Por Sofía Diamante
- BARILOCHE.– Los principales precandidatos presidenciales recorrieron más de
1500 kilómetros para convencer a algunos de los empresarios argentinos más
influyentes acerca de sus propuestas para estabilizar la economía y generar las
bases para crecer de manera sostenida. Patricia Bullrich, Javier Milei, María
Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales participaron, en ese
orden, en el foro Llao Llao, que se organiza desde hace 10 años en esta ciudad.
Cada uno de ellos
llegó con su principal asesor económico. Bullrich, exministra de Seguridad,
estuvo acompañada por el diputado Luciano Laspina, quien será su virtual
ministro de Economía si preside la Casa Rosada. Vidal, por su parte, dice que
en una hipotética gestión suya, el Palacio de Hacienda estaría bajo el control
de Hernán Lacunza, quien fuera su ministro de Economía en la provincia de
Buenos Aires.
Lacunza también es
uno de los principales asesores del jefe de Gobierno porteño y anoche lo
acompañó en su exposición durante la cena en el foro. Sin embargo, el equipo de
Larreta evita confirmarlo como futuro ministro de Economía y suman dentro de
esa contienda a Carlos Melconian, que está trabajando en otro plan económico
junto con el equipo técnico de la Fundación Mediterránea, la organización del
think tank Ieral, que fundó Domingo Cavallo.
Morales, el
gobernador de Jujuy y representante del radicalismo, llegó acompañado del
economista y profesor de la Universidad Di Tella Eduardo Levy Yeyati. Milei, si
bien anunció que ya tiene a su ministro de Economía, aún no difundió su nombre
ni lo acompañó al Llao LLao, pero su equipo estaría basado en economistas de la
Universidad del CEMA.
A los asesores
económicos no les gusta hablar de la discusión entre shock o gradualismo porque
recuerda el debate que predominó durante los primeros meses de gestión de
Mauricio Macri, y que luego volvió a ponerse de moda con la crisis desatada en
abril de 2018. Sin embargo, si bien todos los asesores económicos que visitaron
el Llao Llao coinciden en que hay que reducir el gasto del Estado y llegar al equilibrio
fiscal en el primer año de gobierno, no hay una opinión unánime acerca de
cuándo quitar el cepo cambiario.
El control de
cambios se impuso en octubre de 2019, a fines del gobierno de Macri, luego de
la desconfianza desatada tras las elecciones primarias de ese año, que gatilló
que los ahorristas e inversores no quisieran tener pesos –lo que en la jerga
financiera se dice “caída de la demanda de dinero”– y buscaran desesperadamente
dolarizarse. Al no haber dólares para todos, aquel gobierno impuso el cepo
cambiario.
La administración
de Alberto Fernández, por su parte, en vez de recuperar la confianza en la
moneda local, profundizó los controles cambiarios y retroalimentó de esta
manera el apetito dolarizador.
“Salir del cepo
cambiario es una prioridad desde los primeros días. No creemos en la política
de sacar el cepo de a poco porque nadie va a tomar decisiones con cepo, solo
postergaremos el comienzo del cambio. Sin tomar esta decisión, los actores
económicos no tomarán las suyas”, dijo Patricia Bullrich, cuando leyó su
discurso en la primera noche del foro.
En el entorno de la
expresidenta del Pro creen que es probable que haya hiperinflación en este
Gobierno, lo que facilitaría la quita del cepo, porque se fortalecería el
balance del Banco Central. Al igual que se beneficiarían aquellas personas que
tienen deudas en pesos a tasa fija y ahorros en dólares, lo mismo sucede con
los pasivos en pesos y los activos en dólares de la entidad monetaria.
Por otro lado, su
equipo económico también cree que, como al Banco Central le faltan dólares,
cada vez más importaciones se harán al tipo de cambio paralelo (en torno a $420)
y los precios de la economía reflejarán ese dólar, que está por encima del
oficial ($220). Por lo tanto, al quitar el cepo cambiario, la devaluación del
tipo de cambio oficial no tendrá tanta injerencia en el resto de los precios de
la economía.
La quita del cepo
también es una prioridad de Milei, que directamente tiene un plan para
dolarizar la economía. En ambos casos, sin embargo, se necesitaría un tipo de
cambio altísimo para convertir el excedente de pesos que hay en la economía por
los escasos dólares genuinos del Banco Central. En otras palabras, se
necesitaría una gran devaluación de la moneda.
“No lo va a poder
hacer ninguno de los dos”, dicen cerca de Rodríguez Larreta. “¿Cuál sería el
tipo de cambio de una dolarización? ¿$10.000 por dólar? El Banco Central tiene
alrededor de US$32.000 millones de deuda comercial, cuando lo normal son
US$20.000 millones [deuda por importaciones que se realizaron y todavía no se
pagaron]. Además, hay empresas que no pudieron distribuir dividendos [girar
divisas a sus accionistas del exterior] por alrededor de US$30.000 millones”,
agregan.
Hay un sector de
Juntos por el Cambio que no ve como un escenario probable la hiperinflación,
aunque la probabilidad ya no es cero, como se creía hace unos meses. Las dos
variables que hicieron aumentar las chances fueron la sequía, que implicó
alrededor de US$20.000 millones menos de divisas para el país, y el crecimiento
de Milei en la intención de votos. La posibilidad de que el candidato liberal
–que afirma que dolarizará la economía– pueda entrar a un ballottage acelera la
intensión de los ahorristas de desprenderse de pesos y comprar dólares, por la
incertidumbre que sus políticas generan.
Aceleración
inflacionaria
Por otro parte, una
salida de Sergio Massa del Ministerio de Economía también podría disparar una
mayor aceleración inflacionaria, como ocurrió en agosto del año pasado, cuando
se intuyó un vacío político en la gestión de gobierno. La moderación del
Gobierno para reducir el déficit fiscal –que ya no tiene forma de ser
financiado– también es otro combustible que le establece un piso a la
inflación.
“No se puede quitar
el cepo de repente. Hay que hacerlo de una manera que no genere ni una
espiralización inflacionaria ni una pérdida de reservas. Y hay que sacarlo de
manera sostenible para que no se vuelva a poner más, no como ocurrió la vez
pasada. Primero hay que tomar medidas para estabilizar la economía y en algún
momento se saca, de manera que nadie lo va a notar. Eso no implica que hay que
tener el mismo cepo todo el año. En 12 meses se puede sacar, si la brecha
cambiaria es 5%, ya no es relevante”, concluyó otro de los asesores económicos
cercanos al radicalismo.ß
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