Por Jaime Rosemberg
y Cecilia Devanna - El Gobierno atravesó ayer otra jornada de desconcierto y
nerviosismo, con llamadas que cruzaron de la Casa Rosada al Ministerio de
Economía en busca de explicaciones frente a una nueva escalada desenfrenada del
dólar. El Presidente salió a ratificar la continuidad de Miguel Ángel Pesce al
frente del Banco Central, y anunció represalias contra las “prácticas
permanentes de la derecha argentina”, como una estrategia para echar culpas
frente a la inestabilidad financiera.
“¡¿Cuánto me
dijiste que está?, pero la puta!”, exclamó un alto funcionario nacional, sin
disimular el nerviosismo y al enterarse de la cotización del dólar. En ese
momento llegaba a los $480. Y no paraba de subir. El funcionario esperaba, al
igual que algunos pocos ministros y secretarios, la llegada del presidente
Fernández al salón Blanco, luego del encuentro privado con Iohannis. En el
Gobierno reinaba la desorientación.
Los nervios fueron
moneda corriente durante otra jornada aciaga para el Gobierno, con el dólar por
las nubes y pocas soluciones a mano. “Massa está desesperado negociando el
desembolso del FMI, pero va a conseguir la plata”, comentaba ilusionado otro
referente con despacho en la Casa Rosada. Pocos minutos después, el Presidente
ratificaba, con muestras visibles de enojo, la continuidad de Miguel Ángel
Pesce como titular del Banco Central, y anunciaba represalias contra las
“prácticas permanentes de la derecha argentina”, a la que atribuía la corrida.
Otra más.
“Sergio está
pensando en algo, pero cada vez con menos margen”, dice otro funcionario que,
de todos modos, le pone una ficha al ministro de Economía.
Después de las 13,
Massa finalmente encabezó la respuesta mediática y anunció que utilizará “todas
las herramientas del Estado para ordenar” la situación del dólar, incluidas
“causas penales como vehículo de investigación y esclarecimiento de algunos
comportamientos y a la UIF y a la CNV para el análisis de operaciones
vinculadas al lavado de dinero”. Lo escribió en Twitter. Sin conferencia de
prensa.
Cerca del
Presidente aseguraron que el diálogo con Massa era “permanente” en esas horas
de tensión. Pero nadie podían precisar si, además de las amenazas contra “los
que nos están operando”, había en el mazo alguna carta más para jugar en
materia financiera.
Fernández había
llegado, pasadas las 11, a la Casa Rosada, y acompañó al presidente rumano por
las escaleras hacia su despacho. El diálogo entre ambos, que duró una hora,
tuvo como tema central la invasión de Rusia a Ucrania. Rumania, como miembro de
la OTAN, rechaza la agresión rusa en los foros internacionales. Durante la
conferencia, cerca del Presidente, admitieron que abordaría la suba del dólar.
En la última de las cuatro preguntas reservadas para la prensa, Fernández la
emprendió contra los que “instalan rumores a la mañana, operan todo el día, y
se llevan su ganancia por la tarde”. Acusó allí a la oposición de “pedir que
nos corten los créditos” y prometió “educarlos”, en un anticipo de los tuits de
Massa.
De todos modos, y
como parte del protocolo, Fernández y la primera dama, Fabiola Yañez, se
tomaron más de una hora más para almorzar con Iohannis y la esposa, antes de
despedirlos y volver a encerrarse en su despacho. El dólar, a esa hora,
orillaba los $490, pero con tendencia bajista luego de los mensajes de Massa,
en los que también aclaraba que, previo aviso al FMI, intervendría de modo más
directo en el mercado cambiario.
En el gabinete, en
tanto, la desinformación corría de manera paralela al desánimo. “No habla de
economía”, dijeron cerca de un alto funcionario que responde al primer
mandatario. “Sergio no me contestó”, se quejó otro miembro del Gobierno,
ansioso por conocer las eventuales salidas del atolladero económico y político
en el que está sumido el oficialismo. “No tenemos dólares para combatir la
corrida”, se sinceraba otro integrante del Gobierno, en un reconocimiento de
las escasas armas con las que, a pesar de los esfuerzos de Massa y Pesce,
cuenta el Gobierno para hacerle frente al temporal cambiario. “Me parece que
nos vamos a un dólar oficial de 300”, arriesgaba otro funcionario, aunque de
segunda línea, en una muestra del pesimismo oficialista. El común denominador
era la desorientación.
Pese a ello,
buscaron coordinar un discurso unificado. “Sergio, Alberto y Pesce están
convencidos de que no hay explicación lógica para la corrida, que el tema no
está en la macroeconomía, sino en el terreno de las especulaciones”, aseguró a
una alta fuente de
Casa La Nación Rosada. El Gobierno espera para hoy una apertura más favorable
de los mercados y confía, fundamentalmente, en las señales del FMI para
renegociar el acuerdo y establecer la situación económica de cara a los meses
por delante. De hecho Massa esperó el guiño del Fondo antes de difundir sus
tuits. Ayer intentaron transmitir la idea de trabajo en equipo y un
encolumnamiento detrás de Massa.ß
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