Por Francisco
Jueguen - ¿Cómo llega la economía a las elecciones del domingo? Es difícil
confiar en la política para dar una respuesta. Sus integrantes están en plena
campaña. La oposición ve una bomba a punto de explotar en cada rincón y a un
ministro-candidato que solo “alarga la mecha” para que la factura la pague el
próximo presidente. El oficialismo es un rosario que solo enumera culpables
(spoiler alert: no está la Casa Rosada en la lista). De esta manera,
responsabiliza a la sequía de este año, a las empresas privadas y su
rentabilidad y al FMI de las penurias, pese a que también ejercita la fantasía.
“La Argentina está creciendo y desarrollándose en el rumbo que todos
esperamos”, aseguró y despertó sonrisas irónicas la portavoz Gabriela Cerruti.
El “relato” no tiene límites.
La economía llega
en emergencia. “La inflación es el tema que más preocupa”, concluye la última
encuesta de D’Alessio Irol de fines del mes pasado. Encabeza el ranking con el
90% de los votos y no discrimina por partido. La suba de precios acumula en el
año un 50,7% y suma 115,6% en doce meses, lo que implica el número interanual
más alto desde agosto de 1991. El dato de julio se conocerá la semana que
viene. El IPC de la Ciudad marcó para ese mes un 7,3%.
Los analistas creen
que los próximos meses oscilarán entre 6%, 7% y 8% mensual, pese a que puede
haber picos de dos dígitos por las dos devaluaciones (la fiscal, ya ejecutada
por el Gobierno, y la aceleración del crawling peg del oficial) y por un no
descartado cisne negro: una mayor corrida cambiaria. A fines de este año, la
inflación casi triplicará la que registró Mauricio Macri en 2019 (53,8%) y será
la mayor en más de 30 años. Los analistas del REM –el informe de julio fue
curiosamente postergado hasta después de votar por el Banco Central (BCRA)–
creen que estará en el 142,4%.
Los salarios e
ingresos sufren esa coyuntura. En los primeros cinco meses del año, el salario
real registrado, integrado por trabajadores formales privados y públicos, se
mantuvo constante con relación a igual período de 2022. Pero ese agregado es
una trampa: esta paridad surge de ponderar la suba real del 2,2% de los
trabajadores del sector público y la caída real del 1,4% del sector privado
registrado. El sector de mayor pérdida es el informal (la estadística oficial
tiene atrasos en su carga) con el 13%. Otro dato: según el informe de Evolución
de la Distribución de Ingreso del Indec, el ingreso per cápita familiar –que se
obtiene dividiendo el ingreso total familiar por la totalidad de los componentes
del hogar– mostró un deterioro real de 2,45% en el estrato más bajo de la
sociedad en el primer trimestre con relación el mismo período del año pasado.
En el mismo período de tiempo, cayó 6,35% en el segmento medio, según esos
datos. En el último año, los haberes de los jubilados se redujeron, en términos
reales, hasta un 12,3%. Pese al relato oficial, en lo que va de 2023, hasta
mediados del mes pasado, hubo un deterioro incluso para quienes cobran la
mínima y tienen un refuerzo o bono de parte del Gobierno.
Así, la pobreza
creció en un año. Se sumaron 2,2 millones de pobres entre el primer trimestre
de 2022 y el primero de 2023, según datos oficiales del Indec procesados por la
consultora ExQuanti (se trata de una proyección a la población total). Además,
en base a los 31 aglomerados que mide el organismo, a la indigencia ingresaron
208.797 personas. Más allá del discurso en Casa Rosada, 618.979 chicos y
adolescentes cayeron en la pobreza en tan solo un año y 92.853 niños son los
que se sumaron al hambre y se convirtieron en nuevos indigentes.
Según ExQuanti, la
pobreza subió más de 4 puntos a nivel general en el primer trimestre con
relación al año pasado y llegó a 38,7%. Para el primer trimestre, los
especialistas prevén que llegue a un 42,1%. Es un valor altísimo. También en
los primeros tres meses de este año, la pobreza llegó en el conurbano a 45,8%,
por lo que aumentó 7,4 puntos en doce meses. También subió la indigencia en el
territorio que dirige Axel Kicillof: de 10,4% a 11,3%. Si el Estado no
repartiera subsidios en el conurbano bonaerense, según ExQuanti, la indigencia
treparía hasta 15,9%, un número dramático para el peronismo gobernante en ese
distrito.
