Por Santiago
Escobar - En un contexto
económico muy frágil, atravesado por la escasez de dólares y una inflación con un piso aproximado del 7% para lo que resta del año, el Gobierno se
enfrenta a un desafío crucial en términos de evolución de precios y
salarios, justo antes de las elecciones primarias.
Confirmadas las
candidaturas para los comicios, arrancó el compás de las
propuestas políticas y económicas y el oficialismo le prende una vela al ancla que resulta clave para evitar que los
precios se desboquen, pero ¿cuál es esa herramienta a
la que puede apelar?
Tanto el Gobierno
como las consultoras privadas proyectan una desaceleración en
los precios de junio, con mayor énfasis en el rubro de Alimentos y Bebidas, el cual seguiría aumentando a un ritmo
más moderado, ya que se aprobó un aumento del 5% desde el 15
de agosto para los productos en supermercados.
La apuesta del
Gobierno pasa por aliviar los precios de la mesa de los argentinos.
Desde la Secretaría de Comercio, señalaron a Ámbito que los esfuerzos se centrarán en los ya
conocidos controles de precios, “sobre todo, en consumo masivo hasta el 15 de agosto”.
No obstante, el
Palacio de Hacienda ya quemó varias de las herramientas que tiene
a mano para intentar evitar que la suba de precios se dispare, con las PASO a la vista, los cartuchos que quedan son
pocos.
Inflación: las
anclas usadas y las que quedan
El Gobierno
empleó varias anclas para evitar una inflación desbocada.
Recordemos:
-Pisó el tipo de
cambio oficial.
-Atrasó los precios de regulados para traccionar abajo
el IPC.
-Usó reservas para intervenir en el dólar.
-Ejerce control directo sobre los precios.
-Busca manejar la tasa de interés apuntando a que más o menos
acompañe la inflación esperada.
Regulación de la base monetaria.
El Gobierno trabaja
directamente sobre los precios, la tasa de interés y
también regula o intenta controlar la cantidad de dinero en
circulación a través de la absorción de liquidez que realiza por medio de las
LELIQ, compensando las expansiones que hace por otros
lados, y la va manteniendo a un ritmo que, en el último tiempo, es más o menos equivalente al 43-44% en 12
meses”, explica Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores
Económicos a este medio.
Dólar: ¿el
objetivo del Gobierno para apaciguar la inflación?
“¿Qué te dice la teoría macroeconómica?”, se pregunta
Tiscornia, y se contesta a sí mismo: “Se pueden controlar, a través del Banco
Central (BCRA), todas estas anclas nominales y las demás van a
tener una evolución coherente con esa que se intenta manejar”.
Entonces, al
definir cuál de todas estas herramientas sería la más importante para
el Gobierno, Tiscornia considera que “es el tipo de cambio oficial”.
Y esto, según indica el economista, se debe a que, en el largo plazo, se ha observado que los tipos de cambio financieros pegan saltos
significativos; los acuerdos de precios eventualmente no funcionan; la cantidad de dinero controlada por el
Banco Central, es decir, y la base monetaria no
representa “realmente la medida total de dinero en la economía”. Eso revela que
“algunas cuestiones se le escapan de las manos al Gobierno y
que el tipo de cambio oficial es lo que menos se le escapa”.
Tiscornia sostiene,
así, que, mantener el tipo de cambio atrasado es “el último ancla que el Gobierno
va a poder controlar firmemente”. No obstante, como bien señala el
economista de C&T, al no poder frenar al dólar “por falta de divisas”,
el Gobierno lo mueve al ritmo que puede (7%) y “la inflación va en consecuencia”.
Así, el analista considera que esta estrategia “no es buena” y se queda “muy
corta”.
Alimentos: otra
mirada sugiere que estos son el ancla
Por su parte,
para Claudio Caprarulo, director de Analytica, el problema es
que este año el Gobierno “no tiene anclas” para
bajar la inflación y sostiene que la única herramienta
que empezó a utilizar y que se condice con lo que pasó con el precio de
la carne, “está asociada a contener la brecha cambiaria,
a través de los dólares paralelos”.
Caprarulo comenta
en declaraciones que, desde Analytica, observan que los dólares paralelos “mantienen una brecha de alrededor del 100% respecto del mayorista”
y, aunque sigue siendo muy alta, no hubo un “impacto significativo en los
precios en los últimos meses”, como se observó en el pasado.
No obstante, al
analista advierte que el Gobierno “todavía no resolvió el problema
cambiario, lo cual sería fundamental para contener las expectativas de
una devaluación y evitar la aceleración de la inflación”.
Y advierte, en ese
sentido, que la segunda mitad del año será más compleja debido, entre otros
factores, a “la falta del aumento estacional en las exportaciones de soja”,
que suele ocurrir durante la liquidación de la cosecha.
Por ese motivo,
para Caprarulo “el precio de la carne y la estabilidad en la brecha cambiaria” son
las anclas que han contribuido a la leve desaceleración inflacionaria.
“Sin embargo, debido a la sequía y a los desequilibrios macroeconómicos
acumulados durante años, el mejor escenario para el
Gobierno sería lograr estabilizar la inflación en torno al 7% mensual”.
Meta fiscal: “la
única ancla que no se usó”
Lucio Garay Méndez, economista de Eco Go, sostiene que el
Gobierno ya empleó muchas anclas en el pasado y menciona,
por ejemplo, que “en 2021, previo a las elecciones, pisó el tipo de cambio
oficial, cuando esa variable tenía más relevancia en la economía que
ahora, y el Banco Central movió el dólar en torno al 1% por varios meses”.
Y añade que
también, en el mismo período, el Gobierno atrasó los precios
regulados para traccionar abajo el IPC. "Tarifas y
combustibles son el claro ejemplo de eso”, menciona.
Asimismo, se usaron reservas para intervenir en el dólar paralelo y
mantenerlo constante durante mucho tiempo, por lo que “la única ancla que no usaron hasta ahora es la fiscal/monetaria”.
Garay Méndez
argumenta que, aunque la meta fiscal podría haber convergido al 1,9% del PBI acordado con el Fondo Monetario
Internacional (FMI), la sequía afectó
“gravemente” los derechos de exportación, por lo que plantea, se requiere
un “ajuste del gasto aún mayor al que ya se está llevando a cabo”.
Para Garay Méndez,
se llegó a un nivel de “distorsiones que no alcanza solo con un ancla”,
sino que debe haber una “política amplia que corrija precios relativos, recomponga reservas y deje de inyectar todo el
tiempo más pesos a la economía”.
Con lo mencionado
anteriormente por los analistas consultados, la disponibilidad de dólares se
perfila como un desafío crítico, las reservas continúan disminuyendo y no está claro cuánto aportará el FMI, por lo que los
riesgos son numerosos.
Es probable que el
Gobierno intente compensar la falta de dólares mediante diversos
controles y, así, evitar una desconexión en el tipo de cambio,
especialmente en el oficial. En esa misma línea, buscará evitar que se escapen los tipos de cambio financieros, lo
que, para los expertos, resulta una “tarea más difícil”.
“Tal vez pueda
beneficiarse de expectativas positivas generadas por las elecciones, pero los riesgos siguen siendo considerablemente altos”, concluyó Tiscornia. |