Por Claudio
Jacquelin - Las elecciones presidenciales de octubre se ven hoy bastante más
lejos que ayer y no más cerca, contra lo que dice el calendario. La sorpresiva
elección realizada por Javier Milei, que lo consagró como el candidato
individual más votado y a La Libertad Avanza como el espacio más elegido, solo
aumentó exponencialmente la incertidumbre y la imprevisión con las que ya se
había llegado a la primera etapa del proceso electoral de este año. Todo debe
ser revisado y toda la dirigencia está recalculando. Tal vez, también el
electorado.
El cambio radical
del mapa electoral que inicialmente dejan estas primarias tendrá efecto
inmediato tanto en lo político como en lo económico-financiero. Hoy mismo. Que
las PASO no hayan despejado las incógnitas sobre el futuro político del país, a
partir del próximo 10 de diciembre, promete operar como un acelerador de la
fragilidad y un nuevo factor de inestabilidad. Como señaló un agudo consultor
del oficialismo, “que se vayan todos encontró cara, nombre y apellido en
Milei”. El tsunami llegó. Hay que ver qué queda cuando baje la marea.
Las primarias no
operaron como una primera vuelta, por lo que resulta más difícil que ayer
pronosticar quiénes se enfrentarán en un ballottage el 19 de noviembre, si,
como se prevé, nadie supera el 45% o nadie logra más de 40% sin sacar una
diferencia de más de 10 puntos el 22 de octubre. La torta electoral repartida en
tres tercios (o cuatro cuartos, si se cuenta la abstención) hace que la segunda
vuelta emerja como una semicerteza. Aunque todo es provisional.
Si para Juntos por
el Cambio lo ocurrido ayer es un golpe impensado y demasiado duro, para el
Gobierno es también una noticia inquietante. Especialmente, para el
ministro-candidato Sergio Massa, que no pudo ser el postulante individual más
votado como se ilusionaba. Y no tanto por el resultado global, que dejó a Unión
por la Patria aún en carrera para afrontar la primera vuelta. A pesar del más
que fallido gobierno de Alberto Fernández, quien termina escondido por los
propios, como nunca había ocurrido antes con un presidente democrático.
Los problemas para
el oficialismo, como responsable de la cosa pública, llegan antes.
Las prevenciones
que expresaban muchos economistas e inversores sobre una performance exitosa
del candidato de LLA y una falta de claridad mayor sobre el futuro político
adquieren ahora más relevancia.
Los fantasmas de
las PASO 2019, cuando las aspiraciones de reelección de Mauricio Macri se
hicieron añicos, y lo ocurrido en los mercados el día después son un recuerdo
que se vuelve presente. Toda una curiosidad. A diferencia de lo sucedido hace
cuatro años, quien sale victorioso de estas PASO no es un postulante poco
amigable para el mercado. Todo lo contrario. Además, los candidatos que fueron
consagrados en las dos coaliciones mayoritarias expresan una adhesión absoluta
al capitalismo y, en el caso de JxC, un rechazo absoluto al populismo, encarnado
por Patricia Bullrich, que derrotó al dialoguista Horacio Rodríguez Larreta.
Lo que prima son un
horizonte de inestabilidad política y los desafíos para la gobernabilidad que
pueden abrirse.
Los resultados
reafirman, además, que lo de Milei es un fenómeno personalísimo, que no encarnó
ninguno de los postulantes libertarios en las elecciones provinciales
adelantadas y tampoco ayer en la ciudad de Buenos Aires, sin que eso afectara
en nada la potencialidad del candidato a presidente en todo el país.
Milei es el
catalizador de un estado de ánimo colectivo, dominado por el enojo, el hartazgo
y la fatiga con la dirigencia política que ha gobernado en las dos primeras
décadas del siglo XXI, con el estado actual de cosas y, sobre todo, con los
padecimientos sufridos en la nueva década perdida del país.
Milei, más que
haberle hablado y convencido a un tercio de los votantes, parece haber gritado
por muchos de esos indignados a los que convocó no tanto por su dogmatismo
ideológico como por ser la herramienta que encontraron para golpear a las dos
coaliciones que en los últimos 12 años se alternaron en el gobierno, sin
mejorar la situación socioeconómica de la sociedad al final de sus mandatos,
sino habiéndola empeorado.
