Por Sofía Diamante
- Cuando los libros de historia económica describan la devaluación del peso que
aplicó el Gobierno la semana pasada, seguramente se cuente como una medida
llena de errores, que derivó automáticamente en más inflación, sin lograr
ningún beneficio asociado, al menos en el corto plazo.
Antes de las
elecciones primarias (PASO), los economistas técnicos del Banco Central estaban
trabajando en distintos escenarios para aplicar la devaluación que exigía el
Fondo Monetario Internacional (FMI), luego de que el Gobierno se quedara sin
reservas, en un contexto de atraso del tipo de cambio y caída en las
exportaciones condicionada por la sequía. Sin embargo, el salto cambiario
convalidado de 22% retroalimentó el nerviosismo financiero que se desató por el
triunfo imprevisto del candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei.
La devaluación se
concretó sin un plan económico, sin anunciar un sendero de ajuste fiscal y sin
haber realizado una conferencia de prensa explicativa del Gobierno. El ministro
de Economía, Sergio Massa, recién habló el miércoles por la noche en una
entrevista televisiva. Su equipo económico había improvisado el martes anterior
una conferencia en la que aseguraba que los nuevos acuerdos de precios con
empresas de consumo masivo iban a hacer retrotraer los aumentos aplicados.
Durante ese día, todas las marcas de estaciones de servicio, excepto YPF, ya
habían aplicado una suba de precios promedio de 12,5%, que luego convalidó la
Secretaría de Energía. También habían ajustado al alza los precios de alimentos
y artículos tecnológicos, entre otros rubros.
“El salto discreto
del tipo de cambio oficial no derivó en una ganancia de competitividad para las
exportaciones, ni en una reducción en la demanda por importaciones, ni en un
achicamiento de la brecha cambiaria, sino en una fuerte aceleración de la
carrera nominal. Tanto los dólares financieros como una gran cantidad de
precios de la economía tuvieron ajustes prácticamente inmediatos en la misma
magnitud que el salto del dólar oficial”, dijo la consultora Anker, que dirige
el exsecretario de Finanzas Luis Caputo.
Massa anticipó que
luego de la devaluación el tipo de cambio oficial mayorista se iba a mantener
fijo en $350 hasta octubre. Sin embargo, dada la aceleración inflacionaria que
se desató, la mejora en competitividad del tipo de cambio real se diluiría muy
rápidamente. Las consultoras económicas proyectan una inflación mensual entre
agosto y septiembre no inferior a 12%, lo que derivará en una inflación
acumulada en esos dos meses de 25%.
“La estrategia del
Banco Central de anticipar la devaluación de los próximos 60 días hace que la
inflación se ubique un escalón más arriba. En un contexto de incertidumbre
política y poca credibilidad en la conducción actual, el congelamiento de
precios y la utilización del tipo de cambio oficial como ancla nominal no son suficientes”,
dijo la consultora Econviews, que fundó el exsecretario de Finanzas Miguel
Kiguel.
En este sentido,
los analistas económicos estiman que, de mantenerse fijo el dólar oficial, el
Gobierno llegará a octubre con los mismos problemas de atraso cambiario, pero
con mayor inflación. “Sin un plan económico detrás y con pérdida de caudal
electoral del oficialismo, el salto del tipo de cambio oficial terminó
convirtiéndose en un acelerador de las variables nominales. En caso de que el
dólar oficial se mantenga en $350 hasta octubre, el tipo de cambio real se
ubicaría en los mismos niveles que en la previa de las primarias, pero con una
inflación mensual superando el dígito”, dijo Equilibra, la firma liderada por
Martín Rapetti y Diego Bossio.
En comparación con
el escenario post-PASO de 2019, cuando el entonces gobierno de Mauricio Macri
dejó subir el tipo de cambio oficial 22%, el traslado a precios fue menor
porque las ventas de dólares del Banco Central retiraban pesos de circulación.
En ese entonces, la entidad monetaria contaba con reservas netas de US$18.000
millones, recuerda la consultora Anker. “En parte, por eso el traslado a
precios fue muy acotado en esa ocasión: mientras el tipo de cambio oficial
(promedio mensual) subió 37,5% acumulado en agosto, septiembre y octubre, la
inflación en el período fue de 13,7%”, dijeron.
“En esta
oportunidad, la caída en la demanda de pesos se traduce sobre todo en un
aumento en el consumo de bienes, que convalidan el traslado a precios del
incremento de costos. Esta dinámica modera el deterioro en el nivel de
actividad económica, a costa de acelerar la carrera nominal”, agregaron en
Anker.
En su último
informe, la consultora 1816 dijo que el tipo de cambio paralelo en términos
reales alcanzó la semana pasada niveles solo superados en la gestión de Alberto
Fernández en la crisis de octubre 2020, en plena pan de mi a, cuando llegó a
$840, aprecio sd eh oy.“Mirandol aserie de tipo de cambio real bilateral con
Estados Unidos desde 1960, las cosas se ven aún peor: el peso solo estuvo más
débil que hoy en el Rodrigazo (1975), en la crisis de 1982 y en la
hiperinflación de Alfonsín”, dijeron.
Uno de los
objetivos de la devaluación era achicar la brecha cambiaria entre el tipo de
cambio oficial y los paralelos. Sin embargo, el ner- viosismo desatado el lunes
generó lo contrario. “A pesar de la devaluación del tipo de cambio oficial, la
brecha cambiaria retornó a su nivel pre-PASO en solo dos ruedas, e incluso lo
superó. El spread entre el dólar informal y el dólar MEP es el mayor desde el
overshooting del tercer trimestre de 2020. La cotización con la que cerró el
dólar informal el jueves para la venta ($760) superó al de julio 2022 con la
‘crisis de los tres ministros’ ($707, a precios de hoy), pero aún se ubica por
debajo de octubre 2020”, afirmaron en Equilibra.
El economista
Fernando Marull opinó que quedó inaugurado el “plan octubre”, que consiste en
cumplir la promesa de congelar el dólar oficial en $350 hasta al menos las
elecciones del 22 de octubre. “Ahora el mercado se pregunta de nuevo si este
‘plan octubre’ llega o hay otro salto cambiario. Creemos que llega. Otro salto
cambiario es otro salto al vacío del Gobierno y de la Argentina”, dijo.
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