Por Claudio
Zlotnik - La Unión Industrial Argentina lanzó una dura advertencia por la escasez de divisas que impregna de
incertidumbre al escenario económico. Los empresarios calcularon en más de u$s13.800
millones la deuda comercial por las importaciones que no pueden
pagar, pero que ya se autorizaron.
El cálculo de los
empresarios se divulgó durante la reunión de Junta Directiva de la UIA. Allí,
los ejecutivos dijeron que las restricciones a las
importaciones se agravaron en las últimas dos a tres semanas, en
coincidencia con la última corrida cambiaria.
Los empresarios de
los distintos bloques industriales dejaron entrever su preocupación por la
dinámica económica, en un escenario de falta de divisas.
También hubo
expresa mención a la falta de certezas sobre el futuro inmediato: la caída
incesante de las reservas del Banco Central fue uno de los puntos abordados.
No obstante, los
hombres y mujeres de empresas se cuidaron de hacer diagnósticos crudos sobre la
situación económica y de exponer preferencias políticas en vísperas de la
campaña electoral.
Falta de dólares y preocupación por la deuda comercial
La brecha entre las importaciones autorizadas y las
efectivamente pagadas alcanzó, según la UIA, a la friolera de u$s13.880
millones. Esa deuda comercial se viene acrecentando desde febrero de 2022, cuando el Gobierno ajustó el cepo
ante la escasez de divisas.
Se trata de una verdadera mochila que en algún
momento habrá que pagar, pero nadie sabe ni cuándo ni cómo. Lo que sí está
claro es que las reservas del Banco Central no alcanzan para cubrir ese pasivo.
La deuda acrecentó
en los últimos 12 meses: desde marzo del año pasado, las importaciones rondaron
los u$s80.700 millones pero se pagaron únicamente u$s66.850 millones.
La diferencia -por la friolera de u$s13.850 millones-
es la "mochila" que habrá que pagar. Se trata de una bola que se armó luego de que el
Gobierno obligó a las compañías a financiar por 180 días sus importaciones.
Algunas tomaron
créditos con proveedores independientes y otras -las más grandes,
internacionales- directamente con sus casas matrices.
El problema que
aducen los empresarios es que, con semejante pasivo, no encuentran
financiamiento en el exterior y que por ese motivo no pueden importar. O pueden pero por un monto sensiblemente
menor.
Como sea, se descuenta que es un pasivo que va a
heredar el próximo gobierno, ya cuando ponga en marcha un plan
económico. En la actualidad, con reservas netas en mínimos históricos, sería imposible hacer frente a esta deuda.
Las dudas por el FMI, las reservas y la actividad
Entre los
industriales -grandes y más pequeños- aguardan con ansiedad el cierre de las
negociaciones entre Economía y el Fondo Monetario, con la
expectativa de que el organismo adelante desembolsos previstos, en un
principio, para el segundo semestre del año.
Conscientes de que
el estado de las reservas internacionales luce extremadamente complicado, los
ejecutivos abrieron canales de intercambio con el Gobierno para tener algún
tipo de certezas al respecto.
Sergio Massa se refirió a la cuestión
ayer mismo, durante su
exposición frente a empresarios de primera línea convocados por la Amcham, la
Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina.
"El front load
(adelantamiento de los desembolsos) es estatutariamente una de las herramientas
que tiene el Fondo para llevar adelante. Está todo sobre la mesa en
la discusión con el Fondo, absolutamente todo", dijo el ministro sobre las
negociaciones que se están llevando adelante vía zoom.
Más allá de estas
negociaciones, la preocupación empresaria se refiere al impacto que tendrá
la falta de dólares en la actividad económica. Y en la inflación.
El diagnóstico de
los ejecutivos, puertas adentro, es que la dinámica inflacionaria empeorará en
los próximos meses, de la mano de la falta de divisas y la incertidumbre
política.
La prioridad de Massa
Massa tiene el
objetivo máximo de evitar otro incremento de la brecha
cambiaria. Ni siquiera ya
se juega a una desaceleración inflacionaria, a la que cree imposible mientras
persista la incertidumbre sobre el dólar.
Por eso, acaba de
concederles a los empresarios de la alimentación una reducción en
el programa de Precios Justos, que de ahora en más se achicará a menos
de la mitad de lo que era. En vez de 30.000 productos con precios controlados
en los supermercados, ahora serán 14.050.
La realidad se
impone, y Massa pareciera aceptar una inflación muy superior a la que él mismo
había pensado -del 3% mensual-, pero inferior a la que se desencadenaría en
caso de una devaluación abrupta. |