Por Pablo Fernández
Blanco - Las autoridades del Banco Central y del Ministerio de Economía están
preparadas para convivir con la amenaza permanente de un ataque de nervios, al
menos hasta septiembre próximo. Así lo revelan un conjunto de documentos
internos y planillas de cálculo al que tienen acceso una decena de funcionarios
y utilizó para reconstruir los manejos que llevó a cabo el Gobierno en los
últimos días en medio de la crisis permanente por el dólar.
La conducta
desplegada por el equipo económico incluyó conversaciones acerca de las
reservas en oro de la entidad monetaria, el uso de una porción de recursos que
funciona como reaseguro del sistema bancario y hasta la llegada de un avión con
billetes de dólares desde Estados Unidos para sofocar cualquier necesidad
inmediata de divisas que pueda surgir en la plaza cambiaria, algo que ya
ocurrió en otras ocasiones y gobiernos.
Los mismos
documentos permiten anticipar parte de la estrategia oficial en los próximos
dos meses. En la práctica, por cada US$1000 millones que ingresen del campo, el
Gobierno compraría un mes más de reservas, cuyo uso dosificará al máximo con el
cepo.
La expectativa
oficial es que ingresen US$2000 millones con el nuevo dólar para las economías
regionales y el maíz. Es lo que necesita el Banco Central para llegar a
octubre. Luego, el panorama podría relajarse, siempre hablando desde una
posición de extrema precariedad.
Los documentos que
recibe diariamente Miguel Pesce (presidente del BCRA), preparados por diversos
técnicos de carrera, muestran que el 10 de julio último el Banco Central tenía
una disponibilidad casi inmediata de US$1728 millones, de los cuales US$1393
millones estaban en cuentas a la vista. Se podía hacer de los US$335 millones
de diferencia –una parte correspondía a encajes del popular swap con China- en
48 horas.
Fechas límite
Siempre según los
registros de esa fecha, a ese ritmo la entidad monetaria se quedaría sin
billetes el 22 de agosto. Ese número cambia. La situación de escasez absoluta
difícilmente se concrete, porque se va administrando, con costos.
Quince días
después, el martes pasado, esa cuenta se había deteriorado. El dinero disponible
en 48 horas había bajado hasta los US$582 millones. Es decir, un tercio del
número anterior. La pérdida de divisas disponible para uso inmediato fue el
resultado de la salida diaria de recursos debido a los pedidos de importadores
que lograron sortear el tupido cepo cambiario, entre otras cosas.
Al principio del
viernes último, la cuenta había mejorado. El salto en cuentas a la vista se
había recuperado hasta los US$1274 millones. En primer término, comenzó a
notarse la liquidación del campo promovida por el tipo de cambio para el sector
que dispuso Sergio Massa el lunes pasado.
También anotó un
ingreso proveniente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este último
aporte, que podría pasar casi desapercibido en tiempos de normalidad, le dio oxígeno
a una cuenta que también mejoró porque se restringieron las ventas de divisas
debido a la adaptación de sistemas tras el aumento de impuestos a las
importaciones y el dólar ahorro. Mientras se hacen esos cambios, casi nadie
tiene acceso a las divisas. Es decir, cayó artificialmente la demanda.
Las cifras
anteriores muestran una administración cotidiana de la crisis del dólar.
En medio de ese
período, las autoridades monetarias tomaron algunas decisiones para anticiparse
a cualquier requerimiento de billetes por encima de lo previsto y reforzar, en
caso de que resultara necesario, el abastecimiento a los bancos. El 12 de julio
pasado, el Banco Central tenía en efectivo US$660 millones en su tesoro,
ubicado en la calle Reconquista 266, pleno microcentro porteño. Al día
siguiente, ese número se elevó a US$961 millones.
El colchón
adicional de divisas está incorporado a los registros contables de la entidad
monetaria el 13 de julio. Son US$301 millones que llegaron al país por una
gestión de Brinks, una empresa dedicada a logística de caudales, la única que
tiene permitido entrar a las dependencias de la Reserva Federal de Estados
Unidos (Fed). Es posible que el dinero haya salido de una imprenta en Dallas
para después ser trasladado hacia la Argentina en un avión de American
Airlines.
