Por Claudio
Jacquelin - Fue la primera elección provincial con innegables efectos
nacionales. Como mínimo, en tres planos. El resultado de las PASO de Santa Fe
vuelve a golpear al oficialismo nacional, reanima a Horacio Rodríguez Larreta y
mantiene las incógnitas sobre la participación electoral.
La primera
conclusión dice que, después de un breve interregno en 2019, Santa Fe reafirma
su pertenencia al cinturón de provincias productivas del centro del país donde
impera una conducta electoral que se asemeja a una fobia. Allí, el kirchnerismo
en todas sus versiones y ediciones, aun en las más disimuladas y aparentemente
morigeradas, vuelve a ser una mala palabra, que espanta votantes en el cuarto
oscuro.
No por previsible
esta constatación deja de ser relevante, más aún en momentos en que al
Gobierno, y en particular a su precandidato presidencial y ministro de
Economía, se le volvió a ensombrecer el horizonte más cercano.
No fue una buena
noticia para cerrar la semana pasada el despertar de la cotización de los
dólares paralelos. Mucho menos lo fue la dificultad que subsiste para cerrar el
nuevo acuerdo con el FMI, pese a las promesas sobre su inminencia que Sergio
Massa viene haciendo con desenfado desde hace diez días y que el ministro ahora
pretende disimular con un novedoso y muy kirchnerista antifondomonetarismo,
como el que desplegó impunemente ayer.
Tampoco es
halagüeña para el ministro la constatación del escaso impacto positivo que su
postulación produjo en el electorado las primeras dos semanas, según surge de
la mayoría de las encuestas que consumen en el oficialismo y en la oposición
cambiemita.
Aunque las
encuestas hayan recibido ayer otro duro golpe, al comprobarse que la paridad
pronosticada entre los contendientes cambiemitas resultó rotundamente
desmentida. Una vez más.
No parece ser
suficiente para Massa y el oficialismo todo que la inflación intermensual haya
bajado en junio algo menos de dos puntos respecto de mayo cuando el piso de la
suba de precios no bajó de 6%. Y tampoco parece alcanzar el uso obsceno de los
recursos del Estado para hacer campaña proselitista.
Ahora, la semana
abrirá con la noticia de esta pésima performance oficialista en el terruño de
Agustín Rossi, el compañero de fórmula de Massa, que nunca ha sido profeta en
su tierra. Como consuelo, el peronismo no kirchnerista puede esgrimir la
catástrofe electoral del candidato camporista Marcos Cleri. Mal de alguno,
consuelo de muchos.
La falta de empatía
del gobierno nacional con el drama de la violencia que vive la provincia y la
reticencia a la asistencia económica contra la prodigalidad que muestra con el
gobierno kirchnerista bonaerense también pasó factura en Santa Fe.
Oxígeno para
Larreta
En segundo lugar,
el triunfo de Maximiliano Pullaro por un margen bastante mayor de lo
pronosticado en las PASO del frente opositor santafesino, sobre Carolina
Losada, le dio a Rodríguez Larreta un sensible impulso anímico-político.
No es poco para el
jefe de gobierno porteño, después de una semana en la que las últimas encuestas
que había recibido habían reforzado las alarmas en el comando de campaña
larretista y reforzado el entusiasmo en el equipo de su rival Patricia
Bullrich.
Los resultados de
las elecciones provinciales no suelen ser extrapolables, pero estas primarias
fueron los primeros comicios en que los dos rivales cambiemitas se involucraron
a fondo y tuvieron una disputa real, aunque fuese por interpósitos postulantes.
Cada precandidato tenía adosada la cara de su referente nacional.
El exministro de Seguridad
de Santa Fe llegó con el apoyo explícito de Rodríguez Larreta; de su compañero
de fórmula, Gerardo Morales, y del precandidato porteño Martín Lousteau, que
fue el primero en jugarse por él fuera de la provincia.
Losada, en cambio,
no solo pertenecía a la escudería de Bullrich, sino que replicó durante su
campaña las formas y el fondo de lo que pregona y propone la precandidata
presidencial amarilla. La senadora construyó un perfil de dureza y
confrontación absoluta, que incluyó durísimas acusaciones contra su rival
interno, en las que incluyó las más graves imputaciones que se puedan hacer en
toda Santa Fe, como es la de tener vínculos con el narcotráfico. Ya no podrá
ser la heroína para Rosario que Bullrich había pronosticado.
Por eso mismo,
desde el equipo bullrichista admitían la derrota de Losada casi al mismo tiempo
que se apuraban a desactivar analogías y proyecciones.
“Pato va a ganar
holgadamente en Santa Fe. La elección provincial no se vincula con la elección
nacional”, fue la primera respuesta de uno de sus principales referentes a este
cronista cuando se le prepuedan cómo evaluaban el resultado santafesino y cuál
sería el mensaje. No se había escrutado aún el 3% de las mesas cuando a la
precandidata perdidosa ya le estaban borrando la pintura bullrichista. Como
siempre, la derrota es huérfana.
Poco después, en
las redes sociales Bullrich optó por abrazarse rápido al exitoso resultado
general obtenido por el frente opositor y a despejar dudas respecto de su
futuro vínculo con el ganador.
