Por Joaquín Morales
Solá - Guillermo Marijuan es un fiscal desconcertante, si lo queremos llamar de
una manera que no siembre suspicacias. En noviembre pasado, cuando comenzaba la
ofensiva del oficialismo contra la Corte, Marijuan pidió que se investigara
penalmente el manejo de la obra social de la Justicia, que depende directamente
de la Corte. Una parte de la estrategia oficial es embarrar a los tres jueces
que forman la mayoría del tribunal con supuestos manejos deshonestos de la
prestadora de servicios de salud de los judiciales.
La entonces
sorpresiva denuncia de Marijuan se respaldó en un voto solitario del juez
Ricardo Lorenzetti, quien había dicho lo mismo que el fiscal. Lorenzetti está
en franca minoría dentro de la Corte. Ahora, Marijuan acaba de pedir el
sobreseimiento de Cristina Kirchner en la causa del dinero K, porque, según él,
no pudo constatar una vinculación comercial entre la expresidenta y Lázaro
Báez, a quien se acusa en ese expediente de haber lavado 55 millones de
dólares. Es el mismo fiscal que trasladó excavadoras en 2016 para perforar la
interminable Patagonia, en una búsqueda obsesiva del tesoro kirchnerista, tres
meses después de que Mauricio Macri asumiera la presidencia de la Nación. No
encontró nada.
Sin embargo, sus
amigos en la política no están en el macrismo ni en el cristinismo; su amigo
político es Sergio Massa, a pesar de que los dos aseguran que dejaron de
tratarse en los últimos tiempos. Cuando Massa le arrebató a Cristina Kirchner
la posibilidad de la re-reelección en 2013, y se perfilaba como un triunfante
candidato presidencial, Marijuan esperaba ser propuesto como procurador general
de la Nación (es decir, como jefe de todos los fiscales) en un eventual
gobierno del entonces intendente de Tigre. Massa necesita ahora
desesperadamente la bendición de Cristina Kirchner para ser candidato
presidencial (que es lo que quiere ser), pero debe competir con Eduardo “Wado”
de Pedro y con Axel Kicillof. ¿Qué mejor prueba de amor, dicen algunos, que
darle ahora a la vicepresidenta una buena noticia judicial, que son las únicas
noticias que a ella le importan? Si Massa estuvo detrás de la lapicera de
Marijuan, le habrá demostrado a Cristina que pudo mucho más que Alberto
Fernández en mucho menos tiempo. El Presidente no logró deshacer ninguna de las
causas judiciales que asedian a Cristina Kirchner, a pesar de que Alberto
Fernández tenía en los tribunales muchos más amigos que Massa.
Vale la pena
revisar el núcleo central de la decisión de Marijuan. El fiscal aseguró que no
probó los vínculos comerciales de Cristina Kirchner y Báez, a pesar de que él
mismo comprobó que hubo al menos 370 llamadas telefónicas entre la
vicepresidenta y el empresario de la obra pública. Marijuan no puede ignorar
que en otras instancias de la Justicia se probó decididamente esa relación. Por
ejemplo, en el reciente juicio oral sobre la obra pública que terminó con la
condena a seis años de prisión de Cristina Kirchner. En su célebre alegato
sobre la corrupción en la obra pública durante los años de los dos Kirchner, el
fiscal Diego Luciani dijo varias veces que “Báez es Néstor y Cristina
Kirchner”; usó una forma elegante para señalar que Báez es, en última
instancia, un testaferro de los Kirchner. Luciani también probó que Báez
ingresó varias veces a la residencia de Olivos cuando Cristina era presidenta
de la Nación. ¿Puede Marijuan ignorar en un expediente lo que sucedió en otros
expedientes? Puede, pero es una manera aviesa de esquivar el trabajo de otros
fiscales y jueces.
El problema más
serio del dictamen de Marijuan es que deja a Cristina Kirchner a las puertas de
un sobreseimiento. Si bien el juez Sebastián Casanello no está obligado a
frenar la investigación (puede continuarla si quiere), lo cierto es que la
causa carecerá de apelación para llegar a la Cámara Federal. Solo pueden apelar
el fiscal (Marijuan ya dio su opinión favorable a Cristina), y la UIF y la
AFIP, que son querellantes, pero estas dos agencias están controladas por
funcionarios que responden a Cristina Kirchner. El camino hacia la instancia de
apelación está obturado entonces, y tampoco esto es una casualidad. La sala de
la Cámara Federal que debería analizar esta causa es la que integran los jueces
Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi, dos magistrados con fama de independientes en
los tribunales. Hace poco, en esta misma causa, la defensa de Cristina Kirchner
desistió de apelar una decisión que la afectaba cuando supo que esos dos jueces
deberían resolver la cuestión. Intuyó que votarían en contra de sus intereses.
