Por Mariano
Boettner - l ministro de Economía Sergio Massa pasará la semana
en China pero, en paralelo, el Ministerio de Economía sostendrá en
los próximos días lo que, espera, sea la recta final de
negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, a tres semanas de los
próximos vencimientos por USD 2.680 millones, que el Gobierno necesitará
pagar con un desembolso desde el organismo. El ida y vuelta con el FMI siguió trabado,
en las últimas horas, en un elemento central: cuál será el monto final de
anticipo de fondos que adelantaría el Fondo y qué porción de esos dólares
podrían ser utilizados para intervenir en el mercado cambiario.
Dos funcionarios de
la mesa chica de Massa no se subieron el domingo a la noche al avión que llevó
a la delegación argentina a Beijing y Shangai. Son el viceministro Gabriel
Rubinstein y el jefe de asesores del Palacio de Hacienda, Leonardo
Madcur, sus dos espadas en la esgrima con el Fondo Monetario y que suelen
encabezar las extensas reuniones virtuales en un despacho contiguo al
de Massa, en el quinto piso del ministerio, y que suele ser el búnker de
negociación con la contraparte técnica del organismo. Los dos continuarán
esta semana, en que el foco estará en el otro lado del planeta, con la puja
técnica con el staff.
Según pudo
saber Infobae por parte de altas fuentes oficiales, a pesar de que el
reloj corre y que la próxima instancia de vencimientos altos con el Fondo
Monetario asoma a unas tres semanas de distancia, el obstáculo principal para
un consenso técnico sigue siendo el monto final de desembolsos que
aceptaría anticipar el FMI. Y, en el marco de esa discusión macro, cuánto de
esas divisas, eventualmente, el Poder Ejecutivo podría utilizar para actuar
ante el mercado de los dólares financieros para evitar estampidas.
Dos funcionarios de
la mesa chica de Massa no se subieron al avión que llevó a la delegación
argentina a Beijing y Shangai. Son el viceministro Gabriel Rubinstein y el jefe
de asesores del Palacio de Hacienda, Leonardo Madcur, sus dos espadas en la
esgrima con el Fondo Monetario
“Estamos tranquilos
y muy bien encaminados”, se limitaron a comentar desde un importante
despacho oficial. La fecha a la que apunta el equipo económico tener terminado
el Staff Level Agreement, es decir el consenso técnico para que sea
girado al directorio unos días después, entre el 12 y 14 de junio. Esa
semana será crítica para el ministro de Economía: ese miércoles 14 se conocerá
el último dato mensual de inflación, el de mayo, antes del cierre de
listas electorales.
Hay algunas
certezas y todo otro grupo de dudas aún con la negociación abierta, pero puesto
en números: el próximo desembolso, previsto para fines de junio, debería ser,
según la hoja de ruta todavía vigente, levemente menor a los USD 4.000
millones. Con ese dinero el Gobierno debería repagar ese mismo 21 y 22 de junio
unos USD 2.680 millones. Y en semanas posteriores afrontará más
vencimientos: USD 2.630 millones más a lo largo de julio. El último
pago antes de que aparezca otro desembolso es el primer día de agosto, por
otros USD 787 millones.
Existe ahí, entonces,
un “descalce” claro: los desembolsos de junio no alcanzan para cubrir
todos
los vencimientos antes de septiembre. Y ese
envío desde Washington -USD 3.330 millones-
tampoco serían suficientes
para pagar todo lo previsto hasta diciembre, que son USD 4.200
millones.
Eso sucede porque había, a priori, este
año pagos netos por encima de los desembolsos
totales del año. La negociación, entonces,
buscará dar vuelta esa ecuación, ya que la delicada
situación de las reservas le
impediría al Poder Ejecutivo a usar divisas para pagarle al FMI
mientras las necesita para
intervenir en el mercado cambiario, pagar importaciones o intereses de
bonos en dólares.
Si el FMI aceptara
anticipar todos los desembolsos pendientes del año, debería enviar a fines de
junio USD 10.600 millones. Como fue dicho, todo ese dinero no alcanza para
repagar los vencimientos, por lo que sería necesario reconfigurar no solo el
calendario de envíos de Derechos Especiales de Giro (DEG) desde Washington sino
también el cronograma de devoluciones por una con plazos más
extensos, una variante que expertos y ex funcionarios del organismo señalan
como más viable.
En ese plano,
también, otro elemento que permanece aún resguardado con hermetismo en los
despachos oficiales es cómo quedarán establecidas las metas -trimestrales y
anuales- que son a fin de cuentas la condición para el envío de dólares desde
el Fondo Monetario. Una pista circuló en los últimos días en los pasillos del
equipo económico, que incluía como hipótesis de máxima que este año, por el
impacto fuerte de la sequía en las cuentas públicas, directamente se descarte
la chance de acumular reservas netas a lo largo de 2023.
Los desembolsos de
junio no alcanzan para cubrir todos los vencimientos antes de septiembre. Y ese
envío desde Washington -USD 3.330 millones- tampoco serían suficientes para
pagar todo lo previsto hasta diciembre, que son USD 4.200 millones
Por lo pronto,
fueron algunas pocas señales cruzadas las que tomaron protagonismo en el
espadeo entre Buenos Aires y Washington. Massa anunció hace poco más de un mes
que utilizaría reservas del Banco Central para controlar la crisis
cambiaria que se desató a mediados de abril. El organismo dijo que evaluaría la
medida y días después publicó otro comunicado en el que aseguró que trabajaba de cerca con el Gobierno. Ese guiño fue hace tres
semanas.
El Ministerio de
Economía, por su parte, aceleró en mayo el recorte de subsidios con
la quita de subvenciones para el universo de hogares de altos ingresos para las
boletas de energía eléctrica. En Energía incluso ya hablan
de “sobrecumplir” el objetivo de poda de subsidios, que era para este
año de 1,5% del PBI y que podría así terminar más cerca de 1 por
ciento. Si fuera el caso, eso le daría espacio al Palacio de Hacienda para
ofrendar al Fondo Monetario un perfil de “ordenamiento fiscal” más
marcado.
De todas maneras,
el impacto de la sequía en la recaudación de impuestos presiona en
la dirección opuesta. Según estimaciones de IARAF, la caída de ingresos
por derechos de exportación fue en el primer cuatrimestre del año casi el doble
-0,33% del PBI menos en comparación con el mismo período de 2022- que el
ahorro por el recorte de subsidios, que representó 0,18% del Producto.
Algunas consultoras, en ese escenario, proyectan que el 2023 podría terminar no
con una baja del déficit primario sino incluso con un incremento, como planteó
Ecolatina, que ubicó esa cifra en 3,5% del PBI. |