La negociación
entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ingresó en una etapa
decisiva con el objetivo de reformular el programa económico y definir las
facilidades a las que accederá la Argentina para sostener a la economía y
garantizar la supervivencia del “plan llegar” en un contexto de fuerte escasez
de reservas en el Banco Central (BCRA) y en el arranque de una campaña
electoral crispada.
Mientras el FMI
sigue sin dar detalles sobre el avance de la hoja de ruta en las discusiones
con la Argentina, fuentes del Ministerio de Economía que siguen el minuto a
minuto de ese intercambio anticiparon a que negocian detalles de un adelanto de
fondos –“frontloading”, en la jerga del organismo– por alrededor de US$12.400
millones, superior al previsto originalmente, que se daría en dos tramos este
año. En Economía evitaron dar detalles respecto de cuáles serían las
condiciones para recibir esa ayuda excepcional, y en Washington dejaron abierto
el desenlace de las negociaciones y el monto final al que accederá el Gobierno,
al considerar que el FMI solo se limitará a ofrecer las facilidades
estrictamente necesarias para evitar un colapso antes del cambio de gobierno.
Las fuentes
oficiales confiaron a que un equipo del Palacio de Hacienda se prepara para
viajar la próxima semana a Washington para terminar de cerrar el acuerdo
técnico o staff level agreement. El ministro de Economía, Sergio Massa, tiene
previsto sumarse días después para la foto final de cierre, probablemente luego
del 20 de junio, cuando se inaugura el gasoducto Néstor Kirchner, y antes del
crucial cierre de las listas. Massa es uno de los potenciales candidatos a
presidente por el Frente de Todos.
“Estaría en los
próximos siete días”, se entusiasmaron en Economía sobre el acuerdo técnico. En
el Palacio de Hacienda apuntaban a que ese visto estuviera listo el próximo
lunes, pero todavía quedan negociaciones cruciales en el margen. Según precisaron,
aún falta pulir montos de intervención, y medidas fiscales y aduaneras, entre
otras.
Antes del cambio de
gobierno, el 10 de diciembre, el Fondo tiene previsto girarle a la Argentina
alrededor de US$10.600 millones, según el cronograma de desembolsos previsto en
el Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés). Se
trata de tres giros: uno por alrededor de US$4000 millones, que originalmente
estaba previsto para principios de junio, y otros dos, uno en septiembre y otro
en diciembre, por alrededor de US$3300 millones cada uno. A mediados de abril,
Massa comenzó negociaciones para que el FMI adelantara esos desembolsos, una
maniobra que ya usó Mauricio Macri en 2018. Esa maniobra generó durísimas
críticas contra el FMI, en particular desde el Frente de Todos, que acusó al
organismo de respaldar la reelección de Macri.
En Estados Unidos
siempre consideraron que ese adelanto de fondos era un objetivo muy difícil,
pero plausible, y economistas y exfuncionarios del Fondo indicaron que, para
brindar fondos frescos, el organismo probablemente pida a cambio una lista de
condiciones, incluida una aceleración de la devaluación del tipo de cambio
oficial, un fuerte ajuste fiscal y garantías políticas para salvaguardar el uso
de los fondos en medio de la campaña.
Las fuentes del
Ministerio de Economía contaron a que esperan recibir esos US$10.600 millones
y, además, US$1800 millones correspondientes a 2024. Serían en dos tramos: julio
y septiembre. Altratarse de fondos que, en parte, deberían estar disponibles par
a la próxima administración, el staff del FMI puede llegar a solicitar
garantías políticas o poner trabas al uso de los desembolsos para evitar roces
políticos con el futuro gobierno, con el que deberá encarar una nueva negociación.
E lFondo también quedó bajo presión por la flexibilidad que mostró con el país.
Las discusiones
entre el Fondo, que suele mantener un fuerte hermetismo durante las
negociaciones con sus miembros, y el Gobierno se estiraron ya por casi dos
meses sin arrojar avances concretos hacia una resolución definitiva.
