Por Francisco
Jueguen - No es un plan para bajar la
inflación. La batería de medidas anunciadas por el Gobierno son nuevos parches
defensivos para que las distorsiones sobre los precios –y sobre todo, el valor
del dólar– no se terminen de descontrolar antes de las elecciones. No hay
garantía de que eso no ocurra.
Podrán funcionar
para contener, pero no para cambiar una dinámica que tiene como escenario de
fondo la inexistencia de dólares en el Banco Central (BCRA), el exceso de pesos
como consecuencia de una salvaje emisión monetaria para financiar el déficit
fiscal y un vacío de poder en el Gobierno en medio de un proceso electoral que
no crea más que incertidumbre. Por lo tanto, no modificarán las expectativas
del mercado.
La suba de tasas de
interés que se anunciará (97% anual) ya llega a un límite riesgoso. Por un
lado, el Gobierno deberá lidiar con el fuerte incremento del pasivo cuasifiscal
–la deuda del Banco Central, que ya llega a 13 billones de pesos–, que se
generará automáticamente a más velocidad y con las expectativas que esa bola de
Leliq y pasivos remunerados crea, pero además frenará el ya escaso
financiamiento a las empresas en el ingreso a un estancamiento económico.
Por otro lado, con
una dolarización en ciernes por las elecciones –en promedio llega a unos
US$5000 millones en los segundos semestres de los años en los que hay
comicios–, es posible que se alargue solo un poco el carry trade (lo que al
exministro de Economía Martín Guzmán le gustaba criticar del gobierno de
Macri), gracias a un sablazo a la tasa, el mayor freno al crawling peg
(devaluaciones diarias) de las últimas semanas y la intervención en los dólares
financieros. Será ganar tiempo ante una inestabilidad que ya se avizoraba
cercana y que puede patearse un poco más. Sin embargo, cada vez son más los
argentinos que temen quedarse en pesos, más allá de lo que se les pague, sobre
todo teniendo en cuenta la creciente inflación.
El ministro de
Economía, Sergio Massa, seguirá buscando dólares en todos los organismos
internacionales posibles, lo que incluye el eventual adelanto de más deuda del
Fondo Monetario Internacional (FMI). El Fondo ya ha mostrado enormes
flexibilidades con un gobierno que ha incumplido metas de un nuevo programa y
que no muestra consenso político. Massa, además, intentará incrementar el uso
de yuanes para el comercio exterior. Ya empleó los cinco tramos previstos en su
último viaje a China. En días irá por más. ¿Y con Brasil? Apoyo político, por
ahora.
No habrá, por el
momento, un nuevo tipo de cambio para los sojeros, pese al lento avance del
dólar especial. En cuanto a los dólares financieros, el Gobierno seguirá
interviniendo en esos mercados a través de bonos en manos del Banco Central y
otros organismos públicos. Ese fue un compromiso que había asumido Massa con el
FMI en marzo e incumplió dos meses después, en medio de la última corrida
cambiaria. La meta de acumulación de reservas ya se había modificado por la
sequía.
¿Sobre el déficit
fiscal? Nada aún, pese a que, entre las medidas anunciadas por el Ministerio,
no aparece la suma fija para los salarios reclamada por Máximo Kirchner.
El impacto
Se lanzará una
nueva moratoria impositiva con la intención de cubrir la fuerte baja de
ingresos por retenciones producto de la sequía; será para las pymes, quienes
ante la falta de financiamiento y efectivo hoy ya se cubrían de la falta de
cash postergando el pago de impuestos. Para completar, se subsidiará más el
crédito en cuotas (planes Ahora 12) en medio de una fuerte represión financiera
y con expectativas de devaluación, lo que puede impulsar el consumo de bienes
durables. Es más IVA y son menos pesos sueltos. El BCRA sueña con que ese
consumo achique la bola de Leliq. Difícil.
Las últimas son
medidas simbólicas para el universo kirchnerista, pero serán poco efectivas: el
Gobierno bajará aranceles para la importación de insumos difundidos (envases,
plástico, vidrio, conservantes, aditivos, piezas, fungicidas) con el objetivo
de bajar los costos de lo que venden las alimenticias. “¿Viste que no está el
acero?”, decía ocurrente este mediodía un importante economista. La de los
insumos es una queja recurrente de estas empresas a la hora quedarse en el
régimen de Precios Justos.
La sostenibilidad
de ese sendero de precios sigue en jaque ante las expectativas de un salto
brusco del tipo de cambio y la aceleración de la inflación. El Gobierno ofrece
este anzuelo para que las firmas se queden dentro del poco efectivo control de
precios. Habrá que seguir de cerca negociaciones y abastecimiento.
Además, buscará
importar alimentos a través del Mercado Central vía un fideicomiso. Una
admisión de que es carísimo comer en la Argentina. ¿No afectarán estos ingresos
del exterior el trabajo en las fábricas nacionales? Una voltereta retórica más,
después del FMI y las cerealeras, para los Kirchner. En el resumen distribuido
por el Ministerio de Economía todo parece condicional. Todo suena más bien a
amenaza. El ejemplo que propone son las canastas que nunca vieron la luz en
pequeños supermercados y almacenes, donde se generan las subas de precios más
elevadas ante la imposibilidad de aplicar el control oficial. Serviría para
sentar a ese sector otra vez en la mesa.
Por último,
Economía buscará promover una Unidad de Análisis de Comercio, otra mesa de
discusión entre organismos, como la que ya existe para las SIRA (permisos de
importación) sin mucho éxito, según las empresas que trabajan en comercio
exterior. Estará toda la mesa chica de Sergio Massa y Cristina Kirchner, y
habrá una silla para Alberto Fernández (sinónimo de su actualidad desdibujada):
AFIP, CNV, Aduana, Comercio, UIF y BCRA.
El objetivo de esta
batería de medidas que juntó a todos los referentes económicos del Gobierno en
el Palacio de Hacienda este fin de semana es hacer llegar al “plan llegar”.
Evitar el estallido anticipado. Nada más. No hay una decisión de apagar los
motores de la inflación: el déficit fiscal y su financiamiento (deuda indexada
o emisión), de dar señales sobre las distorsiones de precios para frenar la
indexación o de controlar los costos vía cepos a la importación. La dinámica,
quizá más contenida en las próximas semanas, seguirá siendo la misma esperando
que el gobierno que venga haga el trabajo.● |