Por Francisco
Jueguen - En tan solo un año –entre el primer trimestre de 2022 y el mismo
período de 2023–, y como consecuencia de la aceleración de la inflación en el
país, los ingresos de las familias pobres y de clase media cayeron más que
durante dos años de pandemia. No pasó lo mismo, pese al discurso supuestamente
progresista del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, con los
ingresos que percibieron las familias de estratos altos, que pudieron cubrirse
de la fortísima suba de los precios.
Así surge de un
cálculo realizado por la consultora ExQuanti a partir de datos de la Encuesta
Permanente de Hogares del Indec (EPH), fundamentalmente aquellos que terminaron
en el informe de Evolución de la Distribución de Ingreso publicado la semana
pasada por el organismo que dirige Marco Lavagna.
Desde el primer
trimestre de 2022, cuando Martín Guzmán era el ministro de Economía, hasta el
mismo de este año, ya con Sergio Massa al mando en el Palacio de Hacienda, el
ingreso per cápita familiar –que se obtiene dividiendo el ingreso total
familiar por la totalidad de los componentes del hogar– mostró un deterioro
real (deflactado por inflación) de 2,45% en el estrato más bajo de la sociedad.
En el mismo período de tiempo, cayó 6,35% en el medio.
Entre 2020 y 2022,
el ingreso per cápita familiar había caído 1,61% para los más pobres y 6,58%
para lo que podría denominarse clase media, según los datos oficiales.
Sin embargo, las
mayores bajas de estos indicadores se registraron entre 2018 y 2020, el período
de gobierno de Mauricio Macri. Esos dos últimos años, marcados por dos corridas
cambiarias, reflejaron una significativa baja de los ingresos familiares de los
más pobres (18,09%) y de los segmentos medios (15,5%). Tampoco los más
pudientes, los estratos altos, escaparon: -15,8%.
Pese a que es un
dato económico, estos números tienen derivaciones políticas camino a las
internas de agosto. “Lo que no podemos seguir aceptando es una Argentina que
crece, pero no distribuye. Nuestro pueblo trabaja mucho, pero el salario no
alcanza. Aumento salarial para trabajadores registrados, salario universal para
trabajadores informales en transición a la formalidad”, escribió ayer en su
cuenta de Twitter Juan Grabois, quien irá a la interna de Unión por la Patria
nada más y nada menos que con el actual ministro de Economía del Gobierno
(Massa). En el mismo tuit, Grabois posteó un título de un medio kirchnerista
que titulaba “Crece la brecha de ingresos y la necesidad de buscar más trabajo
para llegar a fin de mes”.
En el largo plazo,
la caída de los ingresos de las familias es brutal. En cinco años, en promedio,
se desplomaron 23,21% en términos reales, según los datos oficiales del Indec.
Si solo se toma el ingreso individual, la baja real es mayor: 25,8%. En el
mismo período, la caída para los ocupados es de 26,5%; mientras que para los
asalariados llega a 25%.
Las cifras
contrastan con las celebraciones habituales en el oficialismo, que promueve las
cifras del crecimiento de las tasas de empleo (trabajo precario,
principalmente) y esconde la otra cara de la moneda: la persistente debacle de
los ingresos.
Según el trabajo de
la UBA y la UCA, la cantidad de ocupados pobres llegó a fines del año pasado a
27,3%. Para encontrar un dato similar, sacando el impacto de la cuarentena
oficial (30,5% en 2020) hay que irse a 2006 (28,5%).
Para peor, otro
dato del Indec publicado a fin de la semana pasada es un indicador más de que,
por lo menos en el corto plazo, las cosas no mejoraron para los trabajadores.
El índice de salarios de abril mostró un alza de 5,4% cuando ese mes el índice
de precios al consumidor (IPC) marcó un 8,4%. “Interanualmente, a pesar de la
pérdida mensual, el sector público es el que mejor estuvo en abril, aumentando
su poder adquisitivo en un 1%. El sector privado registrado registró una merma
real del 1,1%. Como viene sucediendo en los últimos años, el sector informal
registró una pérdida real del orden del 15%”, indicó el titular del Iaraf,
Nadin Argañaraz.
“La desaceleración
de la inflación en mayo y en junio debería posibilitar una recuperación real.
El gran desafío para recuperar poder adquisitivo sigue siendo la baja
sostenible de la inflación. El salario real es uno de los factores claves que
se tienen en cuenta a la hora de votar. No solamente el salario actual, sino
también el esperado, en función de la marcha de la economía”, agregó.
Massa espera que
junio le ofrezca una desaceleración de la inflación a niveles altos en torno al
6,5%. El ritmo de depreciación del peso en las últimas semanas (ver aparte)
confirma que esa es la expectativa del Gobierno. La consultora C&T, por
caso, registró un alza de 6,7%.
Por otra parte, con
foco en la clase media, Massa trabaja además en la mejora salarial a través de
una actualización de impuesto a las ganancias. En su equipo, no obstante,
indicaron ayer a que ese La Nacion proyecto todavía no estaba listo. |