Por Joaquín Morales
Solá - A pesar de los documentos y las declaraciones acuerdistas, el pacto de
dirigentes de Juntos por el Cambio con el gobernador de Córdoba, Juan
Schiaretti, se cayó. “La única posibilidad de que esa alianza se inscriba
mañana [por hoy] es que buena parte de la coalición haya decidido romper Juntos
por el Cambio. Y eso no es previsible”, señaló ayer uno de los principales
dirigentes de la alianza opositora. Hoy, en efecto, vencerá el plazo para
inscribir alianzas ante la Justicia Electoral.
La conclusión de
aquel dirigente se suma a la declaración de la convención nacional de la Unión
Cívica Radical, que, si bien ratificó su vocación de ampliar la coalición, no
exhibió apuro en hacer nuevas alianzas. “Es verdad que todo Juntos por el
Cambio quiere ampliar la coalición. La pregunta que debemos responder antes es
con quiénes y cuándo”, agregó aquel candidato.
La decisión de
Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Elisa Carrió y Martín Lousteau de
correr en busca de Schiaretti iba a tropezar inevitablemente con la oposición
del influyente radicalismo cordobés, que integra la amplia coalición opositora
que enfrentará al gobernador de Córdoba dentro de diez días con la candidatura
de Luis Juez para gobernar esa provincia. Y tropezó. Es probable que los
acuerdistas de Juntos por el Cambio proyecten hacer otro tipo de alianza, menos
formal, con Schiaretti antes de las primarias de agosto, pero el gobernador
cordobés aspiraba a un acuerdo formal y firmado a la luz pública. “Es un hombre
institucional; no le gustan los acuerdos en la oscuridad”, aclaran a su lado.
Según Patricia
Bullrich, los acuerdistas de Juntos por el Cambio también exploraron la
posibilidad de una alianza parecida con el gobernador de Santa Fe, Omar
Perotti, pero ahí chocaron con sectores locales del radicalismo y del
socialismo que aspiran a derrotar al actual mandatario peronista.
Perotti es uno de
los gobernadores peor valorados en casi todas las encuestas de opinión pública,
sobre todo por el pésimo manejo de la creciente inseguridad en Santa Fe durante
su administración. Lo único que une a Perotti, Schiaretti y Rodríguez Larreta,
entre varios más, es que comparten el asesoramiento político de Guillermo
Seita, un hombre que se mueve en la sombras, pero que es influyente desde los
años 90, cuando trabajaba para el entonces superministro de Economía, Domingo
Cavallo. Juez tiene a Seita entre ceja y ceja. El “paseador de perros” lo
llama, en alusión a la cantidad de políticos de distinta extracción de los que
Seita es consultor político.
Con Perotti o sin
Perotti, lo cierto es que el lunes hubo otro documento de un grupo de
dirigentes de Juntos por el Cambio (Rodríguez Larreta, Morales, Miguel Ángel
Pichetto, Carrió y Lousteau, entre varios más) que insistieron en la necesidad
de ampliar Juntos por el Cambio, aunque no mencionaron a Schiaretti.
El documento
celebró la victoria en San Luis de Claudio Poggi, un peronista que nació a la
vida política bajo la tutela de los Rodríguez Saá y ahora los enfrentó, y
señaló que ese es el ejemplo que Juntos por el Cambio debe seguir para ampliar
la coalición opositora.
La diferencia entre
Poggi y Schiaretti es que el gobernador electo de San Luis abandonó el
territorio político de los Rodríguez Saá en 2017 y desde entonces, hace casi
seis años, pertenece a Juntos por el Cambio. “Poggi ya pasó la prueba del
ácido. No es lo mismo que Schiaretti, a quien tenemos que enfrentar en los
próximos días”, apuntó otro importante dirigente de la coalición opositora.
El documento de los
acuerdistas tuvo el mérito de exponer públicamente las posiciones políticas e
ideológicas que se enfrentan en Juntos por el Cambio. Mientras Rodríguez
Larreta cree que solo un gobierno de amplia base política, que debe
necesariamente incluir al peronismo, puede resolver la crisis argentina,
Patricia Bullrich ratificó que no está dispuesta a poner en discusión el
cambio. “Voy a negociar, pero nunca negociaré el cambio”, precisó.
Para ella, la
competencia actual es entre los defensores del statu quo y los que promueven
cambios profundos en la política y la economía. Nunca habla del peronismo,
aunque se supone que lo incluye cuando anuncia que negociará con ciertas
condiciones. El acuerdismo explícito de algunos se torna relativo en los otros.
Esa es la diferencia de fondo entre ellos. De todos modos, Bullrich debe
decidir todavía cuál es su programa nacional y con quiénes lo hará. Debe
decidir quién será su candidato a vicepresidente cuando van quedando pocos
candidatos. Uno es el gobernador saliente de Mendoza, Rodolfo Suárez; otro es
Mario Negri, uno de los pocos dirigentes radicales que cuentan con conocimiento
nacional. Negri es el presidente del bloque de diputados radicales.
