Por Emiliano
Galli - La Dirección General de Aduanas (DGA) clausuró por 48 horas las
operaciones de dos depósitos fiscales de uno de los principales actores
del mercado, situados en el Puerto Buenos Aires y en Barracas, luego de una
inspección integral realizada junto con la AFIP en la tarde del miércoles.
La inspección
sobrevino horas después de que la empresa les informó a sus clientes
la nueva modalidad de liquidación de los gastos en dólares, "con una corrección por desfasaje
entre el aumento de costos y el tipo de cambio (oficial)", que arroja
"un tipo de cambio corregido para julio de $379,73".
Tras la misma, el
depósito fiscal, suspendido, dio marcha atrás con la comunicación que plasmaba
su estrategia de cobertura ante un contexto de extrema incertidumbre generado
por el "cepo perfeccionado".
Este cepo combina la obligación de pedir autorización para
operar servicios de transporte internacional, que puede demorar entre 60 y 90
días en aprobarse, como condición previa a cancelar al
exterior los fletes de importación y exportación. Y literalmente
"enloquece" a los operadores.
Así como el
depósito fiscal buscó cubrirse ante los desajustes entre la inflación, la
devaluación y el desconcierto por las autorizaciones de las SIRASe, un
agente de cargas (quien contrata espacio en bodega aérea o marítima por cuenta
y orden de importadores y exportadores) también les comunicaba a sus clientes
las medidas que adoptaría para "neutralizar" los efectos de
"cualquier posible variación cambiaria" en una actividad con gastos
que se facturan en dólares y se cancelan en pesos.
Comex, el sector del "sálvese quien pueda"
"Para facturas
por servicios de cargas aplica el 'tipo de cambio comex' para marítimo o aéreo,
según corresponda", les indicaba el agente a sus clientes, tras aclarar
además que cualquier tipo de cancelación en pesos será tomada "a cuenta".
El "tipo de
cambio comex", más allá de no existir, es el nombre con el que en el
mercado bautizaron al tipo de cambio de subsistencia, o sea, el que cuadra
con sus expectativas y capacidad de aguantar la discrecionalidad en los plazos
que fijó el Gobierno.
"Es un sálvese
quien pueda", confesó un operador con más de 40 años en actividad, tras
ilustrar la actividad actual como la de una "economía de guerra".
"Hace unos días, el ferry chileno que hace el
cruce entre Punta Arenas y Tierra del Fuego no dejó subir a 10 camiones
argentinos. El dueño de la empresa de camiones tuvo que pagar con su tarjeta de crédito personal el viaje: la empresa de camiones ya
no tenía cuenta corriente, y la compañía chilena no iba a esperar 90 días para
el pago", contó.
Esos camiones son
los que llevan los pocos insumos importados que llegan al Puerto
Buenos Aires para la producción de electrodomésticos, celulares y computadoras
en Río Grande, Tierra del Fuego. Una de las industrias "sensibles",
que luego cargo los productos terminados a los mismos camiones para recorrer el
camino inverso a Buenos Aires y otros centros de consumo.
Estas son sólo
algunas de las situaciones que se ven a diario en fronteras, depósitos, puertos
y oficinas comerciales de los actores de la logística y el transporte
internacional donde ya no se puede acceder al tipo de cambio oficial de manera
automática para cancelar un servicio internacional o en dólares, y donde la
cantidad de pesos que se acepta es directamente proporcional a la espalda
financiera, estructura de costos y al crédito de casas matrices o de
proveedores del exterior.
Por ejemplo,
hay un tipo de cambio prácticamente por cada línea marítima que opera
en el país buques portacontenedores, con una variación que va de los 299 a 365
pesos por dólar.
Dólar
container: un duro golpe a las empresas importadoras
En su rol de
intermediarios entre cargadores y transportistas, los agentes de carga se
debaten a diario también a qué tipo de cambio cotizar su servicio para sostener
su estructura y no perder frente a la devaluación y la inflación. Días atrás,
en una reunión de la cámara que los agrupa, se llegó a hablar de establecer
"un tipo de cambio a $500" o a pedir un "dólar logístico".
