Sábado 10 - Por Javier Blanco - La deuda remunerada del Banco Central (BCRA), más
comúnmente conocida como “bola de Leliq”, superó el último martes los $15
billones, monto que supone no solo un nuevo máximo nominal, sino un récord en
relación con el tamaño de la economía o la base monetaria.
Es un pasivo muy
oneroso (mantenerlo costó unos $940.000 millones durante mayo, por ejemplo) que
se multiplicó por 13,6 en la gestión de Alberto Fernández (estaba en $1,09
billones al asumir).
El problema es,
básicamente, que durante su gestión nunca dejó de crecer y ahora –incluso– tomó
una dinámica muy peligrosa: trepó casi un 50% en lo que va del año, un 125%
desde que Sergio Massa asumió en agosto del año pasado, en el Ministerio de
Economía, y más del 165% medido interanualmente.
La deuda remunerada
del Banco Central (BCRA), más comúnmente conocida como “Bola de Leliq”, superó
el último martes los 15 billones de pesos, monto que supone no sólo un nuevo
máximo nominal, sino un récord en relación con el tamaño de la economía o la
base monetaria (BM).
Es un pasivo muy
oneroso (mantenerlo costó unos $940.000 millones durante mayo, por ejemplo),
que se multiplicó por 13,6 en la gestión de Alberto Fernández (estaba en $1,09
billón al asumir).
El mandatario había
hecho especial énfasis en su campaña electoral denunciándolo como “ruinoso”
-cuando rondaba los $1,3 billones-. Más aún: había proclamado que lo que el
ente monetario gastaba entonces en honrar sus intereses (unos $80.000 millones
por aquel entonces) lo iba a destinar a “aumentar las jubilaciones”.
El problema es,
básicamente, que durante su gestión nunca dejó de crecer y ahora -incluso- tomó
una dinámica muy peligrosa: trepó casi en un 50% en lo que va del año, en un
125% desde que Sergio Massa asumió en agosto del año pasado el Ministerio de
Economía y más del 165% medido interanualmente.
Es decir, incluso
por encima del muy elevado nivel de nominalidad que exhibe hoy la economía
local.
De este modo, en la
muy abarrotada “playa de estacionamiento” del BCRA ya hay 117% más pesos que
los que están en circulación, un monto que equivale a 12,9 puntos del PBI,
según datos de Facimex Valores, muy por encima del nivel que esta deuda (cuando
estaba compuesta mayoritariamente por Lebac) había alcanzado antes que estallara
en la corrida cambiaria en 2018.
Parte importante de
ese crecimiento radica en que es una deuda que “tomó vida propia”, ya que el
tamaño que alcanzó ese stock (compuesto en un 76% por las Letras de Liquidez y
en un 24% por los pases pasivos) y su cada vez mayor costo de mantenimiento
(remunera las primeras a Tasa Efectiva Anual del 154,88% y los segundos, al 91%
nominal anual) hace que se genere cada poco más de tres meses una nueva base
monetaria.
Es decir, una
cantidad de dinero similar a todos los pesos en circulación (es decir, billetes
y monedas en poder del público, sumando las reservas de liquidez de los
bancos).
La borrachera
monetaria en que incurrió la administración Fernández, estimada ya cerca de los
17 puntos en relación con el tamaño del PBI por el economista Gabriel Caamaño,
del Estudio Ledesma, anuló por completo cualquier posible eficacia de estos
instrumentos concebidos como de “esterilización”, es decir, diseñados para
retirar del mercado los pesos emitidos en exceso de manera de adecuar el
circulante a la demanda relacionada con la actividad económica.
Y la clave de ello
fue que a la “maquinita” se le dio uso exclusivo para financiar un gasto
público que alcanzó en los últimos años niveles imposibles de soportar por
otras vías.
Las consecuencias
del abuso
Según distintas
estimaciones de mercado, la emisión monetaria destinada a auxiliar por vía
directa o indirecta al Gobierno acumula los $3,3 billones sólo en lo que va del
año: $670.000 millones fueron por Adelantos Transitorios; $700.000 millones por
compras de dólares más caros (a $300) y $1,9 billones más si se considera lo
que gastó el BCRA en comprar bonos del tesoro en el mercado secundario.
A esa cuenta se
deben agregar, desde ya, los pesos que el BCRA emite para pagar los intereses
de su deuda, factura que ya acumula $3,8 billones. Parte de esa emisión fue
compensada vía la colocación de Leliq por $2,3 billones y de pases por $1,6
billones (según datos oficiales hasta fin de mayo), y por la venta neta de
divisas de reservas (otros $501.000 millones).
“Se ingresó en una
dinámica muy compleja. El BCRA se ve obligado a subir la tasa para mantener
cierto atractivo para los depósitos en pesos, pero el efecto antiinflacionario
de esta medida, contrariamente a lo que ocurre en otros mercados, es muy
reducido o queda invalidado”, explicó la consultora Delphos Investment.
Allí alertó incluso
que la proyección es que el denominado déficit cuasi fiscal, que había llegado
a representar 4,3% del PBI en 2022, termine este año superando los 8 puntos
medidos en esa relación, dado que mientras los pagos de intereses mensuales
superarán el billón de pesos a partir de este mes, la economía se sumirá -en el
mejor de los casos- en un estancamiento.•
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