“Logramos una
victoria histórica de Juntos por el Cambio en Santa Fe. Esto ratifica que el
cambio que piden los argentinos viene de la mano de nuestra fuerza. Felicito a
@maxipullaro por su triunfo. Contará con mi apoyo y el de todo mi equipo”,
posteó en su cuenta de Twitter.
Otro tanto hizo uno
de los dirigentes nacionales del radicalismo que sostuvo a Losada, que se
apresuró a descartar que las peleas afectar la competitividad demostrada por el
espacio cambiemita santafesino. “Ninguno tiene el liderazgo suficiente para
impedir que el resto de los dirigentes y, sobre todo, la gente vayan a
acompañar un proceso de cambio. Más, si los hacen parte”. Tampoco están
dispuestos a entregarse en la derrota”, expresó.
Unidos o
peleados
No obstante, en
función de los antecedentes locales, la pregunta dominante ahora sigue siendo
si la encarnizada disputa que protagonizaron Pullaro y Losada dejará secuelas y
heridas cicatrizables o si los festejos de esta noche deberán moderarse de cara
al desafío mayor que son los comicios generales para elegir gobernador, que se
realizarán el 11 de septiembre próximo.
El lema Unidos para
cambiar Santa Fe deberá demostrar ahora su vigencia o si es solo un recurso de
marketing electoral.
Frente a esa incógnita
asoman dos certezas y una duda mayor. En primer lugar, a ambos lados de la
disputa de los cambiemitas santafesinos se expresa coincidencia en que no hay
margen para ninguna reconciliación real posible entre los dos contendientes,
más allá de que en público puedan representar alguna pacificación.
En segundo término,
en los dos bandos concuerdan en que en el nivel superestructural habrá una
recomposición entre los dirigentes que están por debajo de Losada y Pullaro
para limar las filosísimas asperezas con las que se agredieron en la disputa
interna. El objetivo superior es poder desarrollar una campaña armónica de cara
a las elecciones generales, destinada a mantener la primacía lograda por el
espacio en las PAguntó
SO y no ahuyentar
al electorado.
Allí, en tercer
lugar, radica la duda mayor. Nadie puede asegurar qué porcentaje de los
votantes que le dieron su adhesión a Losada irá a votar en la elección general
de gobernador por Pullaro, después de que la precandidata anticipara durante la
campaña que ella no lo apoyaría por razones éticas.
La mayoría de los
dirigentes nacionales cambiemitas que se involucraron en la disputa de ayer
están convencidos de que ninguno de los que eligieron la boleta de Losada se
irá a engrosar en septiembre las arcas de Marcelo Lewandowsky, el triunfador de
las PASO oficialistas. El peronismo hizo una de las peores elecciones
históricas y estuvo por debajo de su piso habitual. Otro motivo para ilusionar
a JxC en el plano nacional.
En el comando del
ganador de la interna cambiemita hay conciencia de la necesidad de retener a
todos los votantes de Losada y, también, a los que le sumaron seis puntos a la
socialista Mónica Fein, que fue la tercera postulante de Unidos para Cambiar
Santa Fe.
Por eso, se bajó un
mensaje contundente: nada de gestos o declaraciones que puedan sonar a revancha
contra Losada. Apenas, uno de los principales apoyos nacionales del ganador
deslizó una tenue crítica disimulada como explicación del resultado: “Maxi era
y es mejor candidato. Y la agresividad de ella fue una mala estrategia”. Asunto
terminado. Aunque varios adversarios de Losada no podían contener las ganas de
entonar una famosa canción de Sumo, que hoy podría ser considerada
discriminatoria.
¿Y la
participación?
Por último, la
elección santafesina no despeja las dudas ni termina con las elucubraciones más
que fundadas sobre la participación del electorado.
En este caso, se
mantuvo el piso que se había registrado en las elecciones de 2021, aunque
entonces había un atenuante: seguían vigentes restricciones y, sobre todo,
temores impuestos por la pandemia del Covid. No obstante, hay un dato
incontrastable: la asistencia de entonces, como la de ahora, muestra una caída
de 5 puntos respecto de las PASO de 2019, que son con las que realmente se
pueden establecer comparaciones.
No es ese un tema
menor para nadie, pero sobre todo para el oficialismo peronista y para
Rodríguez Larreta, más aún que para Bullrich y para Milei.
Estrategas,
consultores y encuestadores admiten que aquellos serían los principales perjudicados
por una baja participación. Hasta ahora, ninguna elección provincial ha dado
motivos para dar por cerrada la discusión ni despejar las dudas.
Lo más concreto es
que, una vez más, en los distritos más poblados y, sobre todo, en el cinturón
productivo del país todo lo que tenga rastros de kirchnerismo tiene un techo
muy bajo o un rechazo muy alto en la ciudadanía. Justo cuando a Sergio Massa se
le ha dado por mostrarse más kirchnerista que nunca.
Santa Fe es un mal
comienzo de semana para el oficialismo, tras otra semana olvidable
La duda que dejan
las PASO en JxC es sobre las secuelas de la dura disputa entre Pullaro y Losada
Larreta recibió un
estímulo anímicopolítico después de días de malas noticias |