Por Sofía Diamante
- Los datos del balance cambiario del Banco Central de marzo pasado confirmaron
que en el tercer mes del año siguió creciendo la diferencia acumulada entre
importaciones autorizadas y las efectivamente pagadas. Esto derivó en un
incremento de la deuda comercial acumulada de las empresas que, desde febrero
de 2022, llega a US$10.400 millones, según el último informe de la consultora
1816.
Algunos economistas
del espacio de Juntos por el Cambio señalan que esa es una de las razones que
complican el eventual levantamiento del cepo cambiario, ya que no hay suficientes
dólares en el Banco Central para cumplir con todas las demandas.
Además de las
deudas por importaciones ya realizadas (que restringen, a su vez, las previstas
hacia adelante), las empresas tampoco pueden distribuir dividendos de las
ganancias con sus accionistas del exterior desde junio de 2020.
Ante la dificultad
del Banco Central (BCRA) de acumular reservas, el Gobierno está cuidando bajo
siete llaves la salida de dólares. Esta situación se ve con claridad en dos
datos concretos: en la cantidad de importaciones pagadas con respecto a las
realizadas y en la imposibilidad del Ministerio de Economía de cumplir con una
promesa que le hizo al sector petrolero. Ambas situaciones generan un
desincentivo a la inversión privada, a la que cada vez le resulta más
complicado operar con normalidad.
Con relación a las
importaciones, los datos del balance cambiario del BCRA de marzo confirmaron
que en el tercer mes del año siguió creciendo la diferencia acumulada entre
importaciones devengadas (autorizadas) y efectivamente pagadas. Esto derivó en
un incremento de la deuda comercial, que ya acumula US$10.400 millones desde
febrero de 2022, dijo en su último informe la consultora 1816.
Algunos economistas
del espacio de Juntos por el Cambio señalan que esa es una de las razones que
complican la quita del cepo cambiario, ya que no hay suficientes dólares en el
Banco Central para cumplir con todas las demandas.
Además de las
deudas por importaciones ya realizadas (que restringen, a su vez, las compras
externas futuras), las empresas tampoco pueden distribuir dividendos de las
ganancias generadas con sus accionistas del exterior desde junio de 2020.
En la oposición
calculan que hay alrededor de US$30.000 millones de pedidos realizados. Muchas
compañías tampoco pueden girar los dólares por el segmento de contado con
liquidación (CCL), que cotiza a $455, porque, si no, quedarían inhabilitados de
acceder al mercado único de cambio (MULC), donde el tipo de cambio oficial se
ubica en los $227, para realizar importaciones.
Para proteger las
ganancias en pesos de la inflación, las compañías suelen invertir el dinero en
el mercado inmobiliario o en deuda del Estado que ajusta por inflación y
devaluación del tipo de cambio, a la espera de que puedan acceder nuevamente al
mercado cambiario para girar los dólares al exterior.
Al momento, el BCRA
tiene reservas brutas por US$33.944 millones, pero los pasivos en moneda
extranjera ya son superiores, según la consultora 1816, que calcula el swap con
China (US$18.811 millones), los encajes en dólares de los ahorristas (US$11.460
millones), la deuda con organismos multinacionales (US$3116 millones) y el repo
con Seguro de Depósitos Sociedad Anónima (Sedesa, por US$1798 millones).
“Con el pago al FMI
[de la semana pasada], calculamos que las reservas netas ya son negativas en
US$1000 millones y se trata del peor registro desde la salida de la
convertibilidad, con la excepción de un par de días al comienzo de la era
Macri. Durante el gobierno de Alberto Fernández, las reservas netas habían llegado
a estar en terreno negativo algunas jornadas a principios de 2022, antes de la
firma del acuerdo con el FMI, pero los valores no habían llegado a ser como los
de ahora”, dijeron en 1816.
Dada la falta de
dólares en el BCRA, en el sector de hidrocarburos son pesimistas con que el
Gobierno pueda cumplir con una promesa que hizo el exministro de Economía
Martín Guzmán un año atrás, y que ratificó Sergio Massa cuando asumió el cargo,
en agosto. Se trata del decreto 277, que les permite a las empresas acceder a
dólares oficiales si aumentan la producción con nuevas inversiones.
El decreto
reglamentario se publicó en septiembre último y, luego de todos los actos
administrativos, las empresas presentaron en febrero sus solicitudes para
adherirse al beneficio, por el porcentaje que les corresponde por la producción
incremental de los dos últimos trimestres de 2022, explicó Jimena Vega Olmos,
socia del estudio Martínez de Hoz & Rueda (MHR) y especialista en temas
regulatorios del sector energético.
En el sector
señalan que hay dos trimestres vencidos, por lo cual podrían haber accedido al
equivalente del 30% del incremento de producción a la compra de dólares al tipo
de cambio oficial. En total, según cálculos de la industria, equivale a US$600
millones.
El decreto 277
obliga a las empresas a que presenten su adhesión al beneficio en un plazo de
hasta 15 días hábiles después del cierre del trimestre. En cada pedido, las
empresas deben renunciar al derecho de reclamar por deudas pasadas, como las
que se acumulan por el Plan Gas, un requisito que ninguna realizó, según
admiten en el sector. Si accedían, quedaban a la buena fe del Estado de que
pague sus obligaciones del programa, pese a que este plan de estímulo había
nacido para “dar previsibilidad” al sector.
La falta de dólares
también redujo las expectativas del sector por los prometidos proyectos de ley
que facilitarían la promoción de inversiones en la producción de gas natural
licuado (GNL) y en hidrógeno verde, al permitirles acceder al mercado de
cambios oficial. La Secretaría de Energía indicó que ambos proyectos ya fueron
elevados al Ministerio de Economía y que depende del ministro Sergio Massa
definir el envío al Congreso.
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