Por Matías Moreno -
Con su ofensiva para incorporar a Juan Schiaretti a Juntos por el Cambio,
Horacio Rodríguez Larreta buscó dar un golpe de efecto antes del cierre de
alianzas. Desde hace semanas sobrevolaba entre sus leales una brisa de
nerviosismo ante las dificultades para ganar centralidad en la interna o salir
del estancamiento en las encuestas. Algunos esperaban que pateara el tablero
para recuperar la iniciativa. Otros, que evitara exponerse al desgaste por un
nuevo traspié. La nueva dinámica de Pro lo había puesto contra las cuerdas.
Con el sostén de
Mauricio Macri en las sombras, Patricia Bullrich se movía con mayor soltura en
el ring electoral y le devolvía cada golpe. Macri y Bullrich no solo expusieron
ante la opinión pública la falta de consenso en Pro en torno de su jugada de
convocar a elecciones “concurrentes” en la Capital, sino que lo acusaron de
favorecer al radical Martín Lousteau en la cuna del macrismo. Al mismo tiempo,
bloquearon hasta ayer su intento de sumar a José Luis Espert. El postrero
triunfo del eje Macri-Bullrich fue la capitulación porteña: Larreta corrió hace
una semana a Fernán Quirós de la disputa por la ciudad y ungió al primo del
expresidente después de meses de tironeos. Esa decisión dejó una sensación de
derrota en las tropas del larretismo, pese al intento de maquillar la
declinación con los números de los sondeos.
Para Larreta,
repiten sus armadores, cada voto que se gana es vital. Ante una contrincante de
fuste como Bullrich, el jefe porteño ajustó su estrategia en los últimos meses
para no perder terreno en la pecera de votos de Juntos por el Cambio. Después
de sellar su alianza con un sector de la UCR con su inclinación por la doble
votación en la ciudad y confrontar directamente con Macri, puso en marcha su
plan de ampliación de Juntos por el Cambio. “Hay que sumar”, evangelizan cerca
de él. Primero, impulsó la inclusión de Espert, una maniobra que avalaron la
UCR, la Coalición Cívica y Miguel Pichetto, pero que objetaron Bullrich y
Macri. En el ala dura de Pro sospecharon que intentaba insertar a Espert como
candidato a presidente para restarle votos a la exministra.
El caso de
Schiaretti tiene otra envergadura, pero está conectado con la jugada para sumar
al economista liberal. El sector moderado de JxC –que lideran Larreta, Gerardo
Morales y Lousteau– había iniciado las conversaciones con el gobernador de
Córdoba hace varios meses. Larreta y Morales obraron en tándem y de forma
subterránea junto con Lousteau y Emiliano Yacobitti. Pero fue el jefe de la
UCR, de buen vínculo con el “gringo”, quien más tejió para acercar posiciones.
Larreta había
escondido los hilos hasta la tarde del domingo, cuando expuso en una carta
pública las razones por las que pedía incorporar a Espert y Schiaretti. Lo hizo
horas después de que Morales hubo planteado el tema ante la conducción de JxC.
Ante el rechazo inmediato de Bullrich y el ala macrista a la idea de anexar a
Schiaretti, sobre todo, por el impacto en la elección en Córdoba, el jefe de la
UCR y Pichetto le reclamaron a Larreta que saliera a explicitar su respaldo a
la estrategia para ampliar JxC. Debían abroquelarse.
Con ese trasfondo,
Larreta decidió jugar al fleje. No piensa dar marcha atrás con su cruzada por
sumar a Schiaretti, pese a que Macri exhibió su enojo con la decisión del jefe
porteño. “No creo que se rompa, pero ya no le pongo cero chances”, grafica un
histórico de Pro. Dicho de otro modo: Larreta no piensa “parar”, como le
reclamó Macri. Mantendrá su postura a favor de la ampliación para renovar la
fisonomía de JxC. Entre sus asistentes amenazan con llevar la discusión a una
votación en el consejo nacional de Pro. De hecho, Eduardo Macchiavelli convocó
anoche a una reunión de urgencia vía Zoom, pero para debatir el tema Espert.
Pese a que Larreta
insistirá en que Schiaretti debe ingresar a JxC, sus interlocutores aventuran
que buscará abrir una negociación con Macri y Bullrich de cara al cierre de
alianzas del 14 de junio. La máxima prioridad de Larreta es destrabar el arribo
de Espert a JxC. Resta saber si Bullrich y Macri aceptarán que ingrese como
candidato a presidente a cambio de que se congele el acuerdo con Schiaretti. En
el larretismo imaginan que se avecina un escenario de toma y daca.
La situación de
Schiaretti es diferente. El jefe porteño aspira a tener el apoyo de ese sector
del peronismo no kirchnerista. Confía en que no será candidato a presidente.
Con Schiaretti en el escenario o en la interna de JxC, Larreta podría competir
con él en la fuente de votos de peronistas moderados. Por eso, su maniobra
apunta más a conseguir el aval del gobernador de Córdoba a su proyecto
presidencial que a incorporarlo a un “frente de frentes”. ¿Con este amago
comprometió las chances de Juez y le liberó el camino a Schiaretti para retener
el poder en su provincia? Larreta machaca con que no confundirá al electorado
cordobés, aunque argumenta que él piensa en consolidar un armado que le dé
gobernabilidad en 2024.
A la luz de las
encuestas, Larreta considera que si consigue abrochar el respaldo de Schiaretti
podría repuntar en Córdoba, Santa Fe y Mendoza, distritos claves donde Bullrich
le saca ventaja. “Va a apoyar a Horacio y no va a ser candidato a presidente”,
sentencia uno de los arquitectos del proyecto presidencial. ¿Schiaretti podría
ser su compañero de fórmula? Quienes tratan a menudo al jefe porteño
relativizan esa posibilidad. Es que Morales es un candidato firme. En el
pelotón de Larreta hay quienes observan con desconcierto los efectos de la
jugada. “Me sorprende lo que hizo. Se desperfila”, confiesa una de sus espadas.
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