Sábado 3 - Por Sofía Diamante - Mientras el ministro de Economía, Sergio Massa, y
sus funcionarios, negocian contra reloj con el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y con China para conseguir dólares para aliviar las reservas del Banco
Central (BCRA), en las últimas semanas, otra parte del equipo económico tomó
una serie de medidas con el fin de cerrar aún más el goteo de divisas. Si hasta
mediados de abril las restricciones para importar eran preocupantes, en los
últimos días comenzaron a ser alarmantes, dicen en el sector privado.
En apenas unas
semanas, el Banco Central emitió dos resoluciones que restringen el pago de los
fletes internacionales, lo que encarece el costo logístico del comercio
exterior, y obligó a las provincias a que usen sus propias divisas para pagar
parte de su deuda en moneda extranjera. En el mismo lapso, la Secretaría de
Comercio también le pidió al sector energético que financie sus importaciones
durante los próximos 90 días, mientras que extendió hasta diciembre el plazo al
que la industria automotriz puede acceder a divisas.
Esta situación
tiene al menos tres efectos directos. Por un lado, la actividad económica
sufrirá una caída mayor por la falta de insumos, que se sentirá con fuerza en
el segundo semestre. Al mismo tiempo, la inflación se mantendrá alta por la
escasez de productos, por los mayores costos de transporte y financieros (al
tener que pedirle un préstamo a un proveedor o a un banco para pagar las
importaciones) y por la incertidumbre que genera el hecho de no saber cuál será
el valor de reposición de la mercadería.
Los analistas ya
anticipan una caída de al menos 4% del PBI para este año y una inflación de
150% “en el mejor de los escenarios”, según proyecta la consultora 1816.
El tercer efecto es
mirado con lupa por la oposición, ya que, si a alguno de sus candidatos le toca
asumir el 10 de diciembre próximo, heredará una bola de demandas acumuladas de
dólares para pagar importaciones.
El año pasado, por
caso, pese a que la Argentina tuvo un ingreso récord de dólares por
exportaciones de más de US$88.000 millones, la deuda comercial por
importaciones (lo que ingresó versus lo que se pagó) ascendió a US$30.942
millones, un alza interanual de US$8604 millones (38,5%), ya que a fines de
2021 era US$22.338 millones, según datos de la consultora MAP.
El 53,7% de esa
deuda es de empresas con sus casas matrices en el exterior, un porcentaje
similar al de 2021 (53,6%), pero levemente menor al 56,9% que promedió entre
2017 y 2020. “Aunque esto podría estar indicando cierto agotamiento en la
voluntad de financiamiento de las casas matrices a sus filiales argentinas,
sigue siendo positivo que la mayor participación continúe correspondiendo a
compromisos con acreedores relacionados, en la medida que acota el riesgo de
default”, dicen en MAP.
Los mayores
controles sobre las importaciones también afectó el stock de deuda de los servicios
contratados en el extranjero (SIRASE), que aumentó US$1800 millones en 2022
(21,3%), hasta los US$10.114 millones.
“Todo lo que viene
es más difícil para las compañías. Creemos que hay más riesgo de default comercial,
entre las próximas SIRA [Sistema de Importaciones de la República Argentina]
que van venciendo, para las que hoy no hay dólares, y las que heredará el
próximo gobierno en diciembre, que tal vez tenga que hacer una renegociación de
los permisos de acceso al mercado cambiario. La deuda comercial es un stock que
va a seguir creciendo. Van a ingresar los productos, pero los pagos van a
quedar diferidos para diciembre”, dijo el economista Juan Pablo Ronderos,
director de MAP.
El analista también
advirtió por el impacto que tendrán las restricciones en la inflación. “Cuanto
menos podés importar para producir o vender, hay menos oferta y sube el precio.
Por otro lado, algunas empresas no van a ir más a buscar dólares al mercado
oficial y van a importar a través de los tipos de cambio libres, sobre todo los
que importan bienes finales”, agregó.
“Atado con
alambre”
En las cámaras
empresariales no se sorprendieron con las nuevas restricciones a los sectores
energético y automotor, ya que, si bien son generadores de dólares por sus
exportaciones, también son de los que más demandan divisas para operar. “La
situación general es que no hay dólares y el Gobierno intenta exprimir aún más
en donde se puede la deuda comercial. Las empresas, a su vez, están exprimiendo
sus deudas con los proveedores y en algunas generó tensiones en las cadenas de
suministro. Está todo atado con alambre”, dijeron en una cámara con llegada al
Gobierno.
Los economistas que
asesoran a las compañías explican que estas deudas comerciales tienen un costo,
ya que las empresas buscan cubrirse de un salto del tipo de cambio. “Este es
otro elemento que presiona sobre los precios. Si tenés los dólares, pagás hoy.
Si tenés pesos, tiene sus costos. Los yuanes, por su parte, se están usando
bastante y descomprimió algunos pagos. Hay que ver qué ocurre en la negociación
con el FMI, pero si no aparecen los dólares, habrá una combinación de faltantes
de algunos productos y tensiones en algunas plantas con aumentos de precios,
porque habrá que exprimir más la deuda comercial, y cada vez las garantías que
piden y las coberturas son más altas”, agregó el asesor económico.
En el sector energético,
por caso, la Secretaría de Comercio ya les informó a las empresas refinadoras
que tendrán que financiar sus importaciones durante el plazo de 90 días. A
cambio, se les habilitará la posibilidad de invertir los pesos en una letra dollar
linked del Banco Central, que ajusta según la variación del tipo de cambio,
para cubrirse de un posible salto devaluatorio.
“El costo de
conseguir financiamiento a 90 días es una tasa en dólares de entre 10 y 13%. En
la teoría esto se debería poder pasar al precio final del consumidor, pero en
la práctica, ni siquiera podemos trasladar la devaluación mensual, porque no se
puede aumentar más de 4% mensual. El Gobierno quiere todo”, opinaron en una de las
empresas afectadas, que cree que se habilitará un alza mayor en el valor de los
combustibles de 6% mensual.
Lo que causó
sorpresa en las empresas fueron las restricciones para pagar fletes, ya que la
demanda de dólares para abonar estos servicios representa apenas entre 3 y 4%
del costo total de las importaciones, explican en el mercado.
“Entramos en un
segundo semestre que será peor que el primero en materia de comercio exterior.
Lo bueno del año ya pasó. Estamos con el combustible del auto en la zona roja y
el Gobierno lo está administrando. Las perspectivas son muy duras si el
ministro de Economía no consigue financiamiento de China, Brasil y de Estados
Unidos. La situación se agrava con lo que sucedió con los fletes al exterior:
ahora hay que pedirle permiso a Comercio para realizar los pagos, cuando antes
era automático. Esto generó que el tipo de cambio de los fletes se fuera al
demonio, porque ahora cotizan más cerca de $400 que de $240. Por ejemplo, un
flete de Shanghái - Buenos Aires, que costaba US$2500 a $240, ahora cuesta lo
mismo a $380. Tenemos nuevos fletes blue”, dijeron en otra cámara empresarial. ß |