Por Javier Blanco -
El Gobierno volvió a solicitarle el pasado jueves al Banco Central (BCRA) el
envío de otros $140.000 millones para cubrir sus gastos, en medio de un déficit
del sector público nacional que vuelve a acelerarse y de una inflación que,
gracias a este tipo de estímulos, toma cada vez más vuelo.
Se trató de la
tercera asistencia monetaria brindada por la entidad a cargo de Miguel Pesce al
Tesoro nacional en lo que va del año, que llega apenas 14 días después de los
$100.000 millones también girados en concepto de Adelantos Transitorios (AT) y
un mes y medio después de los $130.000 millones que ya le demandara el 17 de
marzo pasado, cuando la administración Fernández volvió a recurrir a la
monetización de su déficit por esta vía tras apenas ocho meses de abstinencia.
Pero tuvo una
característica particular: “Unos $100.200 millones parecen haber sido
destinados a la compra de divisas”, observó el economista Leonardo Chialva, de
Delphos Investment.
La progresión, que
muestra ya envíos por $370.000 millones (0,2% del PBI) en lo que va del año,
habla de un inquietante nuevo proceso de deterioro de las cuentas públicas.
Esto queda a la vista porque, con el giro, ya consumió el 99% del cupo de
financiamiento de este tipo permitido para todo el segundo trimestre en el
acuerdo con el FMI.
“Con esta
transferencia, la asistencia monetaria directa del BCRA resulta ahora apenas
$2800 millones menor a la meta prevista para todo el primer semestre en la
última revisión del acuerdo. Es decir, si las metas de emisión no son
modificadas, el Tesoro no podría hacer uso de nuevos AT en junio, un mes con
altas necesidades de liquidez por cuestiones estacionales”, apuntó Chialva.
“El adelanto del 4
de mayo de $140.000 millones eleva el acumulado en el año hasta los $370.000
millones cuando la meta para el segundo trimestre es de $373.000 millones. Muy
ajustado”, coincidió en observar Salvador Vitelli, economista de Romano Group.
Causas y efectos
El requerimiento
está sin dudas vinculado con el impacto que la sequía tuvo en el desempeño
recaudador de los tributos asociados al comercio exterior. Esto hace que los
ingresos, desde hace unos meses, ni siquiera sigan el ritmo de la inflación, lo
que muestra que caen en términos reales. A su vez los esfuerzos oficiales para
tratar de acomodar el gasto a este nivel de ingresos resultaron insuficientes,
por lo que el déficit volvió a crecer.
El problema es que
la sostenida emisión, en un contexto de inflación al alza y marcado repudio al
peso, es lo que impulsa las malas expectativas respecto del explosivo
encarecimiento del costo de vida y una posible mayor depreciación de la moneda
local.
Esto es porque el
BCRA, consciente del impacto que la liberación descontrolada de pesos tiene, se
esfuerza por tratar de esterilizar (retirar del mercado) buena parte de lo
emitido. Claro que, de ese modo, no hace más que incrementar su deuda
remunerada, que superó la semana pasada los $13 billones (y cada vez con mayor tasa),
en un contexto en el que no deja de perder reservas (están en terreno negativo
si se las mide en términos netos y en el menor nivel de los últimos siete años
si se toma el total compuesto de todo tipo de préstamos) y de dañar su
patrimonio.
Ocurre que la
entidad no solo manda a imprimir (“la maquinita”) o coloca en el mercado pesos
mediante este tipo de transferencias, sino que también lo hace cuando paga los
intereses de su deuda (fueron $2,8 billones los liberados por esta vía en el
primer cuatrimestre del año), cuando compra reservas (vía por la que retiró
unos $450.000 millones dados los más de US$3200 millones de sus reservas que
lleva perdidos, pero que debería pasar a ser expansiva en los próximos meses
dado que ya no tiene mucho para vender), cuando emite de más para hacer esas
mismas compras más caro por imposición del dólar soja o PIE III (unos $140.000
millones más) y cuando rescata bonos para tratar de sostener sus cotizaciones.
“Calculamos que,
por compra de bonos (T2X3 especialmente) en distintos mercados, el BCRA habría
asistido indirectamente al sector público por alrededor de $0,8 billones en lo
que va del año. Por eso, el total de la asistencia financiera habría rondado
$1,2 billones (cerca de 0,6% del PBI) hasta ahora”, explican desde Delphos
Investment.
“¿Ustedes preguntan
por qué tenemos estos niveles de inflación y pasivos remunerados? Acá hay buena
parte de la explicación, por el lado de la oferta. Y ahí no está considerada la
emisión excedente (por TC diferencial) de los PIE”, explicó en Twitter el
economista Gabriel Caamaño, del Estudio Ledesma,
Fue al postear un cuadro
que muestra que el financiamiento monetario en tiempos de Alberto Fernández
llegó a un monto equivalente a 16,6 puntos del PBI. Son números que explican
mucho sobre la desconfianza hacia el peso y la velocidad que va tomando la
inercia inflacionaria.ß |