Por Sofía Diamante
- Las promesas de la oposición de quitar el cepo cambiario en los primeros días
de gestión, si resulta electa, choca con la dificultad de la herencia que
recibirá en el Banco Central (BCRA). Si el año pasado la mayor preocupación
entre los analistas económicos eran los vencimientos concentrados de la deuda
en pesos, el Gobierno logró pasar el desafío con ayuda financiera de la entidad
monetaria. La consecuencia de esa decisión es que el Banco Central quedó más
debilitado, sin dólares en sus reservas y con un excedente de obligaciones en
pesos (llamada más comúnmente como “bola de Leliq”).
El próximo gobierno
deberá enfrentar también vencimientos en pesos, pero la mayor parte de esas
obligaciones está en manos del sector público, por lo cual no se esperan dificultades
para renovar esa deuda.
“La compra de
títulos en pesos que viene haciendo el Central en el mercado secundario licuó
mucho la participación privada. Por lo tanto, ahora hay una estructura donde
alrededor del 70% de esta tenencia está en manos del sector público. Eso baja
el riesgo de reestructuración que creía el mercado, porque el sector público
renovará la tenencia de la deuda al momento del vencimiento, pero fue a costa
de mayor emisión monetaria y de retroalimentar el desequilibrio de las Leliq, que
ya equivalen a casi 2,8 veces la base monetaria”, analizó el economista de la
consultora Anker Federico Furiase.
Entre la deuda que
quedó en manos del sector privado, la mayor parte de esos tenedores son bancos,
fondos comunes de inversión (FCI) y compañías de seguro, que están regulados
por el Gobierno. “A diferencia de lo que ocurría con la gestión anterior,
cuando una parte importante de la deuda estaba en tenencia de inversores del
exterior, que generaba más volatilidad financiera y cambiaria, los acreedores
actuales son locales y están regulados. Los vencimientos, además, equivalen a
8% del PBI, que es sostenible. El problema actual ahora es que no hay un nivel
de reservas netas suficientes para afrontar una eventual salida de capitales,
si se relajan los controles de capital el primer día. Ahí está el principal
desafío”, dijo Furiase.
“Levantar el cepo
con esta demanda potencial de pesos puede transformarse en un problema si la
nueva administración no logra generar una fuerte credibilidad y disponer de un
programa económico sólido y consistente. Que la mayor parte la deuda la tenga
el sector público es un atenuante, pero la situación genera presiones para
normalizar desde el primer día”, coincidió Fernando Baer, analista de la
consultora Quantum.
La incertidumbre
que genera el escenario político luego de las PASO desincentivó a los
ahorristas privados a prestarle dinero al Tesoro con vencimientos posteriores a
agosto.
El Ministerio de
Economía sorteó esta dificultad con el guiño del Fondo Monetario Internacional
(FMI), que permitió que el BCRA financiara de manera indirecta al Tesoro. El
mecanismo funciona así: la entidad monetaria compra deuda que está en manos de
entidades públicas, como el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la
Anses. Estos organismos, a su vez, vuelven a financiar al Ministerio de
Economía con los pesos obtenidos por parte del Banco Central.
“En los últimos
meses, las compras del BCRA se vienen haciendo contra ventas por parte de
entidades públicas, que luego utilizan los pesos obtenidos para participar en
las licitaciones primarias. El BCRA luego estira los vencimientos del Tesoro,
participando en los canjes con los títulos adquiridos. Es decir, con la
liquidez obtenida, el FGS va a las licitaciones primarias del Tesoro y, con los
títulos comprados, el BCRA ingresa a los canjes”, dice el último informe de la
consultora Anker, que fundó el exsecretario de Finanzas Luis Caputo.
Desde junio de 2022
hasta el mes pasado, la emisión monetaria acumulada que el Central destinó a la
compra de títulos del Tesoro en el mercado secundario equivalió a 2,4% del PBI,
según proyecciones de Anker, que es prácticamente igual al financiamiento neto
que obtuvo el Ministerio de Economía.
En el acuerdo con
el FMI, el Fondo limitó el financiamiento directo del Central al Tesoro, al
establecer cuánto es el máximo que la entidad puede transferir en forma de
adelantos transitorios. Sin embargo, dejó abierta la posibilidad de que el BCRA
financie a Economía de manera indirecta, comprando deuda en el mercado
secundario para darles liquidez a los ahorristas.
“En nuestras
estimaciones, el próximo gobierno va a heredar una deuda con el sector privado
en pesos que rondaría el 7% del PBI. Esto contrasta con nuestras estimaciones
de 10% del PBI que proyectábamos un año atrás, básicamente porque el BCRA ya
emitió 3% del PBI para recomprar deuda en pesos en el mercado secundario. Esto
redujo parcialmente el riesgo de reestructuración a costa de una mayor
inflación que ya estamos evidenciando”, indicó el economista Juan Ignacio
Paolicchi, analista de la consultora Empiria.
La consultora 1816
estimó que, entre adelantos transitorios y compras de bonos soberanos en pesos
en el mercado secundario, el Central financió al Tesoro por $2,4 billones en el
año. “Solo una parte pequeña fue por adelantos ($0,7 billones), mientras que la
principal fuente de emisión fueron las compras de títulos ($1,7 billones), en
buena medida a entes públicos (para que fondeen las subastas del Tesoro). El
gran problema es que, dada la estacionalidad del déficit, el fisco necesitará
incluso más pesos en la última parte del año”, dijeron en su último informe. |