Nadie previó que
LLA llegara a imponerse como fuerza política, aunque en los últimos días varios
encuestadores advertían que estaba dándole un envión al libertario el mal
estado de ánimo colectivo, acicateado por los episodios de inseguridad
violenta, que encontraron su cima con el horrendo asesinato de Morena Domínguez
en Lanús.
Cuando pasen la
sorpresa y el impacto inmediato que esa sorpresa tendrá en el escenario
político y en las variables económico-financieras, empezará a poder evaluarse
cuán consistente es este escenario que acaba de abrirse. La pregunta inicial
más relevante es si Milei capitalizará este triunfo para sumar más votantes o
si este resultado hará revisar su acción a muchos de los que lo eligieron como
instrumento de castigo antes que por adhesión a su figura y su proyecto. La
respuesta que tenga ese interrogante determinará si este panorama es
circunstancial o si se consolida un nuevo mapa político.
Por eso, las dudas
cruciales de cara al futuro radican en tres factores que rodean al candidato
libertario. En primer lugar, asoma la pregunta respecto de la estabilidad
emocional del candidato, que a lo largo de la campaña ha profundizado muchas
dudas. El discurso que dio en la noche del triunfo no despeja las incógnitas, a
pesar del esfuerzo por mostrar racionalidad y mesura.
En segundo término
aparece el escaso calado de la estructura política de LLA, que tendría una
importancia capital en caso de llegar Milei a la presidencia. Hasta ayer algo
impensable, pero que ahora no puede considerarse improbable. La radicalidad de
la transformación que postula requiere de un sustento político que no tiene y
de un soporte parlamentario que no tendrá por mejor elección que haga en
octubre. El sometimiento de la política al dogma económico es un objetivo de
cumplimiento más que difícil.
Así, en tercer
lugar, surge la incógnita sobre la actitud del 60% del electorado que no votó a
Milei y, sobre todo, de la dirigencia de las fuerzas que representan a esos dos
tercios de la ciudadanía frente a las propuestas de liberalismo extremo, que tendrá
efectos para amplios sectores de la población y sobre todo para algunos
factores de poder.
El triunfo de
Bullrich en la interna de JxC sobre Rodríguez Larreta (el gran derrotado de la
jornada) podría ser un dique para el crecimiento de Milei o un destino para
algunos de los que lo votaron en esta instancia, porque entendían que era casi
jugar gratis y cuando fuera por los puntos podrían cambiar su voto. Mientras
tanto, refuerza la idea de un corrimiento del electorado del centro a la
derecha, y de un ocaso del populismo de izquierda. La ausencia de Cristina
Kirchner de la listas y del tramo final de la campaña no necesita de más
explicaciones.
Pero no conviene
sacar conclusiones definitivas. La performance de JxC es un llamado de atención
demasiado grande para esta fuerza, que daba por descontado que sería la más
votada desde que se impuso en las elecciones legislativas de 2019. Además, el
triunfo de Bullrich en la interna abre la duda sobre la conducta los votantes
más de centro y más moderados de la coalición cambiemita, ante un discurso
contrario a la búsqueda de consensos y la plasticidad política.
Se espera a partir
de ahora un reajuste discursivo de los cambiemitas, a sabiendas de que la
candidata a presidenta es esencialmente poco maleable. La frontalidad y la
combatividad son marca registrada de su larga vida política, iniciada hace 50
años en el peronismo revolucionario para terminar con igual fervor en playas
liberales.
La cercanía que
tanto Bullrich como el aún influyente fundador de Pro Mauricio Macri han
expresado con Milei es un desafío extra a la hora de ampliar la base de
votantes, para tratar de llegar al ballottage y ganarlo. Mucho trabajo para los
gurúes de campaña.
Massa, con el apoyo
de una UP que sale por ahora de terapia intensiva con el tercio obtenido en la
distribución total de votos, quedaría así como la contracara de la oferta de
LLA y JxC, que podría parecerse demasiado. Pero esa es una disquisición que
solo tendrá valor en octubre. Antes, el Gobierno y, en particular, el ministro-candidato
deberán despejar las amenazas amplificadas que se les presentarán desde hoy.
El resultado de las
elecciones de ayer despejó apenas los interrogantes más formales con los que se
llegó a las PASO. Ahora se sabe quiénes serán los candidatos de todas las
fuerzas que superaron el piso mínimo de votos para la elección general. Pero
persisten muchas dudas y se sumaron nuevas incógnitas. El 22 de octubre queda
hoy un poco más lejos que ayer. |