Un índice entre 6%
y 8%, la previsión para el resto del año
Po Francisco
Jueguen. - Un veterano profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
reflexiona sobre tres claves al pronosticar qué pasará con la inflación en los
próximos seis meses, el tiempo que durará el proceso de recambio de gobierno.
La primera sostiene que se ingresa a un terreno de altísima incertidumbre. La
segunda, que no existen anclas –las tradicionales son el dólar y las tarifas–
para pensar en una desinflación de corto plazo, sumado a que aparece “ruido
potencial” por la presión fiscal en elecciones y el tema cambiario sin
reservas. La tercera, mirando un plazo más largo, es lo que denomina “la
cuadratura del círculo”. Quien gane las elecciones deberá tener un programa
–hoy no existe– y ajustar precios relativos. La magnitud del impacto en los
precios de una devaluación y la suba de las tarifas dependerá de un intangible:
la credibilidad de quien gane.
¿Se puede devaluar
en el actual contexto? La oposición reclama eso cuando denuncia que el ministro
de Economía, Sergio Massa, “estira la mecha de la bomba” y espera que el costo
político se pague hoy y no en una futura gestión. El Fondo Monetario
Internacional (FMI) cuida sus dólares –los que presta para pagar su propia
deuda– cuando reclama flexibilidad del tipo de cambio. Massa y Cristina
Kirchner se niegan. Creen que un salto brusco puede generar una hiperinflación
y buscan un puente político en divisas para balizar el ya popular “plan
llegar”.
“Estamos muy
sensibles”, juzga el veterano profesor de la UBA y uno de los hombres que más
saben de inflación en el país cuando se lo consulta sobre una devaluación en
los actuales marcos político y económico. Recuerda: altísima incertidumbre, sin
anclas y sin confianza en la actual administración. “Devaluar en este contexto
no tiene ningún sentido”, dijo Jorge Remes Lenicov en un evento organizado por
Clarín. No es que no sepa del tema ni de crisis históricas en el país.
Otros que
transitaron los pasillos del Ministerio de Economía o del Banco Central (BCRA)
coinciden prácticamente en que los próximos seis meses serán lo que un
importante economista del establishment denominó “efecto 6,7,8”.
Esos serían, creen,
los pisos mensuales en los que se moverá en lo que queda del año la suba de
precios. Hay causas claras: intentar bajarla más implicaría una recesión
fortísima durante las elecciones. Imposible. Una inflación de aquel estilo, en
cambio, ayuda a licuar gastos mientras se recauda más: ajustar sin que se note
(tanto). Además, para entregar los dólares que no tiene el país, el FMI pedirá
retocar el dólar (una devaluación acotada) o que se resArgumenta, trinjan
importaciones (devaluación fiscal). Ambas impactarán en los precios. Si no
firmaran con el FMI, la solución sería más emisión monetaria, una situación
extrema, dadas las expectativas de devaluación por la inexistencia de reservas.
“La inflación puede
aflojar por uno o dos meses, pero nos quedamos sin reservas”, dice un
exministro de Economía, que sintetiza las causas: exceso de oferta de dinero y
sequía del campo. Anticipa algo similar a lo que espera desde hace tiempo el
mercado: una corrección, en algún momento, del tipo de cambio. Esto, agrega, no
abrirá la posibilidad de que haya un proceso de desinflación por más
congelamientos de precios que intente efectuar el Gobierno. Además, según
anticipa con conocimiento de causa, el FMI no será un gran proveedor de
dólares. “Va a financiar los vencimientos que existen y quizás agregue un
puchito”, opina, y dice que el país necesita millones más por mes de los que
tendrá para seguir funcionando. Ve, entonces, una desaceleración brusca de la
actividad. Los problemas en la importación generarán falta de oferta con una
demanda azuzada por elecciones. Más precio. El segundo semestre es el de
“sequía” de dólares.
El exministro
admite, sin embargo, que Massa fue “osado” y gastó más dólares de los esperados
en sostener la actividad económica del primer trimestre. Rescata la importancia
ahora del swap de monedas con China para sobrevivir a la malaria de la
actividad. Finalmente, advierte que en la cercanía de los comicios se puede
hacer cuesta arriba el rollover de deuda en pesos, que tenderán a pintarse de
verde. Las lluvias en el campo acelerarían los valores de la carne, que pesa en
el IPC.