Sobresale una
conclusión: Marijuan le hizo un favor de tamaño indescriptible a Cristina
Kirchner, aunque nadie sabe con certeza por qué eligió ese camino. Solo puede
deducirse, con cierto grado de certeza, que no tomó esa decisión para hacer
justicia, para interpretar correctamente las leyes o para cumplir con una
convicción personal. ¿Estuvo Massa en el medio? ¿Es un favor que Massa le hizo
a Cristina, a la espera de que le devuelva la cortesía? ¿O el fiscal solo tiró
el anzuelo, a la espera de pescar una oportunidad para su carrera judicial? No
hay respuestas, por ahora.
El arzobispo y
el peronismo
Menos enigmática es
la polvareda política que provocó un viejo sermón del arzobispo designado de
Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva. En una misa en el día del
militante, en 2016, el presbítero señaló que “todos alguna vez quisimos ser
peronistas”, pero luego se dedicó a ponderar los aspectos nobles que puede
tener la dedicación a la política. García Cuerva no dijo, en rigor, que era
peronista, sino que hizo una alusión a la hegemonía del pensamiento peronista
durante los años de su juventud. El arzobispo es un intelectual formado en el
derecho, la historia y la teología, un sacerdote con una sólida formación como
no es habitual en la Iglesia. El Papa designó, además, a un obispo para los
próximos 20 años en la Capital del país. García Cuerva tiene 55 años y los
sacerdotes se jubilan a los 75 años. Podría haber trasladado a la Capital al
arzobispo de San Juan, monseñor Jorge Lozano, un expresidente de la influyente
Comisión de Pastoral Social, con muy buena relación con dirigentes políticos,
sindicales y empresarios. Lozano fue obispo del duro conurbano bonaerense y
viene de una familia de obreros; enhebró lazos muy cercanos con empresarios y
sindicalistas, quienes suelen describirlo como una buena persona. Bergoglio
hizo obispo a Lozano y siente por él un especial aprecio personal. El problema
es que Lozano tiene 68 años y debería jubilarse dentro de siete. El Papa
quiere, según parece, que su diócesis sea administrada por muchos años por un
arzobispo designado por él. Un arzobispo que sobreviva al propio Papa.
De todos modos, de
García Cuerva se pueden decir muchas cosas menos que no está preparado
intelectualmente para el cargo. Tampoco se le puede endilgar complacencia con
el poder kirchnerista, porque en su momento hizo duras críticas al manejo de la
pandemia o a los insoportables índices de inflación. Esas reflexiones las
formuló en Santa Cruz, cuna y fortaleza del kirchnerismo, donde es más difícil
ejercer la libertad de expresión.
Otro aspecto que se
subrayó de García Cuerva es su supuesta relación cercana con el matrimonio
Massa, sobre todo porque el eclesiástico fue párroco, antes de ser obispo de
Río Gallegos, en lugares muy cercanos a Tigre. Si fuera así, es García Cuerva
el que deberá cambiar; no será García Cuerva quien cambiará al Papa. El
Pontífice nunca confió en el actual ministro de Economía y, según se sabe,
rechazó muchas veces invitaciones a reunirse con Massa. Algunas invitaciones le
llegaron de personas de la Iglesia que cuentan con el aprecio o la amistad del
Papa. La respuesta de Bergoglio fue siempre la misma: no. Según quienes lo
escucharon, suele argumentar que Massa no es un político confiable, sino todo
lo contrario: volátil, imprevisible y demasiado ansioso. No son las personas
que agradan al jefe de la Iglesia Católica.
De todos modos,
llama la atención que la política no le esté dando a García Cuerva, un próximo
futuro cardenal de la Iglesia, la oportunidad de mostrarse en Buenos Aires tal
como es, más allá de los archivos siempre manipulables. Es probable que la
explicación radique en que también García Cuerva tropezó con la fractura que
divide cruelmente a la sociedad argentina. Con la célebre grieta que el propio
García Cuerva denuncia como un inmenso obstáculo para cualquier solución de los
muchos y graves problemas argentinos.ß
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