Domingo 23 - Por José Del Rio - “No cuenten conmigo para devaluar. Prefiero irme antes que hacerlo”. La frase terminante es del ministro de Economía, Sergio Massa. La repitió en privado a propios y ajenos en una semana de guerras encarnizadas, posiciones irreconciliables y un dólar blue a $442 que parece no tener techo. Una semana en la que tuvo que renunciar a Antonio Aracre, jefe de asesores del Presidente.
La relación entre Massa y él estuvo rota desde el día cero. También fue la semana en la que el propio Alberto Fernández dio un paso al costado, jaqueado por encuestas con altísimos niveles de rechazo y un país en el que ya no alcanza con echarles la culpa a Mauricio Macri, ni a la pandemia, ni a la seca.
El fin de semana de Massa lo encontró virtualmente con inversores sauditas y con varios integrantes de su mesa chica de Economía para ver cómo será la cacería de fondos en el corto plazo. También revise los detalles del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional de cara a la presentación del programa de reservas. El objetivo es claro: busca que se adelanten los desembolsos previstos hasta fin de año a junio. Esa es su bala de plata.
El jueves viajará un equipo de Economía para reuniones con ejecutivos del FMI. “Sé que Guido Sandleris (extitular del Banco Central) y Hernán Lacunza (exministro de Economía) llamaron al Fondo para que no nos den el adelanto. Pero la oposición en Estados Unidos habla con los mozos y yo hablo con los dueños de los restaurantes”, ironizó ayer Massa ante uno de sus laderos. “Ellos entran por debajo con las pocas relaciones que les quedaron y los vuelven locos que me entere de todo”, agregó en un encuentro con su principal referencia financiera. Tanto Lacunza como Sandleris desmintieron esa versión.
Aun con la crisis local en estado terminal, el nuevo orden global le da una oportunidad a la Argentina. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue, desde antes de que derrotara a Bolsonaro, en octubre pasado, la apuesta de la administración Biden para hacer pie nuevamente en la región. En el líder del PT, la Casa Blanca vio a un futuro presidente alineado con su defensa de la democracia, el puente ideal para acercar no solo a Brasil sino también al resto de la región a Estados Unidos, en medio de la creciente rivalidad con China.
Poco de eso sucedió. El Lula de discurso antinorteamericano, voluntad de autonomía y liderazgo global y ambivalencia geopolítica mostró su cara apenas después de asumir. La prueba fue el viaje del mandatario brasileño a China, donde dio más señales de afecto a Pekín de las que esperaba Washington y criticó a Estados Unidos y al dólar. Unos días después, fue más allá y dijo que la guerra en Ucrania había sido lanzada por “dos países”.
Ante ese escenario, la administración Biden elige ahora apostar a la Argentina como aliado estratégico. Para eso necesita un socio estable, además de confiable. Esa necesidad explica tanto la reunión –llena de elogios mutuos– de Biden con Alberto Fernández y la fuerte y constante presión de Estados Unidos al directorio del Fondo para que se flexibilice y hasta socorra a la Argentina (donde el ministro de Economía juega fuerte), no importa si está gobernada por una coalición oficialista con la que nunca se llevó bien. “Hoy Massa y Cristina son Brad Pitt y Angelina Jolie con el comportamiento de Brasil”, resumieron desde el kirchnerismo. Para obtener los fondos Massa promete sumar reservas, ampliar el cepo y avanzar con microdevaluaciones diarias (crawling peg) del Banco Central. Por eso, desde Economía volvió a utilizar el teléfono para presionar con más fuerza al sector privado y aumentar las expectativas de recaudación de dólares para los próximos días con base en las promesas recibidas. Su estimación es que entren unos US$8000 millones de cerealeseras y unos US$1700 millones de petroleros al 30 de junio. Desde esos sectores calificaron de optimista el número y aseguraron que la presión es cada vez mayor.
El video del “renunciamiento” de Fernández les puso más dramatismo a las
jornadas en las que gobernó el mercado por Alberto Fernández. Ese video,
supuestamente escondido a sus socios del Frente de Todos, había sido spoileado
a Massa y Cristina Fernández por asesores del Presidente que ya están pensando
en el día después. Nadie guardó el secreto ni cumplió la consigna del Poder Ejecutivo.
También hubo lugar para una puesta en escena en olivos con el objetivo de dar
tranquilidad.
La sonriente foto en un país en el que ni el dólar ni la inflación
tienen techo fue gestada por Presidencia de la Nación e incluso la vocera
Gabriela Cerruti ironizó con la “encarnizada interna” a través de sus posteos.
También se atrevió a dar tutoriales de inflación al mejor estilo Bernardo
Neustadt hablándole a Doña Rosa. Massa había desayunado con el Presidente y
tomó desde la quinta presidencial un Zoom para su ponencia en el Coloquio de
IDEA Neuquén. Allí aseguró que Vaca Muerta era la oportunidad de cambiar la
balanza comercial con un modelo exportador. También ratificó la inauguración
del primer tramo del gasoducto para el 20 de junio, Día de la Bandera, en el
que los tres accionistas principales del Frente se verán la cara. Todo el resto
fue improvisación. La sonrisa, la luz y hasta la mano de Alberto sobre el
hombro de Massa. En el Foro Llao Llao organizado por Eduardo Elsztain no se
habló del Gobierno. “Hablamos de futuro y no de pasado”, sintetizó uno de los
asistentes a la nacion. Varios de los presentes, entre los que se encontraban
algunos de los empresarios más importantes de la Argentina, partieron luego a
los que son desde hace tres años sus países de residencia: Uruguay, España y
Estados Unidos, en ese orden.