En un contexto de
estricto cepo importador, la supervivencia de estos actores depende más de los
aciertos de sus gerentes financieros al especular con la mejor cobertura que de
la capacidad de sus gerentes comerciales por fagocitar los pocos clientes
activos o con regularidad operativa que quedan en el comercio exterior.
Y como es una
cadena, todo se traslada. Y el que más pierde es el que menos capacidad de
negociación tiene, es decir, la carga.
"Hay depósitos fiscales y forwarders que se aprovechan
y buscan cobrar servicios a valores cercanos al contado con liqui, cuando las
navieras que brindan el servicio internacional cotizan a valor de un dólar
cercano al Rofex", lamentaba un importador, que es quien le paga el
servicio al forwarder quien, a su vez,
le cancela a las navieras, aduciendo que buscan "salvarse" con la
diferencia "a costa de la carga".
Valga la
aclaración: si la carga (importador) convalida esos mayores valores, también
los traslada a distribuidores y a la industria, encareciendo así no sólo el
consumo final, sino los productos que se fabrican para la exportación, que
pierden competitividad y, además, tienen un tipo de cambio "irreal",
el oficial.
En la diaria,
algunos tratan de salvar su empresa y otros su reputación: "Los que
seguimos aceptando pesos tenemos que fijar un cambio que nos proteja de lo que
va a pasar en los supuestos 90 días que tarde la
aprobación de la SIRASe,
cuando estamos seguros de que no las van a aprobar porque no hay plata.
Pero no sólo no pagás al exterior, sino que perdés toda la credibilidad: en el
exterior me cargan la mercadería porque saben que hace 30 años cumplo y
pago", lamentó un operador.
El SIRASe, como las
SIRA en el caso de la importación de bienes, les exige a los prestadores de
servicios mostrar su capacidad económico-financiera (CEF): "Pero una cosa
es justificar fondos para una importación, y otra muy distinta es en el caso de
un servicio: yo giro sólo después de cobrar localmente, y toda la documentación
que lo justifica está presentada con declaraciones juradas y facturas en
la Aduana y en los bancos", explicó un agente de carga.
El diálogo con el
Gobierno no está cortado, pero es difícil. Las posturas de los privados buscan
explicar la esencialidad del servicio, y desde el sector público el libreto es
evitar que se drenen divisas.
Por eso, desde la
Aduana se pidió al sector que eleven "tarifas de referencia" al
entender que los dólares reclamados para pagar fletes no guardaban relación con
los volúmenes operados.
"Están fugando
los dólares que necesita la producción", habría dicho Guillermo Michel,
director de Aduanas, sobre algunas navieras, advirtiendo sobre maniobras de
sobrefacturación en los fletes. Pero lejos de convertirse en una investigación
puntual, motivó un cepo a todo el arco de los servicios de transporte.
Los reclamos de
todas las cámaras motivaron un principio de revisión. El Banco Central emitió
una nueva comunicación ("A" 7789) hace 10 días donde eliminó el
código S02 (servicio de flete) que obligaba a tramitar SIRASEs y lo desdobló en
dos nuevos códigos: S30 y S31 para los servicios de fletes de importación y
exportación, respectivamente.
"Pensamos que, al derogar el S02, se caía la obligación
de tramitar las SIRASe, o incluso que iban a ser más contemplativos con los
fletes de exportación: la realidad es que se sigue exigiendo el permiso y sólo
habilitaron autorizaciones para la exportación. Casi nada de importación",
señaló un operador del mercado que
hace un seguimiento diario de estos trámites.
En ese "casi
nada" de "servicios de transporte de importación" aprobados
estaba el vuelo chárter que trajo desde el exterior los billetes de 2.000 pesos
para la Casa de la Moneda. |