Por Miguel Kiguel -
En un nuevo capítulo de la larga saga del programa con el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Gobierno anunció una devaluación del 20% y una suba de
tasas de interés de 21 puntos porcentuales que las lleva al 118% anual. No es
casual que se haya postergado el anuncio hasta después de las PASO y que el FMI
haya sacado un comunicado casi en forma simultánea respaldando las medidas. Con
esto parece destrabarse el desembolso del Fondo para recomponer reservas y
pagar los préstamos puente a Qatar y la CAF,
El tipo de cambio y
la escasez de reservas han sido el tema más espinoso en la negociación con el
FMI desde hace tiempo. Se sabe que en circunstancias como las que vive la
Argentina el Fondo propone siempre ajuste fiscal y devaluación. Los comunicados
del FMI desde hace un tiempo vienen proponiendo una armonización del régimen
cambiario, que en lenguaje llano quería decir devaluación a secas o en forma
encubierta para terminar con la sangría de reservas.
El impuesto a las
importaciones de 7,5% o de 25% fue una primera solución de compromiso, que
permitió “devaluar” sin tocar el tipo de cambio. A eso le siguió la aceleración
del ritmo de depreciación del peso, que en las últimas semanas aumentó del 7 al
12 por ciento. Otra concesión al FMI.
Pero finalmente vino
una devaluación del 20%, aunque nuevamente el anuncio es engañoso, ya que es
menos de lo que se ve a primera vista. Un 20% de devaluación suena a mucho,
pero en la realidad no es tanto porque la intención es planchar el dólar
oficial hasta las elecciones del 22 de octubre. En otras palabras, lo que se
quiere hacer es solo anticipar la devaluación de los próximos 60 días y que el
tipo de cambio actúe como ancla nominal durante ese período para evitar que la
inflación se desboque antes de las elecciones.
Por supuesto que el
plan puede fallar, especialmente si el traspaso de tipo de cambio a precios es
importante y la inflación no cede. Ese riesgo existe, porque en agosto y
septiembre van a influir la devaluación más la suba de impuestos, con lo cual
lo más probable es que llegue o bordee los dos dígitos. Con esos aumentos de
precios el tipo de cambio nuevamente estará atrasado en octubre. Pero el “siga,
siga y después veremos” es la estrategia preferida del Gobierno.
Ante tanta
incertidumbre, el anuncio de fijar el tipo de cambio hasta las elecciones
podría haber traído tranquilidad. Pero la falta de dólares y las dificultades
que viene mostrando el Banco Central para paliar la sangría generan más dudas
que certezas.
También genera
dudas la escalada del dólar paralelo. El domingo a la noche el dólar cripto ya
se había escapado a $680, lo que se atribuía a los efectos que podrían generar
las políticas de Milei.
Puede sonar raro
que el mercado esté preocupado por una potencial victoria de un libertario que
propone desregulación y competencia en los mercados o apertura económica. Pero
lo que preocupa más que nada es su intención de dolarizar la economía, algo
ilusorio para un Banco Central que en lugar de reservas está lleno de deudas, a
lo que se le agrega escepticismo respecto de la gobernabilidad, con minorías
extremas en ambas cámaras. Ni hablar de la falta de un equipo económico.
La saga del dólar
tendrá nuevos capítulos gane quien gane las elecciones. La devaluación del 20%
es un bálsamo temporario y no una solución de fondo para recuperar reservas
internacionales y competitividad. Lo que se hizo es simplemente efectuar una
devaluación para ganar tiempo, conseguir que el FMI desembolse
Lo que se quiere es
un ancla nominal para evitar que la inflación se desboque antes de las
elecciones
Las dificultades
del Banco Central para paliar la sangría de dólares generan más dudas que
certezas
Para el 22 de
octubre el tipo de cambio va a estar nuevamente atrasado y el FMI volverá a la
carga
US$7500 millones y
que mantenga el programa con la Argentina. Para el 22 de octubre el tipo de
cambio va a estar nuevamente atrasado y el FMI volverá a la carga diciendo que
hay que armonizar el régimen cambiario.
Lo que la Argentina
necesita es un programa integral que ataque la inflación, el tipo de cambio, la
falta de reservas internacionales, el déficit fiscal, el pago de la deuda, la
pobreza y el crecimiento. Eso requiere de un buen diagnóstico, de capacidad
técnica y de un gobierno que tenga la capacidad política de implementarlo y
sostener el programa.
Si lo que se elige
es seguir sacando conejos de la galera para aguantar o creer ciegamente en
ilusionistas carismáticas no podremos cumplir la profecía duhaldista de que
somos un país “condenado” al éxito.
|