Por Florencia
Donovan - El ministro Sergio Massa deberá poner a prueba una vez más sus dotes
de persuasión para poder terminar de cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional. Por momentos, parece más difícil convencer a los
propios que a los ajenos.
El temor al abismo
económico que se desató tras la salida de Martín Guzmán del Ministerio de
Economía ayudó a Massa a conseguir que la vicepresidenta Cristina Kirchner
avalara en silencio medidas que sus antecesores no hubieran soñado siquiera
plantearle.
Pero ninguna tan
incómoda como la que ahora reclama el Fondo, que demanda una devaluación de al
menos 30% de la moneda como condición para adelantarle fondos a la Argentina.
“El FMI está en una
situación delicada –explica una fuente diplomática–. Quiere ayudar a la Argentina,
pero tiene que tener cuidado de no inmiscuirse en la política interna. Entiende
que el país tiene dólares hasta fin de junio y que después, con unos US$5000
millones, llega hasta octubre. Hay una idea de ir paso a paso a partir de la
revisión del staff prevista para junio”.
Según fuentes al
tanto de las conversaciones, de la mano de EE.UU., hay entre los técnicos del
FMI vocación por ayudar a la Argentina. Con el argumento de la sequía, estarían
dispuestos a negociar ya no solo la meta de reservas internacionales –que ya se
había reformulado a comienzos de año por primera vez–, sino también la fiscal.
El Fondo, además, negocia adelantarle a la Argentina parte de los desembolsos
previstos originalmente para la segunda mitad del año, e incluso habilitar una
pequeña porción para intervenir en el mercado de cambios. La condición sine qua
non para ello, sin embargo, sería un sinceramiento del tipo de cambio oficial.
“El FMI tiene en
juego su credibilidad, pero tampoco puede plantear una devaluación brusca porque
sabe que sería el fin del Frente de Todos. Y tampoco puede ser responsable de
provocar cambios en la política interna del país”, apuntó la fuente
diplomática.
De mínima, el FMI
tendría como referencia el valor del dólar soja III, de $300 por dólar. En el
Gobierno hay quienes creen que podrían lograrlo acelerando el crawling peg –el
ajuste que día a día convalida el Banco Central–, pero en el Fondo no descartan
un salto más abrupto del tipo de cambio. Esta semana, en el mercado llamó la
atención que el BCRA volviera a desacelerar el ritmo de devaluación del
oficial, a unos 45 centavos diarios, contra un promedio de 48 centavos en
abril. Todo a costa de ceder reservas.
“Acá la clave pasa
por convencer a Cristina”, admitió una fuente. “Alberto tampoco quiere
devaluar. Pero si Massa quiere ser candidato sabe que primero a quien tiene que
convencer es a ella”, reconoció.
El ministro no
tiene mucha opción. Sin el adelanto del FMI no hay candidatura posible. Una
nueva corrida cambiaria sin dólares en el BCRA podría tener efectos
devastadores. No por nada también avanzan las conversaciones para ampliar el
swap –préstamo– con China. Massa, como el presidente del BCRA, Miguel Ángel
Pesce, podría viajar a China a fin de mes para sellar un nuevo acuerdo. Llega
la hora de la verdad para el embajador Sabino Vaca Navaja, un confeso admirador
del modelo político del gigante asiático.
La idea de que
Brasil colabore, por su parte, con un préstamo similar al de China quedó por
ahora descartada. Pero aunque el presidente Luiz Inacio Lula da Silva no
cumplió con dinero, sí estaría cumpliendo con su promesa de ofrecer disposición
política. Ayer, en el marco de la reunión de ministros de Finanzas de los
países del G-7, en Japón, el ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad,
destacó frente a la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen,
la necesidad de que el FMI encuentre una solución a los problemas económicos
argentinos, para lo cual propuso la colaboración de Brasil y de los Estados
Unidos. Tremendo lobby amerita colgar la “verde amarela” del quinto piso del
Ministerio de Economía.
Está claro que hay
un problema con el tipo de cambio oficial. Nadie quiere perderse la oportunidad
de comprar dólares a $238. Según un informe que circula en la Secretaría de Comercio,
el volumen de importaciones creció un 48% en el primer cuatrimestre del año
versus igual período de 2022, mientras que la cantidad de SIRA solicitadas
subió un 32%. El volumen de importaciones, asevera el informe que Comercio le
presentó a Massa, alcanzó entre marzo y abril un promedio de US$10.000 millones
mensuales contra US$6500 millones promedio entre enero y septiembre de 2022, en
plena gestión Guzmán.