No sorprende la
firma de Pichetto en ese documento de los acuerdistas; Pichetto viene
proponiendo un acuerdo fundamental entre peronistas y no peronistas desde que
era presidente del bloque se senadores peronistas durante el gobierno de
Mauricio Macri.
A su vez, Gerardo
Morales siempre estuvo más cerca del peronismo que el resto del radicalismo; de
hecho, en 2015 prefería un acuerdo con Sergio Massa, con quien tiene una
alianza provincial en Jujuy, anpopular tes que con Macri. Su posición fue
derrotada en la convención radical de Gualeguaychú que se inclinó por la
construcción del viejo Cambiemos. En esa convención tuvo una participación
decisiva Ernesto Sanz, entonces presidente del radicalismo.
Sorprende más la
presencia de Elisa Carrió entre los acuerdistas porque ella fue siempre muy
crítica de Lousteau y de los dirigentes peronistas que gobiernan Córdoba desde
hace 24 años. Quizá lo que explica la posición de Carrió es su regreso a las
posiciones más críticas a Macri y, por extensión, a Patricia Bullrich. Sea como
fuere, solo Aníbal Fernández fue tan crítico de Macri como lo es ahora Carrió.
Es improbable que esa relación entre Carrió y Macri, que supo ser amable, pueda
recomponerse después de las declaraciones de la líder de la Coalición Cívica de
los últimos días.
La polémica por
Schiaretti solo profundizó la pérdida de apoyo de la marca de Juntos por el
Cambio, que ya venía en caída libre. Los encuestadores y analistas de opinión
pública sostienen unánimemente que la insistencia en las peleas internas
provocó semejante devaluación de la coalición opositora. Es lo que explica
también el destacado ausentismo en las elecciones provinciales del domingo
pasado y el crecimiento en las encuestas nacionales de Javier Milei. El
dirigente libertario hizo muy malas elecciones en los comicios provinciales que
se realizaron hasta ahora, pero los encuestadores aseguran que Milei es un
fenómeno nacional que no puede medirse por comicios provinciales.
El nuevo
Clemente
El encuestador
Alejandro Catterberg sostiene que Milei hará en las elecciones de este año el
papel que cumplió en 2001 la figura de Clemente, una creación artística del
dibujante Caloi. Según Catterberg, Clemente fue la segunda figura más votada en
las elecciones de 2001, apenas por debajo del Partido Justicialista. “Clemente
fue la expresión del hartazgo de la sociedad en 2001, como ahora podría serlo
Milei”, argumenta Catterberg.
De todos modos, la
magra cosecha de Milei en las elecciones del interior del país es una
información política que debe tenerse en cuenta. Del mismo modo, la política
debe tomar nota del derrumbe del kirchnerismo en las provincias más
importantes, como Mendoza, donde apenas superó el domingo el 15 por ciento de
los votos.
El peronismo de
Mendoza es liderado por la senadora Anabel Fernández Sagasti, una de las
dirigentes que cuentan con la protección explícita de Cristina Kirchner. No le
sirvió de nada.
La desesperación de
Eduardo “Wado” de Pedro por mimetizarse con el triunfo de los tucumanos Juan
Manzur y Osvaldo Jaldo fue patética. Corrió a Tucumán antes de que se
conocieran los primeros resultados de las elecciones del domingo. ¿Cómo supo
los resultados antes de que se contaran los votos? Misterios de la política
norteña. Nadie puede vincular honestamente a Manzur y Jaldo con el camporismo
que expresa De Pedro.
El ministro del
Interior es uno de los tres dirigentes más importantes de La Cámpora, junto con
Máximo Kirchner y Andrés “Cuervo” Larroque. Manzur y Jaldo deberían explicar
antes qué pasó en la capital provincial con las elecciones de intendente. El
conteo de votos se suspendió por la supuesta caída del sistema cuando las dos
candidatas, la oficialista y la opositora, estaban empatadas. Es la primera vez
que pasa algo parecido en la capital tucumana; la supuesta caída del sistema se
dio solo en la capital de la provincia. Además, según observadores imparciales
las escuelas que faltan escrutar son justo las que históricamente ganó Juntos
por el Cambio.
La Junta Electoral,
que es la que tiene a cargo el recuento de votos, está integrada por personas
que responden absolutamente al actual gobernador Manzur. Manzur es el mismo
gobernador que ordenó un bono excepcional de 20.000 pesos a los empleados
públicos en medio de la veda electoral. Lo que hubiera producido un escándalo
político en cualquiera de los grandes distritos electorales transcurre casi
como una risible anécdota en las provincias feudales del norte argentino.
Por eso, es
importante que Juntos por el Cambio decida, antes de correr en busca de nuevas
alianzas, con quién y cuándo es conveniente trabajar ciertos pactos.•
Los encuestadores
sostienen que la insistencia en las peleas provocó una devaluación de Juntos
por el Cambio
Para Catterberg,
Milei hace el papel de Clemente en 2001, que fue la expresión del hartazgo en
aquella votación |