Por Fernando
Gutiérrez - Difícil de creer, pero la inflación argentina está entre las
más bajas de la región, cuando se la mide en dólares. No es tanto por un mérito del país, dado
que este año se volvió a retrasar el tipo de cambio, pero ocurre que casi
todas las monedas sudamericanas se revaluaron frente al dólar, con lo cual el
peso argentino ganó competitividad.
Salvo por los casos de Bolivia, Paraguay y Ecuador, todos
los otros países sudamericanos sufrieron una mayor suba
de precios, medida en dólares, que la que se registró aquí.
En otras palabras,
es el mismo efecto que si Argentina hubiese devaluado de golpe, pero sin haber
tenido que pasar por esa situación traumática. Y ahí reside uno de los argumentos que tiene el equipo de
Sergio Massa para discutirle al Fondo Monetario Internacional, que sigue presionando para una corrección
cambiaria.
En lo que va del
año, la "inflación en dólares" de Argentina -es decir,
cuánto subieron los precios si se los mide en moneda estadounidense en vez de
hacerlo en pesos- fue del 3,9%.
La cifra surge de
la combinación entre una inflación acumulada de 50,7% y una suba en el tipo de
cambio oficial del 45%. Pero si se tiene en cuenta que la inflación de
Estados Unidos en el correr de este año fue de 2,5%, entonces la suba
efectiva de los precios argentinos en la comparación internacional queda
reducida a 1,3% en el año.
El
ranking de la inflación en dólares
En la tabla de
posiciones regional, la mayor inflación en dólares -o revaluación de
la moneda nacional- corresponde a Venezuela. Mientras la cotización
del dólar subió un 61,7% respecto bolívar en lo que va del año, los precios lo
hicieron a un ritmo de 100,8%. En consecuencia, su inflación en dólares ya
acumula un 24%.
El segundo puesto
es para Colombia, que en el año lleva una inflación en dólares de
21,5%, no por el hecho de tener una alta inflación doméstica -es en junio dio
apenas un 0,3% mensual y acumula un 6,1% en el semestre- sino por el hecho de
que su tipo de cambio de revaluó. Para quien llegue a Colombia con dólares,
habrá que desembolsar un 14,5% que a comienzos de año, fruto de la caída en la
cotización del billete verde.
Lo mismo ocurrió en la otra moneda importante fuera de la
zona sudamericana, el peso mexicano, donde también la revaluación estuvo en
torno del 14%. Como, además, se registró en el semestre una
inflación de 1,4%, eso arroja que la inflación en dólares acumula en el
año un 15,9%.
Sigue en la tabla
la moneda más importante para la economía argentina: el real brasileño. El país
vecino es el principal socio comercial del país -hasta mayo, fue destino de
exportaciones argentinas por u$s4.818 millones mientras que desde allí llegaron
importaciones por u$s7.581 millones-.
Desde que Lula
Da Silva asumió la presidencia, el real tuvo una recuperación de 8% frente
al dólar. Como en ese período la inflación acumulada fue del
2,8%, eso arroja como resultado que los precios brasileños, medidos en
dólares, se encarecieron un 11% en lo que va del año.
La siguiente
inflación en dólares más alta fue la de Uruguay, donde también cayó la
cotización de la moneda estadounidense. Es por eso que, a pesar de haber tenido
una inflación baja, de apenas 3,78% en el semestre, cuando se combina con la
revaluación de la moneda nacional y se miden los precios en dólares,
arroja una suba de 9,4%. Es una situación que los argentinos conocen bien,
por la reciente ola de "turismo de compras" que llega desde la vecina
orilla y que ha sumido a Uruguay en un debate
sobre la pérdida de competitividad de su economía.
Una situación
similar ocurre con el sol peruano: la inflación doméstica es de apenas 2,81%,
pero la moneda se revaluó un 4,7% frente al dólar. En consecuencia, la
inflación en dólares que se registra en Perú es de 7,64%.
Y en el caso
de Chile se repite el mismo cuadro: se combina una revaluación del
peso por 4,5% con una leve inflación de 2,1% -en junio hasta se registró una
leve deflación de 0,3%-. El resultado es que los precios, en dólares,
acumulan un aumento de 6,7% en el año.
Todos estos países
tuvieron una pérdida de competitividad frente a Argentina. Entre las
excepciones figura Paraguay, donde el guaraní también se revaluó un leve
1,26% frente al dólar mientras la inflación del semestre es del 2,2%. El
resultado es una inflación en dólares de 3,4%.
Sigue luego el
dolarizado Ecuador, donde se acumula una inflación de 0,9% en el
semestre. Y, finalmente, el país que menor inflación revaluación
registró fue Bolivia, que muestra una estabilidad casi absoluta en el año, con
un peso que apenas registró una baja de 0,5% frente al dólar
mientras la inflación acumulada es de 0,8%, lo cual arroja una inflación en
dólares del 0,4%.
