Sábado 1 – Editorial de La Nación - Nuestra Constitución nacional establece que todos los habitantes son iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad.
Cuando un funcionario público utiliza los cupos de cargos estatales designando a dedo a parientes, amigos y allegados, sin que medien concursos ni se repare en antecedentes indispensables para asumir una función específica, se subvierte esa exigencia constitucional y se convierte en regla lo que pudo haber sido un hecho excepcional.
Ante la pregunta sobre cuál es el objetivo que persigue quién procede de esa manera no hay una sola respuesta. Muchos funcionarios lo hacen para pagar favores políticos o para reclamar reclamos de aquellos con los que alguna vez rivalizaron; otros, para favorecer a conocidos que, por su escasez de aptitudes, difícilmente lograrían procurarse por las suyas un puesto en el competitivo ámbito privado. También hay quienes directamente no tienen empacho en usar el dinero del Estado como si fuera propio –y no de los contribuyentes– para derrocharlo en personas a las que ni siquiera se les potencia una contraprestación.
Hay funcionarios que designan allegados porque necesitan rodearse de personas que consideran de confianza para que custodie intereses políticos o de otro tipo y otros que se ilusionan con que no tendrán costo alguno apostar a la lealtad en desmedro de la idoneidad. Está visto que solo una minoría de los “elegidos” por esos dispendiadores consuetudinarios de dineros públicos hacen honor a la elección.
En todos los casos de la nefasta práctica del nepotismo, es el Estado el que se resiente. seguramente, sobran ejemplos de esa práctica deleznable a lo largo y ancho de nuestro país, donde los feudos se retroalimentan atentando contra el sistema republicano.
Un informe
publicado por Ruido, un consorcio de periodistas de investigación,
especialistas en datos abiertos y referentes de organizaciones civiles en cada
provincia, arrojó que gobernadores, vicegobernadores e intendentes de las
capitales provinciales tenían, en febrero de 2023, al menos 146 parientes que
trabajaban en el Estado y que el 56% de las provincias no cuenta con normas que
impidan el nepotismo en la administración pública. Ese índice se eleva a 80% en
las municipalidades capitalinas, incluso en algunos distritos que cuentan con
restricciones.
A esos porcentajes
se arribó tomando las respuestas a los pedidos de acceso a la información
pública que se presentaron en todas las provincias consultando sobre los cargos
a gobernador, vicegobernador e intendente de las capitales de distrito y a
través de datos obtenidos de la consulta pública que el consorcio realizó entre
enero y marzo del corriente año.
¿Qué otras
revelaciones de importancia se obtuvieron en esta radiografíadel nepotismo en
nuestro país?
Jujuy, gobernada
por Gerardo Morales, encabeza el ranking: cuenta con 38 familiares relevadas
entre los tres funcionarios observados.
En Formosa se
detectaron 15 casos: 13 familiares del gobernador Gildo Insfrán, quien
contabiliza ya nada menos que 27 años en forma consecutiva al frente de la
provincia y que acaba de ser elegido para otros cuatro. Tantos años lleva en el
poder que los parientes ya empezaron a jubilarse.
Le sigue en este
ominoso listado la provincia de Catamarca: se detectaron diez parientes en el
Estado, de los cuales cuatro son familiares directos del gobernador Raúl Jalil.
En La Rioja, se
descubrieron diez parientes en el Estado, de los cuales ocho están vinculados
al gobernador Ricardo Quintela.
En San Luis, donde
el mismo proyecto político de los hermanos Rodríguez Saá ha venido gobernando
desde 1983, se hallaron diez parientes de los tres funcionarios relevados.
A San Luis le sigue
Santa Cruz, con nueve familiares en cargos públicos, de los cuales seis son
parientes de los Kirchner.
Del mismo informe
se desprende que de la citada mayoría del 56% de provincias que no legislaron
sobre prevención del nepotismo, no solo no dictaron una norma propia, sino que
tampoco adhirieron a la ley nacional de ética en el ejercicio de la función
pública ni al decreto de “designación de personas con algún vínculo de
parentesco”, de enero de 2018, del gobierno de Cambiemos.
Respecto de los
municipios capitalinos, el estudio de Ruido destaca que esa falta de normativa
es aún mayor. Solo la ciudad de Buenos Aires, La Plata, Mendoza, Santa Rosa y
Viedma poseen ordenanzas locales en ese sentido.
Ciertamente, a
nadie escapa que la cifra de 146 parientes de funcionarios que trabajan en el
Estado es apenas una muestra de lo que se pudo chequear. Ya sea por la falta de
información oficial publicada, por la negativa a responder los pedidos de
acceso a la información o por los traslados de personal entre dependencias del
Estado para intentar dejar la menor huella posible, los datos disponibles no
representan el mapa general del país. Hay innumerables redes y conexiones que
numerosas familias políticas argentinas construyen en todos los niveles
públicos con el fin de armarse una coraza de protección frente a
cuestionamientos de todo tipo, pero especialmente político judiciales.
El 10 de diciembre
se producirá un nuevo recambio de autoridades y todo indica que este estado de
cosas tenderá a repetirse. Informes como el citado son el producto de un enorme
esfuerzo mancomunado que debe ser apoyado y difundido.
El nepotismo en la
Argentina está tan extendido que hay quienes, peligrosamente, lo han
naturalizado, sin medir los riesgos que ello implica.
Como ya hemos dicho
en reiteradas oportunidades, de este tipo de acciones solo cabe esperar la no
rendición de cuentas y que los beneficiados por la larga mano del Estado
prebendario diriman en la más absoluta arrogancia los asuntos más sensibles de
sus gobernados. Eso no debe ser aceptado. El camino hacia la transparencia de
los actos de gobierno no está allanado, sino todo lo contrario; por eso,
debemos empezar a reclamar que nuestras autoridades empiecen de una vez por
todas a transitarlo.
El 56% de las
provincias no cuentan con normas que impidan el nepotismo en la administración
pública. Ese porcentaje se eleva al 80% en las intendencias capitalinas
Jujuy encabeza el
ranking con 38 familiares relevados entre el gobernador, el vicegobernador y el
intendente de la capital provincial
Trece familiares tiene en la función pública el gobernador formoseño, Gildo Insfrán, quien contabiliza ya nada menos que 27 años en forma consecutiva al frente de la provincia y acaba de ser elegido para otros cuatro.
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