“En los últimos
cuatro meses, la inflación se movió en un rango del 150% anualizada”, confirma
otro exministro de Economía que no observa una tendencia real hacia la
desaceleración de la suba de precios. contrariamente, que “la maquinita” del
BCRA aprieta el acelerador en su asistencia al Tesoro por diferentes vías. Las
elecciones –dice– derivarán en un nuevo “plan platita” que les pondrá aún más
presión a los precios. “Esta desaceleración no es una tendencia”, completa.
Coincide con lo que
piensa un expresidente del BCRA que cree que se “volverá a acelerar la
inflación”. Da dos argumentos claros: “Porque devalúan ahora más rápido o
porque lo hacen en la última parte del año”. Ahora sería por la presión del
FMI. Incluso, si no tocan el tipo de cambio, sostiene, la suba de los precios
se mantendrá en niveles elevados.
Un hombre que
transitó los pasillos del Ministerio de Economía durante este gobierno cree que
Massa –y también La Cámpora– seguirá argumentando que la inflación es culpa del
FMI y del acuerdo firmado por Martín Guzmán. Más en el llano, asegura que la
desaceleración de mayo obedeció solo a tres microanclas coyunturales: el precio
de la carne, las frutas y verduras, y los textiles. “Si eso se corre del dato,
los bienes y servicios corren al 8% mensual”, cuestiona, y recalca que a ese
nivel se mueven el deslizamiento cambiario, la tasa de interés y los salarios.
“¿Se puede coordinar un escenario de todos los factores en lo que queda del año
para que la inflación vaya a la baja?”, se pregunta. Lo primero que responde es
que será difícil un freno de la devaluación sin reservas ni la expectativa de
que puedan acumularse dólares.
Las voces de
aquellos que siguen los precios desde dentro del Gobierno tienen confianza en
que ninguna empresa “saque los pies del plato” camino a las elecciones
presidenciales en las que Massa es el principal candidato del oficialismo.
“Entramos en cuartos de la Libertadores”, sugieren, usando una metáfora
futbolística. El que se atreva perderá el mejor subsidio de la economía. No es
la copa, sino el acceso al dólar oficial, hoy autorizado solo a empresas. No
habrá entonces lugar para “ventanas de aumento”, adelantan. Hoy, marcan un
sendero de 5% mensual (un solo aumento para evitar situaciones desordenadas),
aunque aclaran que solo pueden tener “control” sobre lo que tiene código de
barras (las góndolas; no los frescos).
Esas mismas voces
oficiales aseguran que la inflación está más cerca de 6,7% que de 8,4%, pero lo
cierto es que el exceso de mark-up empresario es hijo de las expectativas de
devaluación (que cambian continuamente los posibles costos de reposición) y del
acceso al dólar oficial. En definitiva, de las políticas y situaciones de
mercado que genera el Gobierno.
En la Casa Rosada
nadie habla de una posible devaluación y de un posterior congelamiento de
precios. Nadie lo anunciará, pero las expectativas se mueven en ese sentido. Sí
critican a los que preanuncian “ajustes draconianos” como en Grecia (arquetipo
de la negociación con el FMI), porque auguran que en 2024 habrá dólares de
sobra para la economía. No es algo con los que no coincidan con el mercado o
que callen algunos de los economistas de la oposición.
En la construcción
de escenarios, siempre hay “optimistas”, para decirlo de alguna manera. Un
académico y hombre que conoció en otro gobierno de pases y Lebac cree que la
desinflación puede ser mayor y quedar en un 4% mensual. Es lo que les dice a
inversores que lo consultan. Hace el siguiente ejercicio: toma el déficit
fiscal previsto de acá a fin de año del Relevamiento de Expectativas de Mercado
(REM) y supone que eso será toda emisión monetaria. Mira la base actual en el
informe monetario del BCRA y de ahí calcula cuánto deberá subir esa base
monetaria hasta fin de año. Ese será el número mágico de la inflación. “Todo es
irrelevante. Lo único que importa es el equilibrio monetario”, dice. Cierra con
dos definiciones: “Muchos se van a llevar una sorpresa”, la primera. Y luego
sentencia: “Parece joda festejar un 4% mensual”.
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