Por Diego Cabot - Hace
pocos meses, cuando el ministro de Economía, Sergio Massa, tenía la espalda
fornida y pregonaba una fuerte baja de la inflación para este año, pasó por el
Congreso para aprobar el presupuesto de 2023. Fue entonces cuando, optimista,
sereno, seguro, convincente y sonriente, presentó sus cálculos y basó todo el
aumento del gasto en una premisa: la inflación sería de 60% para este año.
Pasó el tiempo y
con un envión que se prevé al menos en 120% anual, el Gobierno tuvo que correr
a aumentar las partidas de casi toda la Administración Pública Nacional. Pero
claro, en pleno año electoral, las 330 páginas anexas a la resolución que se
publicó ayer dejan la sensación de que la Casa Rosada empezó a preparar la
billetera para transcurrir la campaña. Dicho de otra forma: más gasto con
tufillo electoral.
En resumen, el
Estado incrementó el gasto público en alrededor de $46.000 millones, de los cuales,
los recursos propios, producto de una mayor recaudación por inflación, suman
$24.000 millones. Es decir, con la publicación de la norma, el resultado
financiero fue negativo en $22.000 millones.
En principio,
aparecen algunos ganadores. El primero es el ministro del Interior, el
camporista Eduardo “Wado” de Pedro, que embolsó un cheque de $36.190 millones
para su cartera, además de $20.000 millones adicionales para repartir en las
provincias. La Anses, por lejos, es la entidad que más se lleva, ya que agrega
a lo que tiene para gastar otros $146.000 millones adicionales, mientras que el
Ministerio de Obras Públicas, a través de Vialidad Nacional, sumó $10.225
millones para obras en rutas y corredores.
Hay algunas
partidas que llaman la atención. Por ejemplo, Presidencia decidió aumentar su
crédito para arreglar la fachada de la Casa Rosada y, además, atender el pago
del avión que compró Alberto Fernández. “Se refuerzan sus créditos con el fin
de dar cumplimiento a las necesidades del funcionamiento y mantenimiento de la
flota presidencial de aeronaves, como así también para el financiamiento de las
obras de ‘Restauración y Puesta en Valor de Fachadas de la Casa de Gobierno y
de Remodelación
de la Casa de
Gobierno’”, dice el documento oficial. La etapa VIII de la remodelación de
Balcarce 50 totalizó $85 millones, a los que se suman $633 adicionales para la
reparación de fachadas.
Otra curiosidad de
la Presidencia. Además del dinero para pagar el Boeing color celeste y blanco,
la entidad incorporó el crédito para publicidad oficial que estaba en la
Jefatura de Gabinete. Es decir, llegó un cheque por $2132 millones que ahora se
gastarán desde el entorno del jefe del Estado.
La medida se
sustenta en el decreto 88 del 23 de febrero pasado, cuando la Secretaría de
Comunicación y Prensa se quedó con la Subsecretaría de Comunicación y
Contenidos, que antes estaba en manos de la Jefatura de Gabinete. No hubo,
entonces, aumento del gasto, sino que una partida que dependía del actual
titular de la jefatura, Agustín Rossi, quedó en manos de los funcionarios de
Alberto Fernández.
Por último, a los
despachos cercanos al Presidente llegó otro pagaré de $32.000 millones para la
partida “Ayudas sociales a personas y asignaciones familiares”, destinado a
atender el pago del subsidio extraordinario dispuesto por el decreto 105, del
28 de febrero pasado, mediante el que se acordó una suma extraordinaria de
$15.000 para unos 6.100.000 jubilados y pensionados.
Varios ceros
para Wado
El Ministerio del
Interior, donde reina uno de los postulados a ser candidato a presidente por el
oficialismo, el mercedino De Pedro, no anduvo con vueltas. Su nuevo presupuesto
tiene un cero más que los que se colaron en otras carteras. De acuerdo con los
datos que surgen de las planillas anexas, Wado no se quedará quieto. Amplió su
partida para viáticos en la extraordinaria suma de $5000 millones. Sumará
millas el ministro.
Además, hay otro
renglón del extenso documento que también tiene olor a campaña electoral. En la
página se reservaron $29.541 millones para destinarlos a “transferencias al
sector privado para financiar gastos”. Dicho de otra manera, dinero a cualquier
persona, jurídica o física, que no sea estatal. Claro, puede que de ahí salgan
las partidas para solventar los gastos de los partidos políticos, pero no está
claro.
En la página que
sigue, Wado también sumó un cheque para repartir dinero en los municipios y
provincias. En total, uno de los mimados de Cristina Kirchner en el gabinete se
alzó con $36.190 millones más para gastar. A eso se suma un enorme monto que
podrá disponer en estos meses de campaña electoral: $20.000 millones para
transferir a las provincias.
De acuerdo con la
norma, el mayor gasto tiene por finalidad “afrontar los gastos que atañen a las
elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) y a las
elecciones generales y eventual segunda vuelta para las elecciones generales”.
Pero claro, esa finalidad clara en el enunciado no queda tan a la vista cuando
se repasan las partidas.
El Ministerio de
Obras Públicas ya cerró algunas ventanillas. A cambio, dejó abiertas otras. Por
ejemplo, el programa Planificación Territorial de la Inversión Pública perdió
$90 millones y también restó $330 millones la construcción de dos puentes sobre
Arroyo Sarandí, Avellaneda, provincia de Buenos Aires.
El proyecto de la
planta de tratamiento de efluentes líquidos industriales en Lanús sumó $830
millones, ya que es financiado con un crédito internacional. Dinero externo;
propio, poco.
El programa “Apoyo
para el desarrollo de obra pública” también perdió $340 millones, al igual que
las universidades de Córdoba (-120 millones), de General San Martín (-130
millones), de La Plata (-100 millones) y de Hurlingham (-150 millones), a las
que les quitaron partidas que tenían asignadas para financiar “Desarrollo de la
infraestructura del conocimiento”.
Dentro del
ministerio que maneja Gabriel Katopodis quedó reforzada la Dirección Nacional
de Vialidad, que se alzó con poco más de $10.000 millones para obras viales en
todo el país.
Hay mucho más en
las 330 páginas que se publicaron, como otros $20.000 millones adicionales para
Fondo Fiduciario del Transporte (subsidios) y $2474 millones para la Dirección
Nacional de Migraciones. Pero más allá de entrar en detalles burocráticos, algo
queda claro: mientras suben los servicios, la inflación come los salarios y las
familias argentinas ajustan sus gastos, el Estado no deja de aumentar el suyo.ß |