En el Gobierno
aceptan la expansión de la figura de los “trabajadores pobres” en el país. Es,
de hecho, uno de los cuestionamientos que apuntalaron la feroz interna entre
Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Ese porcentaje fue récord en 2022, según
datos de la UCA, si no se tiene en cuenta la distorsión que generó la
cuarentena oficial. Llegó a 27,3% ese año, el número más alto desde 2006.
El relato oficial
remarca que esta situación es compensada por la baja tasa de desempleo (6,9% en
el primer trimestre) y porque se “acumulan 33 meses de crecimiento del empleo
formal”. Hay trampa. Se cuenta desde abril de 2020, cuando por el confinamiento
obligatorio, cayó a 5,8 millones ese número de trabajadores. Desde entonces se
recupera. Hoy son 6,3 millones, un dato igual al nivel de 2017. Esto implica
que no hay crecimiento sino estancamiento. Otro dato: hoy, el mundo del trabajo
son 6,3 millones de asalariados formales, 3,5 millones de empleados públicos, 4
millones de asalariados informales y 4 millones de cuentapropistas. Traducción:
más de la mitad de la torta del mercado laboral está precarizado o depende del
Estado.
Consumo y
desilusión
El consumo masivo
comienza a sentir el golpe, pese a la imposibilidad de ahorrar (sin acceso a
dólares), cuando el peso quema. Según datos de Scentia, en el primer semestre
cae 0,6% anual. En volumen, en supermercados y almacenes, caen los rubros de
alimentos secos (-0,5%), congelados (-1,2%), cosméticos (-1,5%), desayuno (-4%)
y limpieza (-7%). Mejoran bebidas sin alcohol ( 7%), bebidas con alcohol ( 5%)
y golosinas ( 1,5%).
La consultora W, de
Guillermo Oliveto, sobre la base de datos de Acara, AFCP, Indec, Construya,
Scentia y Ultracine, ve una retracción en la compra de ropa (-10%), farmacias
(-6,6%) e insumos para la construcción (-8,2%), mientras El dólar blue subió
casi $100 desde comienzos de julio por la incertidumbre La inflación puede
crecer por la suba de impuestos y la corrida del dólar
mejoran las ventas
en supermercados ( 8%), despachos de cemento ( 0,5%), electrodomésticos
( 3,5%), ventas de motos 0 km ( 8%), de autos ( 12%), shoppings ( 13%), tickets
de teatro ( 96%) y de cine ( 42%).
“El consumo llega a
las PASO mejor de lo que se preveía”, anticipa Oliveto, y luego aclara: “Pero
es un consumo de cortísimo plazo. Es un ansiolítico para tapar la angustia y el
malestar. Comenzó como un fenómeno tras la pandemia, el vivir el hoy, que se
mantiene. Esta es una sociedad que no tiene imaginario de futuro, piensa que
2024 va a ser peor y no se puede ni imaginar 2025. La frase que lo sintetiza es
‘si no te das un gusto vas a vivir triste’. Estamos en una sociedad que perdió
la fe en ahorrar y que piensa en que no se puede dejar para mañana lo que se
puede consumir hoy, porque va a ser más caro. Pero este consumo no mejora el
humor social porque no proyecta esperanza. Queda más lejos viajar al exterior,
comprar un auto o una casa. El consumo es un escape, pero con desilusión”.
De hecho, la venta
de inmuebles en la ciudad de Buenos Aires cayó de 64.000 en 2017 a 33.000 en
2022. En el mismo período, la venta de 0 km pasó de 900.000 a 407.000, y los
turistas al exterior bajaron de 3,7 millones a sólo 2,1 millones de personas.
Pese a ese consumo
avivado por la tristeza, la actividad económica camina hacia una recesión, que
según, el FMI y analistas, podría ser de una caída de -2,5% del PBI. El mejor
momento de la economía de Alberto Fernández llegó en el tercer trimestre de
2022, cuentan en Equilibra. Entonces se multiplicaron el cepo y las trabas a
las importaciones, tendencias que se profundizaron en las últimas semanas. El
cuarto trimestre del año pasado mostró ya una caída y el primero de este año,
una suba en el margen. Pero la sequía, según el economista Lorenzo Sigaut
Gravina, derrumbará el segundo trimestre. Corriendo al campo, el resto de los
sectores, desacelerará hasta mostrar un estancamiento en junio, excepto los
vinculados a minas y canteras.
