Domingo 9 - Por Melisa Reinhold - Por tercera vez, el Gobierno les dio la razón a
los economistas: la cotización del dólar oficial está atrasada. El Ministerio
de Economía anunció esta semana un nuevo tipo de cambio diferencial para
incentivar las liquidaciones del complejo agroexportador, una medida similar a
las que se llevaron a cabo durante septiembre y diciembre del año pasado, con
las versiones I y II del dólar soja.
El objetivo es intentar
recomponer las escasas reservas del Banco Central (BCRA), luego de haber
cerrado marzo con el peor trimestre en 20 años en término de ventas en el
mercado.
Según comunicaron,
el nuevo dólar agro se comercializará a $300. Es un 42% más de los $211,22 en
los que cotiza el tipo de cambio oficial mayorista. Sin embargo, nuevamente se
trataría de una estrategia transitoria.
Se estipula una
vigencia hasta el 31 de mayo para los productores de soja y hasta el 30 de
agosto para las economías regionales. Transcurridos esos plazos, se verán
obligados a vender al valor oficial.
“Estas ‘zanahorias’
no generarán nuevos dólares. Las medidas apuntan a adelantar la liquidación y
llevar mayor calma en el corto plazo, aunque a costa de reducir las ventas
hacia adelante. En otras palabras, estas medidas son inconsistentes
intertemporalmente”, remarcaron desde la consultora económica Ecolatina.
En el fondo, el
problema es el atraso cambiario, un factor que desde el Gobierno se niegan a
corregir. Al observar el recorrido que realizó el tipo de cambio mayorista en
los últimos tres años, sale a relucir que solo un año se movió en torno a la
inflación. Fue en 2020, cuando subió un 40,5%, mientras que el costo de vida se
encareció un 36,1%.
En los años
posteriores, las diferencias fueron abismales. En 2021, año de elecciones
legislativas, el Banco Central decidió mover la cotización a un ritmo del 1%
mensual en un intento por contener los precios.
Así, el dólar
mayorista cerró con un incremento del 22%, cuando la inflación en el mismo
período fue del 50,9%. Fueron 28,9 puntos de diferencia. En 2022 ocurrió algo
similar. El tipo de cambio oficial trepó 72,44%, versus un aumento de los
precios del 94,8%.
Fueron 22,36 puntos
por debajo. Como resultado, la brecha cambiaria se expandió: actualmente se
ubica en un 93% (frente al contado con liquidación, hoy en $408).
Si bien la relación
entre el atraso cambiario y la inflación no es proporcional, una forma de medir
estas distorsiones es a través del tipo de cambio real multilateral (TCRM), que
también contempla el contexto internacional.
Este indicador
refleja la competitividad de la Argentina frente al mundo y hace meses la
tendencia muestra que el peso se aprecia frente a otras monedas.
“Al ver la relación
de la Argentina con el tipo de cambio real, se observa que está atrasado en
2530 puntos contra la inflación. El promedio histórico fue más parecido a
valores de $300, que los $211 en los que cotiza hoy. El problema que genera
este atraso, sumado a la brecha cambiaria que es casi del 100%, es que los
incentivos son muy bajos. Sobre todo cuando se implementó con anterioridad un
dólar soja, porque los productores se quedan a la espera de que vuelva la
medida”, explicó Juan Ignacio Paolicchi, economista de Empiria Consultores.
Para Guido Lorenzo,
director de la consultora económica LCG, hay otros factores que muestran el
atraso cambiario. En primer lugar, hay una demanda muy elevada de
importaciones, porque conviene comprar en el exterior con un tipo de cambio a
$211.
Otro tanto porque,
al realizar la conversión de algunos precios al dólar oficial, sale a relucir
que se pagan muy altos ciertos bienes y servicios en relación al resto del
mundo. Y, por último, el turismo emisivo sería muy alto si hubiera libre acceso
al dólar oficial, lo que explica por qué hay tantas restricciones.
De acuerdo con los
cálculos del economista, un dólar a $300 -como el que regirá momentáneamente
para el agro- es compatible con los años donde la Argentina tuvo superávit de
cuenta corriente. “Que el tipo de cambio oficial vaya hacia ese valor tiene el
riesgo de generar un salto sobre el nivel de precios. Pero también hay
consecuencias si no se realiza, porque terminaremos con una inflación alta y
sin haber corregido el tipo de cambio. Actualmente la decisión de no devaluar
es solo política, hay un consenso de que este tipo de cambio no es sostenible,
de ahí que aparezcan tantas limitaciones y tantos dólares alternativos”, cerró
Lorenzo.ß |