Por Paula Urien - Cuando
sale el informe sobre el intercambio comercial argentino (ICA) realizado por el
Indec, hay un dato que siempre se mira de cerca: cuántos dólares ingresaron ese
mes en la Argentina. Si la balanza comercial fue positiva, hay algo de alivio;
si resultó negativa, quiere decir que salieron más divisas de las que entraron
y es una muy mala noticia en el marco de la escasez alarmante de reservas que
padece el país. Expertos en comercio exterior aseguran que esta situación no
debería medirse en estos términos porque las importaciones son absolutamente
necesarias para la producción nacional, pero la realidad marca otra dimensión a
la hora de analizar los números.
Lo cierto es que,
en mayo pasado, la balanza comercial mostró un déficit de US$1154 millones, el
más alto desde mayo de 2018 y el cuarto registro negativo de los cinco primeros
meses del año.
Es curioso que hay
que llegar al mismo mes del penúltimo año del gobierno de Mauricio Macri para
encontrar un número tan negativo. En ese entonces, también castigada por la
sequía, la balanza comercial había registrado un déficit de US$1285 millones.
El resultado del
mes pasado es producto de exportaciones que llegaron a US$6203 millones e
importaciones por US$7357 millones, con una baja del 24,8% y del 6,7%,
respectivamente. El efecto sequía sigue haciendo estragos en los números de los
envíos al exterior. El intercambio comercial (exportaciones más importaciones)
disminuyó 16% en relación con igual mes del año anterior, y alcanzó un monto de
US$13.560 millones, según consigna el Indec.
Las exportaciones
cayeron debido a una baja de 12,5% en las cantidades, pero también de los
precios, que disminuyeron un 14,1%. Este número da cuenta del fin definitivo
del veranito de precios que se registró durante la pandemia. Hubo una baja en
todos los rubros: los productos primarios (PP), -37,2%; las manufacturas de
origen agropecuario (MOA), -29%; las manufacturas de origen industrial (MOI),
-9,1%, y los combustibles y energía (CyE), -5,5%.
Para Marcelo
Elizondo, analista internacional y especialista en comercio exterior, “la
balanza comercial da mal. El principal problema es la caída de las
exportaciones, especialmente motivada por los efectos de la sequía. Es notable
la caída de las ventas de productos primarios y de las manufacturas de origen
agropecuario”.
Elizondo advierte
que también caen las exportaciones de productos industriales, más de 9%, y las
de combustibles y energía. “No es solamente la sequía”, analiza. “Acá hay un
problema de competitividad y claramente hay un
efecto del atraso
cambiario y de las regulaciones al comercio exterior”, dice.
Compras al
exterior
Las importaciones,
por su parte, también tuvieron su baja, esta vez del 6,7% con respecto a mayo
de 2022 (-529 millones de dólares), ya que, aunque aumentaron las cantidades un
3,8%, hubo una caída del 10,4% en los precios.
Una buena noticia:
se redujeron las importaciones de combustibles y lubricantes (CyL) en un 38,6%.
El ítem llamado “el resto”, en tanto, cayó 36,5%, fundamentalmente por la menor
compra de bienes despachados mediante servicios postales (couriers).
Además, según
Elizondo, “las importaciones caen porque el Gobierno las restringe y las
limita. Esto es muy complicado porque están cayendo los bienes intermedios un
3%, que son insumos para la producción. A pesar de todo, lo que el Gobierno no ha
podido impedir son las importaciones de bienes de capital (BK)”, sostiene el
analista. Este rubro aumentó un 6,2%, y las de piezas y accesorios para bienes
de capital (PyA) crecieron un 5,9%. La compra al extranjero de vehículos
automotores de pasajeros aumentó un 47,4%.
Un tema clave para
Elizondo es “cómo maneja el Gobierno a quién le permite importar y a quién no y
en qué condición se conceden las SIRA, sobre todo considerando que, ante el
tipo de cambio atrasado, conviene adelantar importaciones”, finaliza.
Por su parte, FIEL
registró que, en mayo, la producción industrial tuvo una caída de 3,4% (ver
pág. 18) a causa de “la crítica situación de reservas que impulsa una
profundización de las limitaciones al acceso a las divisas para el pago de
insumos importados”.
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