Sin embargo, cuando
se ajusta el PBI por población, la actividad económica en el Gobierno del
cuarto kirchnerismo no muestra crecimiento alguno. Esto implica que el PBI per
cápita es igual que había en el cuarto trimestre de 2019. De hecho, a fines de
este año es probable que ese número termine mostrando una leve caída, según
Equilibra.
En ese marco, Massa
se comprometió con el FMI a profundizar el ajuste para recibir dólares. No por
nada, comenzaron a llegar aumentos de tarifas de luz de junio con facturas que
muestran alzas mayores al 400%. El ministro tiene la difícil tarea de pasar de
un déficit de 2,4% del PBI a uno de 1,9% cuando los ingresos tributarios se
desplomaron casi un 1% por la grave sequía. De hecho, la recaudación por
derechos de exportación sería la menor de los últimos 5 años, según datos del
Iaraf, donde creen que la presión tributaria se parecerá este año a la de 2022
gracias a la generalización del impuesto PAIS a bienes y servicios. La
devaluación fiscal, según indicaron en el Gobierno, sumaría ingresos por 0,9%
del PBI. Massa deberá bajar el gasto si desea cumplir con el Fondo. Las tarifas
y una contención de la masa salarial aparecen en el horizonte del ministro y
candidato de Unión por la Patria, y del FMI.
Vale aclarar que la
maquinita no para. Para sostener el gasto, el Gobierno emitió, según EcoGo,
unos US$85.700 millones –en pesos– que sirvieron de asistencia al Tesoro del
BCRA. Sólo es superado por el segundo gobierno de Cristina Kirchner (US$104.900
millones).
Sin dólares
La hoja de los
dólares está en blanco.En el primer semestre, el déficit comercial llegó a los
US$4387 millones y podría terminar el año en US$9000 millones, según la
proyección de Marcelo Elizondo. Hasta junio, las exportaciones se desplomaron
24,5%, principalmente por la sequía, pero también cayeron los bienes
industriales. Las importaciones bajaron 8,5%. Fue un deterioro menor, pero
importante. Buscó un equilibrio entre mantener la economía andando, pese a las
restricciones, y el estado de las reservas. Es una situación difícil de
explicar cuando las exportaciones de 2022 habían sido récord y las ventas al
exterior del complejo oleaginoso entre diciembre de 2019 y mayo de 2023 fueron
US$117.000 millones. No hubo restricción externa hasta este año, el de la
sequía extrema.
En ese marco, según
Elizondo, el ratio de participación en el comercio global de la Argentina este
año será de un 0,25%, el menor de la historia. Hace 20 años era de 0,41%.
El déficit
comercial es un hecho. En ese camino, sin reservas –las netas son negativas en
US$9815 millones, según el economista Salvador Vitelli–, el Gobierno se endeudó
con organismos internacionales, China y Qatar para pagar pasivos con el FMI y
hacer que la economía mantenga un ritmo, pese a desacelera. Más allá de la
narrativa del desendeudamiento, según Econviews, el stock deuda pública aumentó
US$80.778 millones en la era de Alberto Fernández. Se trata de US$19.132
millones en pesos; US$51.916 millones en pesos ajustados por inflación; US$28.688
millones en dólares constantes y sonantes a lo que se restan US$18.958 millones
en moneda extranjera (deuda en euros que se redujo con la reestructuración de agosto
2020 y un porcentaje menor por la deuda con el FMI). Massa ahora espera que,
pasadas las elecciones, el Fondo le gire US$7500 millones una vez que el board
del organismo apruebe el último acuerdo técnico. El ministro deberá ajustar en
campaña.
Ajustado por
inflación, el dólar blue a $600 está lejos de los picos de crisis tras la
renuncia de Martín Guzmán o el intento de desestabilización del cristinismo al
Gobierno en octubre de 2020. Y, sin embargo, desde comienzos de julio se
disparó casi $100. El dólar es más que fundamentos (inflación, tasa o falta de
divisas). Es un termómetro que marca hasta dónde puede llegar el miedo al
futuro de los argentinos sintetizado en algunas preguntas: cuánto costará
reponer productos, habrá más devaluación de los pesos que tengo y quién será el
presidente.ß |