Por Rafael Mathus
Ruiz - WASHINGTON.– Siempre puntilloso en sus mensajes, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) dijo que está “evaluando” las últimas medidas adoptadas por
el Gobierno, y por primera vez desde que arrancó la última ronda de
negociaciones para reforzar el programa económico puso el acento en dos temas
que siempre han estado al tope de las preocupaciones del organismo: mejorar el
frente fiscal –es decir, bajar el déficit– y fortalecer las reservas, dos
objetivos a los que consideró “esenciales” para reducir la inflación.
“Estamos evaluando
las medidas. Como hemos dicho anteriormente, seguimos discutiendo formas de
reforzar el programa y salvaguardar la estabilidad a la luz de la grave
sequía”, dijo a un portavoz la nacion del organismo. “Esto incluye políticas
para mejorar la sostenibilidad fiscal y fortalecer las reservas, ambas
esenciales para reducir la inflación, protegiendo al mismo tiempo a los más
vulnerables”, agregó.
El Fondo ofreció
ese mensaje horas después que el Ministerio de Economía, que dirige Sergio
Massa, y el Banco Central (BCRA) implementaron las primeras medidas oficiales
para responder al nuevo pico de inflación que dejó abril, el 8,4% mensual. El
BCRA llevó la tasa de interés al 97% y el Ministerio de Economía decidió, entre
otras medidas, habilitar la importación de alimentos sin aranceles para
intentar frenar las subas con mayor impacto en el bolsillo de la gente, en
particular de los sectores de menores ingresos.
Las medidas fueron
recibidas con un coro de críticas y una sobredosis de escepticismo por
economistas en la Argentina y en Estados Unidos, donde se reiteró por enésima
vez un reclamo que se ha escuchado desde los primeros días del gobierno de
Alberto Fernández: la falta de un plan integral, consistente, que permita
encarrilar la economía, controlar la inflación y abrir un período de
crecimiento sostenible. A eso se sumó la ausencia de iniciativas para domar el
déficit fiscal, una de las raíces de la inflación. Además, los anuncios dejaron
expuestas algunas inconsistencias y limitaciones de la política económica del
Gobierno. El esfuerzo para abrir la importación de alimentos, por caso, choca
contra la falta de reservas, y la suba de tasas, destinada a apuntalar la
demanda de dinero para alejar el riesgo de una hiperinflación, también llevará
al BCRA a imprimir más pesos para pagar los intereses de su deuda.
El foco del Fondo
en la “sostenibilidad fiscal” contrasta contra la falta de medidas sustanciales
para bajar el déficit, y choca también con el mensaje que dejó el fin de semana
Máximo Kirchner, quien reclamó una “suma fija ahora, paritaria después, y
después doble aguinaldo si se puede” para los trabajadores, un menú indigerible
para el staff del organismo.
Y la mención a
“fortalecer las reservas” contrasta con la decisión de Massa y su equipo de
salir a controlar los dólares paralelos con intervenciones del BCRA, que
requiere usar las reservas, y la decisión de “administrar” el dólar oficial,
que también demanda usar las reservas. El Ministerio de Economía dijo que el
BCRA va a aumentar la intervención en mercado de cambios, y va a administrar el
ritmo de devaluación del dólar oficial, conocido en la jerga como crawling peg,
una estrategia de microdevaluaciones para que el dólar oficial siga el camino
de la inflación. Estas dos estrategias han generado, cuando menos, fricciones
con el Fondo.
Inflación y
recesión
Hasta ayer, el
Fondo solo se había limitado a decir que las negociaciones eran
“constructivas”. Las discusiones se han estirado ya por más tres semanas desde
mediados de abril, la última que Massa y su equipo económico pisaron Washington
y acordaron con el staff del organismo volver a recalibrar todo el programa
para acomodarlo a la realidad que dejó la peor sequía del último siglo, que
provocó un agujero de US$20.000 millones al país.
El recrudecimiento
de la crisis puso al Gobierno y al Fondo a retocar el programa por cuarta vez.
El acuerdo ha sido denostado por economistas en Buenos Aires y en Washington,
que lo consideraron demasiado laxo desde su génesis.
La negociación
actual se da en el peor momento de la gestión del Frente de Todos y en medio de
una fragilidad extrema de la economía, y ya prácticamente sin reservas
disponibles en las arcas del BCRA. Los últimos pronósticos indican que la
economía va camino a una dura recesión, con una inflación desanclada, que ya se
mueve bien por arriba del 100% anual.ß |