Cristina sigue sin hablar palabra con el Presidente. Lo ignora. Ella
reaparecerá el próximo 27 de abril en el Teatro Argentino de La Plata. La fecha
coincide con los 20 años de la elección presidencial que ganó Néstor Kirchner y
con una construcción que paradójicamente combina una ficticia proscripción con
el operativo clamor. La vicepresidenta está muy preocupada por la economía y
culpa al Presidente de haber roto todos los manuales de la economía
kirchnerista. También la acecha el fantasma de la hiperinflación. Su
comunicación con el titular del Frente Renovador es más que asidua. “Con
Alberto el horno no está para bollos, con Sergio pelotean todo el tiempo”,
graficaron desde La Cámpora. La agenda de Massa para mañana será política.
Anunciará un plan de obras por $ 40.000 millones con todos los intendentes y
lanzará un programa Hogar, de subsidio a las garrafas para el invierno. Por lo
bajo están investigando a Juan Rodríguez Braun, managing partner de Max
Capital. La sociedad de Bolsa había emitido un informe que hablaba de rumores
muy fuertes de una devaluación del 50% mañana y ponía en duda la permanencia de
Massa en el cargo. Ayer la sociedad de Bolsa hizo un pedido concreto de disculpas.
Los habían amenazado con aplicarles la ley de terrorismo económico. Sin
embargo, la estrategia jurídica de Economía era que la Comisión Nacional de
Valores bloqueara a la entidad y que eso les impidiera continuar también como
autorizados de la SEC (la entidad estadounidense encargada de proteger a los
inversionistas y mantener la integridad de los mercados de valores). “Conozco
al detalle la ley de los Estados Unidos y esta no se la perdono. Se hicieron
más ricos especulando y mintiendo”, aseguró Massa a sus abogados.
En la medida en que el calendario avanza, aumenta el nerviosismo en el
Frente. Malena Galmarini retuiteó esta semana una contundente publicación:
“Massa se queda hasta el final”. Se hizo eco del posteo del economista
Alejandro Kowalczuk, quien escribió: “Massa se queda hasta el final, porque el
final es cuando se vaya Massa”. Sin embargo, con el correr de las horas ese
posteo pasó a la cuenta de tuits borrados. ¿Por qué? No fue por la política,
sino por los mercados.
“Ellos no entienden la sutileza de la política como tampoco nosotros su
racional”, resumieron en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Con muy bajo
perfil hubo otro pintoresco encuentro esta semana. Lo llevaron a Massa a una
mesa de dinero. “A conocer de primera mano a los tipos que tradean y
seguramente vuelva a hacerlo en los próximos días. Se encandiló con la
velocidad con la que toman las decisiones”, resumió un asesor del ministro a
otro de sus allegados.
Desde la oposición siguen de distinta manera la aceleración de la crisis.
Lacunza asegura que “los próximos 30 días no pueden ser iguales que los últimos
porque la economía no resiste y es importante aclarar que lo que pasa hoy es
consecuencia de los últimos tres años. No ocurrió de un día para el otro”. Para
el exministro de María Eugenia Vidal y Mauricio Macri, y uno de los principales
referentes de Horacio Rodríguez Larreta, “el dólar blue vale lo que el mercado
diga que vale”.
En el Gobierno aseguran que está caro y que esta semana se estabilizará.
Algo de lo que también descreen en los equipos económicos de Patricia Bullrich.
Luciano Laspina, principal espada de ese equipo, presentará en los próximos
días “Desenredar la Argentina”, un libro en el que esgrime las principales
claves sobre hacia dónde iría en caso de ser gobierno: defensa de la moneda y
de las instituciones, reforma laboral, simplificación de las regulaciones y una
radiografía impositiva son solo una parte de los diez capítulos. “La situación
está muy complicada. No tengo claro todavía cómo termina. Si con más brecha,
más cepo, más devaluación o con una espiral inflacionaria, y prefiero no echar
más leña al creciente fuego”, se excusaron desde las huestes de Bullrich.
Desde La Libertad Avanza, Javier Milei respondió exultante tras su
visita a San Juan: “Si estalla se resuelve más fácil y rápido. Si nos dejan la
bomba a cinco minutos de explotar, también tenemos solución. Aun cuando tenga
consenso o no por parte de la política”, disparó en modo campaña. Evitó los
eufemismos.
Por último, un exministro de Economía fue terminante respecto de cómo
sigue la situación. “Esto es irreversible. Una vez que llegaste al cuasi
feriado cambiario, la dinámica es otra. Alberto ya dijo que no será candidato y
eso era imprescindible. Ahora hay que poner el cuerpo a lo que haga falta
porque la transición comenzó. Él nos trajo hasta un 40% de pobreza y al filo de
una hiperinflación. No devaluar es una certeza de fracaso porque el problema es
que te van a comprar todos los dólares al precio que sea”, concluyó irónico.
Ese es el laberinto en el que se encuentra hoy la Argentina. Un laberinto en el que los fantasmas que tenía Cristina Kirchner ya son realidad y en el que el final está abierto.
El fin de semana Massa se reunió con su mesa chica para ver cómo cazar fondos en el corto plazo
En el Foro Llao Llao no se habló sobre el Gobierno: “Hablamos del futuro”, afirmaron.
La oposición dice que “lo que pasa hoy es consecuencia de los últimos tres meses”. |