Por Joaquín
Lanfranchi - Hace tiempo que en la Argentina se crea trabajo, pero precario o
de “baja calidad”. La cifra de trabajadores no registrados alcanza, según los
últimos datos oficiales, al 35,5% de los asalariados. Una clara señal de que el
mapa del trabajo actual presenta una nueva configuración y, en efecto, desafíos
medulares para todos los sectores que lo componen.
En esto influye la
macroeconomía local, pero también un factor global, como la irrupción de las
tecnologías de la información, que dieron una nueva forma de organización a las
relaciones laborales. A tal punto que, según los expertos, la tradicional
categoría de “empleo no registrado” ya no alcanza para describir la
informalidad laboral, dado que el crecimiento del cuentapropismo y la figura
del monotributo, en un contexto de elevada inflación y de pérdida del poder
adquisitivo, también son formas precarias.
En cuanto al
desempleo, el último dato del Instituto Nacional de Estadística y Censos
(Indec) indicó que en 2022 cayó 0,7 puntos porcentuales respecto de 2021, al
pasar de 7% a 6,3%, mientras que la tasa de empleo pasó de 44,2% a 44,6%, un
aumento de 0,4 puntos porcentuales. Se trata de cifras relativas, si se toma en
cuenta el fenómeno del trabajo precario y las proyecciones en materia de
evolución de los salarios, que siguen perdiendo contra la inflación.
Los números son
contundentes. Nadin Argañaraz, titular del Instituto Argentino de Análisis
Fiscal (Iaraf), expresó: “El mayor crecimiento en el último año tuvo lugar en
el monotributo social (38,5%), seguido por el monotributo (5,3%), asalariados
privados (4,3%), asalariados públicos (1,8%), autónomos (0,9%) y asalariados de
casas particulares (-2,0%)”. En tanto, si se consideran los últimos tres años
(enero de 2020 a enero de 2023), precisó que “crecieron el monotributo social
(66,2%), el monotributo (14,8%), asalariados públicos (5,8%) y asalariados
privados (5,1%)” y que “cayeron los autónomos (-3,5%) y los asalariados de
casas particulares (-7,3%)”.
Estas cifras
evidencian que más de un tercio de los trabajadores asalariados argentinos están
precarizados. En su mayoría, provienen de los rubros vinculados a la
construcción, al trabajo en casas particulares y al empleo en plataformas
digitales, principalmente de delivery. También se destaca el caso de los
trabajadores calificados, como los diseñadores y programadores tecnológicos que
exportan servicios al exterior.
Claudio Caprarulo,
de la consultora Analytica, afirmó: “Los datos de la informalidad son una mala
noticia. Significa que una proporción importante de los trabajadores tienen
menos derechos que el resto, y eso explica por qué en los últimos años
representan el segmento en el que más cayó el salario real. Por el contrario,
dentro del trabajo formal, casi todos los trabajadores quedan alcanzados por
los convenios colectivos de trabajo y sus respectivas paritarias”.
Caprarulo analizó
que, a mayor incertidumbre en la economía, más buscan los empleadores una
flexibilidad que les permita adaptarse rápidamente a un cambio en la coyuntura
económica. “A su vez, al ser esto ilegal, también es la consecuencia de una
falla del Estado como regulador y controlador”, acotó.
Juan Manuel
Ottaviano, investigador del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo de
la Universidad Nacional de San Martín, señaló que el trabajo asalariado
informal está en niveles similares a los de 2008, pero sus causas son más
atribuibles a la informalidad económica que a las regulaciones laborales o a
las contribuciones. “En estos años, la precariedad no está asociada solo al
trabajo no registrado, sino a la expansión del cuentapropismo y a formas de
trabajo desprotegidas, como en las plataformas digitales”, agregó.
Los analistas
consultados por LA NACION coinciden en que el panorama no es alentador en
términos macroeconómicos. Martín González Rozada, director de la Maestría en
Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó que la actividad
económica ingresó en una fase de desaceleración desde septiembre del año pasado
y se está en el inicio de una recesión, por lo que las perspectivas para el
mercado de trabajo en el corto plazo no son buenas. Y aventuró: “Es muy
probable que la recesión provoque una caída en el empleo y que esa caída sea en
el sector informal de la economía”.
La economista Tania
Etulain, directora del centro de estudios Atenea, resaltó que el tema más
importante consiste en abordar en el corto plazo la recuperación de la
capacidad adquisitiva de quienes trabajan. “Lo segundo es homologar derechos
que hoy tienen los trabajadores formales a los demás trabajadores”, afirmó.
Además, Etulain
enfatizó que hay que dar un debate profundo sobre la idea según la cual no hay
registro, porque las cargas para el empleador son caras. “Por ejemplo, una de
las actividades que tienen un alto porcentaje de empleo no registrado es el
trabajo en casas particulares. Hay un sistema donde la contribución que debe
hacer el empleador es mínima y, sin embargo, la actividad sigue desarrollándose
mayormente en la informalidad”, concluyó la economista. |