Con todo, no hay
sector que hoy no se queje por la falta de aprobaciones. Lo expresó Facundo
Gómez Minujín, el presidente de la Amcham y de la filial local de JP Morgan,
esta semana. Pero también en la Cámara Eólica Argentina se sigue con
preocupación el tema. Las empresas AES, Genneia y PCR tienen todas parques
eólicos en desarrollo que dependen de que se destraben importaciones. Mientras
que entre los importadores de café la falta de nuevas aprobaciones volvió a
encender las señales de alerta.
Asimismo, algunos
de los que lograron la habilitación de SIRA, se sorprendieron con la extensión
de plazos. Para las automotrices, el plazo de pago para la importación de autos
terminados se prolongó de 180 a 210 días. Nadie quiere plantearse qué sucederá
en noviembre cuando llegue el momento de cancelar esas SIRA.
En el corto plazo,
todos se preparan para meses de mucha escasez. En los bancos están registrando
un goteo semanal de depósitos en dólares de entre US$250 millones y US$200
millones. En el sistema se muestran confiados en que, a medida que se acerquen
las elecciones, estará el efectivo para responder a la demanda del público. En
los tesoros, estimó un banquero con la condición de no ser identificado, hay
unos US$8000 millones de dólares en billetes. El único inconveniente, dijo, es
que aproximadamente la mitad de esos fondos son billetes de US$100 de “cara
chica”, que luego en el circuito blue se toman con un descuento del 5%. “La
gente fue depositando los cara chica en los bancos. Para evitar reclamos del
público, enviamos un avión a la Reserva Federal de billetes cara chica para
canjearlos por cara grande, pero es carísimo. Tiene un costo de por lo menos
2%; no pensamos asumir más ese costo”, reconoció.
En la City, si hay
algo en lo que hay experiencia es en anticiparse a la demanda de dólares
billetes. De 2007 a la fecha, el BCRA realizó importaciones de dólares en
efectivo por US$170.000 millones. Fácil entender por qué la Reserva Federal
tiene a la Argentina identificada como el país con mayor cantidad de dólares en
efectivo después de Estados Unidos y de Rusia. A la luz de los números está claro
que el problema del país no es la falta de dólares, sino la falta de confianza.
Batalla perdida
Para Massa, la
batalla contra la inflación está perdida, solo queda contener los daños. El
dato de abril –que se va a conocer hoy, a las 16– volverá a ubicarse por encima
del 7%, y el de mayo viene aún más complicado. Las remarcaciones en la primera
semana del mes, producto de la corrida cambiaria que se dio a fines de abril y
que llevó al blue a coquetear con los $500, sumados los aumentos de precios
regulados –tarifas de gas y de electricidad, entre otros– se hicieron notar en
las primeras mediciones privadas. El economista Luciano Cohan relevó en la
primera semana de mayo un incremento de precios de 3,5%, “la segunda inflación
semanal más alta desde la crisis de 2002” (la primera fue en 2019 tras la
victoria del kirchnerismo). En la misma línea, Fausto Spotorno anotó en la
misma semana un aumento de la inflación del 3,3%.
El impacto sobre
los bolsillos de los consumidores es evidente. En los hipermercados reconocen
que está creciendo la cantidad de devoluciones en línea de cajas –gente que se
da cuenta de que no puede pagar los productos que puso en el chango–, mientras
que por el lado de las tarjetas de crédito están viendo que el ticket promedio
de consumo no está acompañando la inflación. “Es una señal de que la gente está
comprando menos cantidad de cosas, y compra más seguido”, explican.
Lo que crece, y
fuerte, es la participación del consumo de uruguayos en el país, sobre todo, en
algunos segmentos. En cadenas como Farmacity se está registrando un curioso
fenómeno: la tarjeta Mastercard más usada es una internacional, emitida por la
entidad uruguaya Prex. No por nada el presidente Luis Lacalle Pou acaba de
lanzar beneficios para que los uruguayos tengan mayores incentivos para
consumir en su país. Difícil competir de todas formas con una brecha de más del
100%.
Entidades locales
empiezan a advertir con preocupación que en ciudades de frontera en el norte
del país directamente muchos comercios empiezan a aceptar Pix –una suerte de
Mercado Pago desarrollado por el Banco Central de Brasil– como medio de pago.
Aquí el beneficio para el comerciante es doble: no solo capta la clientela
brasileña, sino que mediante este medio de pago muchos de ellos ya directamente
reciben divisas en una cuenta en Brasil, sorteando los controles cambiarios del
Banco Central de la República Argentina. Ironías de la integración con Brasil:
la gestión ante Yellen se paga con Pix.ß |