La región se revalúa ante el dólar
¿Por qué ocurre
este fenómeno en la región? La explicación debe buscarse en las economías del
mundo desarrollado, empezando por Estados Unidos. La inflación ha venido en
consistente baja y los temores iniciales a una recesión se moderaron, lo cual
-según la visión de los analistas- ha hecho que volviera a prevalecer la
propensión al riesgo ante que las inversiones defensivas.
En otras palabras, eso implica que los inversores están más
dispuestos a salir de los bonos y posiciones conservadoras
para buscar rentabilidad en otros mercados. Un típico efecto de esta situación
es el ingreso de capitales en América latina.
Es algo que se
refleja en las subas de los mercados bursátiles de la región. Por otra parte,
se están observando recuperaciones en las cotizaciones de las materias
primas que exporta América latina, lo cual también es un factor que
propende a las revaluaciones de las monedas nacionales.
El gran
interrogante es si este fenómeno podrá extenderse mucho tiempo, dado que la Reserva Federal ha dado muestras
de estar dispuesta a seguir apretando con mayores subas en las tasas de interés durante el segundo semestre.
Como suele ocurrir,
ese tipo de restricción monetaria suele llevar al fenómeno de "vuelo a la
calidad", que perjudica a las economías latinoamericanas porque revierte
el flujo de los capitales desde el sur hacia el norte.
Resta ver qué tan
dura será la corrección que haga la FED liderada por Jerome Powell y cuál sea
el comportamiento del mercado de las materias primas. Pero, en el corto plazo,
la tendencia sigue siendo a una revaluación de las monedas
regionales frente al dólar.
La excepción argentina
En este
cuadro, Argentina aparece como una excepción. Si bien también ha
experimentado una suba de las acciones y bonos soberanos, se ha visto
aislado de este fenómeno. En parte por su dificultad para acceder al
mercado internacional de crédito, y además porque la sequía ha hecho que no pudiera aprovechar en todo su potencial el buen momento
de los mercados de commodities.
La contracara de
esta situación es que el país logró un alivio en el plano cambiario, dado
el encarecimiento relativo de sus vecinos. En otras palabras, la presión para
una devaluación aparece hoy menos fuerte que la que se observaba hace un
semestre.
No es que Argentina
tenga motivos para festejar, claro, porque esta baja inflación en dólares baja
ocurre después de haber acumulado en 2021 un encarecimiento en
dólares del 25% -contra una inflación de 7% en Estados Unidos- y
luego, en 2022, otra "inflación verde" de 12,7% -contra un
6,5% en el IPC estadounidense-. Ese encarecimiento en dólares surge como
consecuencia de una típica conducta de los gobiernos argentinos: el uso del
tipo de cambio como "ancla" de los precios. Fue una situación que
alcanzó su mayor expresión en 2021, cuando por cada tres puntos registraba la
inflación, había apenas uno en la tasa devaluatoria.
Tras la firma del
acuerdo con el FMI a inicios de 2022, el entonces ministro Martín
Guzmán se comprometió a no volver a retrasar el tipo de cambio, pero la
realidad es que fue una promesa incumplida. Al momento de su renuncia, la
inflación en dólares seguía en un promedio de 25% anual. Recién con
la llegada de Sergio Massa al ministerio se intentó revertir la
situación, y se dio el hecho
inédito, durante el último cuatrimestre del año pasado, en
que el "crawling peg" superó a la inflación: un 28% de suba
del dólar oficial frente a un 24% del IPC.
Esa tendencia se
quebró en el arranque del año, al punto que en el semestre la inflación ya
acumula un 52% frente a un tipo de cambio que sólo se movió un
45%. Ahí es donde reside la pulseada con el staff técnico del FMI, que ya
en sus últimos informes venía reclamando una aceleración del "crawling peg" de
manera que la tasa devaluatoria igualara al IPC.
Pero claro, hay
motivos políticos que conspiran contra ese consejo. Uno es de orden técnico:
hay quienes argumentan que una aceleración devaluatoria puede transformarse, en
sí misma, en un factor inflacionario. La otra es de índole política: el
Gobierno, siguiendo el manual clásico de las campañas electorales, sabe que la
estabilidad cambiaria es uno de los mejores argumentos proselitistas.
El hecho de que los países vecinos hayan revaluado sus
monedas y que ahora muestren inflaciones en dólares más altas que la Argentina
le otorga al ministro Massa, justo en el momento en que más lo necesitaba, una
inesperada ayuda para argumentar en contra de una devaluación brusca. |