Optimistas, fuentes de Economía habían estimado originalmente, en abril, que la
reformulación del acuerdo demandaría dos o tres semanas. La Argentina debe
pagar a fin de este mes un nuevo vencimiento.
Con su habitual
prudencia, la directora de Comunicaciones del FMI, Julie Kozack, dijo en una
conferencia de prensa en Washington que el staff del organismo y los
funcionarios argentinos continúan trabajando “fuerte” y “muy estrechamente”
para mover hacia adelante el programa de la Argentina con el FMI, una discusión
altamente compleja que aspira a preservar el hilo de estabilidad que sostiene a
la economía durante el año electoral. Pero Kozack, quien leyó una declaración
preparada al responder preguntas sobre la Argentina, evitó dar detalles sobre
avances concretos, y tampoco anticipó una fecha para una eventual reunión cara
a cara.
“Esperamos que se
lleve a cabo una reunión en persona en algún momento”, afirmó Kozack. Dijo
además que los equipos están trabajando para “avanzar en el programa”, y
detalló tres objetivos de la negociación: salvaguardar la estabilidad, mejorar
la sostenibilidad fiscal y fortalecer las reservas. “Los equipos han estado
trabajando muy duro juntos. La situación en la Argentina es muy compleja”,
indicó Kozack. “Los equipos continúan trabajando constructivamente. Las
discusiones son frecuentes y apuntan a avanzar el programa. Y comunicaremos más
cuando tengamos mayores detalles. Esas discusiones están en curso y ciertamente
no quiero adelantarme a ellas, pero nos comunicaremos más una vez que tengamos
más detalles”, señaló la vocera.
La negociación
actual entre la Argentina y el FMI arrancó a mediados de abril, cuando Massa y
su equipo visitaron la capital norteamericana para la reunión de primavera del
Fondo y el Banco Mundial. Debido al impacto de la sequía, que generó un agujero
de US$20.000 millones en las exportaciones, dejó a la economía en la puerta de
una recesión y pulverizó cualquier posibilidad de cumplir con las metas del
programa con el Fondo, Massa apuntó a reformular todo el acuerdo, buscando una
mayor flexibilidad y un refuerzo para las reservas del BCRA. “Todo está sobre
la mesa”, fue el mensaje oficial en ese momento.
Para llevar la
negociación a buen puerto, en el Gobierno confían en el apoyo político del
gobierno de Joe Biden. El Tesoro norteamericano mostró reparos con el programa
económico que lleva adelante Massa, pero la última palabra es de la Casa
Blanca, que fue una férrea aliada de la Argentina. Estados Unidos es el
principal accionista y, por lo tanto, es vital para conseguir la aprobación del
nuevo acuerdo. Pero la administración demócrata también dejó en claro que,
antes de brindar un nuevo respaldo, primero el Gobierno debe conseguir un
acuerdo técnico con el Fondo.
“Nosotros
consideramos a la Argentina un amigo importante y socio en muchas, muchas
áreas. Queremos apoyar a la Argentina. Creo que lo hemos hecho, y seguiremos
apoyando a la Argentina. Reconocemos el momento increíblemente difícil que el
pueblo argentino está atravesando económicamente, y esperamos que los líderes
argentinos encuentren una forma de salir adelante con el respaldo de la
comunidad internacional”, dijo la semana pasada Brian Nichols, jefe diplomático
del Departamento de Estado para América Latina. Ayer, el presidente Alberto
Fernández tuvo una charla con el consejero de Seguridad Nacional, Jake
Sullivan.
“Se está llevando a
cabo un canje de deuda muy importante (ver página 20), que comprometía todo el
segundo semestre, lo cual es mirado con mucha expectativa por todo el Gobierno
y también por el Fondo Monetario Internacional (FMI)”, sostuvo ayer la portavoz
presidencial, Gabriela Cerruti. “Este era uno de los puntos que se estaba
aguardando a ver cómo finalizaba para poder avanzar en los nuevos acuerdos y
las negociaciones que se están llevando adelante”, agregó en su tradicional
conferencia de prensa.ß
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