolsonarismo
y el líder libertario argentino.
Argentina es el
tercer socio comercial para Brasil, luego de China y Estados Unidos.
Pero es el principal comprador de productos industrializados, que es donde
están teniendo problemas por la falta de divisa extranjera.
Así, la Argentina
podrá jactarse de haber recibido un socorro récord de países en lo que va del
año, mientras la inflación se encamina a los tres dígitos, algo que no ocurría
desde hace 21 años. |