No es la primera
vez que el Banco Central se pone en guardia ante una posible corrida. Con menos
prolijidad que en esta ocasión, había mandado a traer dólares durante los días
en que se produjo la salida del Gobierno del exministro Martín Guzmán.
La llegada de
billetes de afuera no sólo está relacionada con las dificultades actuales. El
Gobierno descuenta que la presión hacia la dolarización aumentará a medida que
se acerquen las elecciones, como suele suceder en la Argentina.
Algo similar, pero
por otros motivos, pensó Hernán Lacunza, el entonces ministro de Economía de
Mauricio Macri, cuando tras los días que siguieron a la elección general inundó
la City con camiones de caudales para sobreactuar la disponibilidad de divisas.
Era septiembre de 2019. Funcionó.
Conservar la calma
La calma en el
sistema bancario es algo que Economía y el Banco Central esperan conservar. En
la reunión de directorio que se hizo el último jueves al mediodía fue una de
las pocas noticias mínimamente tranquilizadoras. Una de las conversaciones
breves fuera del temario tuvo que ver con que tres bancos de primera línea
habían registrado el día anterior un ingreso mínimo de depósitos.
Otro movimiento que
comenzó a notarse en los últimos 20 días llama un poco más la atención. El
Banco Central tiene recursos de pases con Sedesa. Así se denomina a Seguro de
Depósitos SA, una sociedad dedicada a administrar un fondo de garantía de
depósitos del sistema bancario. Es una cobertura para una porción del sistema financiero
distinta de los encajes bancarios, que las entidades no pueden prestar. Sus
accionistas son los bancos y el Central, que tiene una acción de oro.
El 10 de julio
pasado, ese ítem marcaba la existencia de US$1816 millones. Al martes pasado,
los pases con Sedesa habían bajado a US$1705 millones. El descenso indicaría
que el BCRA vendió esos recursos, una conducta muy infrecuente. La cifra se
mantenía casi inalterable el viernes por la mañana.
En la práctica,
según especialistas que pasaron por la conducción de la entidad monetaria, el
BCRA tiene herramientas para contrarrestar las críticas en caso de haber
vendido activos que funcionan como seguros, como Sedesa. Puede decir, por
ejemplo, que está en condiciones de reponerlos con otros recursos.
El Banco Central
tiene certificado de oro en el BIS, el banco de pagos internacionales. Es una
especie de banco de los bancos centrales. El jueves último, hizo un repo sobre
esos certificados. En otros términos, se usó el oro como garantía colateral
para recibir dólares. Esa operación será cancelada contra el desembolso del
FMI, en los próximos días. Es un crédito puente para pagarle al Fondo.
Estimaciones no
oficiales hablan de metal por US$450 millones que está en el Banco de
Inglaterra. Es una de las piezas que faltaba hasta ahora para entender cómo se
le pagará al FMI. Habría más anuncios entre hoy y mañana.
Quizás un número
muestra por encima del resto el estrés que implica administrar hoy el escenario
cambiario. Los flujos estimados de salidas diarias de divisas mostraban, al
principio de la semana, que el Banco Central se quedaría sin dólares en
efectivo el pasado miércoles. Hubiese tenido un saldo negativo de US$39
millones en cuentas a la vista e inversiones.
Si se incluyeran
los fondos de Sedesa, esa fecha se podría haber estirado, siempre según las
cuentas del BCRA, hasta el 5 de septiembre próximo. La entidad monetaria, sin
embargo, luego revisó esas cifras tras la buena semana –la pasada– que tuvo en
términos de recuperación de reservas.
Documentos del Banco
Central de principios de la mañana del martes mostraban que el próximo 5 de
septiembre los flujos diarios de caja arrojarían un número negativo. El
Gobierno se encargó de que esto último no ocurriera. Hasta el jueves, había
comprado US$735 millones en la semana. Es el mayor número del año y lleva la
marca del nuevo precio del dólar para el maíz. Y el viernes al mediodía cerró
un acuerdo con el FMI para despejar los vencimientos con el organismo hasta
después de las elecciones.
Los números que
muestra la caja del BCRA indicaban que anteayer por la mañana, si siguiera todo
de acuerdo con la previsión del organismo, se quedaría sin billetes físicos el
12 de septiembre próximo. Será cuestión de sacar nuevos conejos de la galera,
como los que anunciará hoy Sergio Massa.ß |