Por Claudio Jacquelin - La Argentina, una potencia impotente, corrupta y
descreída. Esa parece ser la definición con la que se identifican los
argentinos comunes, a los que atraviesa un sentimiento de tristeza casi sin
distinciones. La conclusión surge de los datos que arrojan tres encuestas
cuantitativas y un trabajo cualitativo de tres consultoras, realizados en los
últimos quince días.
Los resultados parecen venir a confirmar percepciones sobre el estado de
la opinión pública. Nada que debiera sorprender con una inflación del ciento
por ciento anual, la ausencia de crecimiento real a lo largo de una década y
las recurrentes disputas internas en la oposición y el oficialismo. Aunque sí
debería activar alarmas. Sobre todo, en la dirigencia política.
La corrupción y la acusación que al respecto pesa sobre los políticos
emergen como elementos dominante s entre las( des) calificaciones que les
dedican la mayoría de los consultados.
Para compensar en algo el negativo panorama que muestra el mapa social,
uno de los trabajos sostiene que, a pesar de todo, la esperanza sigue
apareciendo entre las emociones que despierta el país entre los consultados de
clase media. Aunque parece ser este un componente vital constitutivo de la
argentinidad antes que un sentimiento basado en la visión que tienen del
futuro.
Las perspectivas para el año próximo en cuanto a situación personal y
del país son mayoritariamente entre malas y muy malas.
“Tristeza” fue la emoción más mencionada cuando se les pidió que dijeran
la primera palabra que se les venía a la mente al pensar en los argentinos a
los participantes de cuatro grupos focales reunidos en la primera semana de
este mes por las consultoras Grupo de Opinión Pública (GOP) y Trespuntozero.
Dos de esos grupos eran de votantes blandos de clase media del
oficialismo y de la oposición, de 18 a 35 años, y otros dos de igual
identificación pero de más 35 años. La caracterización de votantes blandos
surge de un cruce entre autopercepción y su voto en últimas elecciones.
Fanáticos excluidos. Es en este trabajo, paradójicamente, donde aparece la
palabra esperanza, sobre todo entre votantes del oficialismo.
Junto a ese trabajo cualitativo ambas agencias realizaron una encuesta
cuantitativa entre 2200 personas de la cual surgen dos datos significativos.
Uno indica que para la mayoría (más del 60% de los consultados de todas
los segmentos sociales y para el 64,8% de los de clase media) la Argentina es
una “potencia impotente”. Es decir, un “país rico y diverso en recursos
naturales, pero estos no se saben aprovechar en pos del desarrollo y
crecimiento del país”.
El otro dato relevante está estrechamente vinculado con esa percepción,
ya que para el 55,4% del total y para el 61,5% de la clase media, “es necesario
un acuerdo político sobre el proyecto productivo”. Es decir, para aprovechar la
riqueza natural de un país empobrecido.
Una distinción quizá previsible, pero no por ello menos significativa,
asoma cuando se pregunta la opinión al respecto según el voto probable en la
próxima elección. El 69,3% de los que prevén votar al FDT y el 65,8% de los que
dijeron que lo harían por JxC reclaman acuerdo, mientras que solo el 48% de los
que dicen que votarán a los libertarios lo consideran necesario. Vale recordar
que se trata de votantes blandos.
La necesidad y demanda de consenso aparece para la política, a la que la
mayoría de los votantes de la oposición (cambiemitas y libertarios) culpa por
los problemas del país, pero también para la sociedad en general, a la que los
consultados no excluye de responsabilidad por la situación del país.
Corrupción en primer plano
De todas maneras, la crítica hacia la política emerge mayoritariamente
sin distinciones: la primera palabra que se les ocurrió a los consultados
cuando se les mencionó a los políticos fue “corruptos”.
La corrupción también asoma entre los tres principales problemas que
padece el país, junto con “el sistema político y los políticos” en una encuesta
online sobre usuarios de redes sociales e internet en general efectuada por la
consultora Fixer. En este trabajo, esos ítems solo fueron superados por la
inflación.
La centralidad de la corrupción se expresa personificada, además, en una
encuesta realizada por la consultora Escenarios, de los politólogos Pablo
Touzon y Federico Zapata, en la que para el 57,4% de los consultados Cristina
Kirchner es culpable de los cargos que se le imputan en la causa Vialidad. Solo
el 18,6% la considera inocente. El sondeo fue realizado en las tres semanas
posteriores al intento de magnicidio contra la vicepresidenta. Un dato nada
menor.
De todas maneras, más allá de las imputaciones a la dirigencia política,
el trabajo cualitativo de GOP-Trespuntozero muestra que los consultados no
fueron benévolos tampoco con la mayoría de los argentinos, a los que tanto
oficialistas como opositores (auto)califica-ron de “ventajeros y chamuyeros”.
Entre las citas críticas se destacan la de un adulto identificado con
Juntos por el Cambio que dijo que “los políticos son un fiel reflejo de lo que
somos nosotros los argentinos, ventajeros”; y la de un votante del FDT para el
que los argentinos “somos medio mentirosos, chamuyeros, ventajeros.”
Una grieta se expresa, en tanto, respecto de la actitud de los
argentinos frente al trabajo. De un lado ubican a “los que buscan sacar el
mayor provecho en el menor tiempo posible y con el menor esfuerzo”. Y para los
cambiemitas consultados esos rasgos “caracterizan a los ‘planeros’ y a los
políticos, símbolos de la decadencia argentina”, explica Shila Vilker,
directora de Trespuntozero.
Del otro lado, aparece “la argentina pujante, trabajadora y dedicada que
quiere vivir de su esfuerzo y tiene además la capacidad de tender la mano a sus
pares. Rasgos que, para el segmento adulto, son una herencia de la inmigración
europea”, destaca Vilker.
Además, de estas verbalizaciones, tanto votantes oficialistas como
opositores mencionaron otros calificativos poco edificantes asociados con los
argentinos. “Pobres” e “ignorantes” se ubicaron después de “tristeza” y
“buenos”.
La “tristeza” como expresión dominante en los trabajos de
GOP-Trespuntozero se correlaciona con las expectativas económicas que recogen
otras dos encuestas,
Para el 65% de los consultados por Management&Fit (M&F) la
situación será dentro de un año igual de mala o peor que la actual. Y para el
79,3%, la de hoy es igual o peor que la de un año atrás.
El largo plazo no parece ofrecer motivos para el optimismo, según el
sondeo hecho por Fixer: para el 46% será peor, para el 13% será igual y solo
para el 29% será mejor. La inmediatez podría estar influyendo. Según este
trabajo, solo para el 24% la inflación será más baja el mes próximo, mientras
que para el 65% será más alta. Todo puede empeorar. Mañana y pasado mañana.
Las disputas internas que atraviesan a las coaliciones mayoritarias, el
aumento de la conflictividad y la caída del poder adquisitivo que los sucesivos
ministros de Economía no han logrado revertir podrían explicar los pesimistas
pronósticos.
Ni siquiera la proximidad de las elecciones presidenciales mejoran las
expectativas, aun cuando las encuestas de Fixer y M&.F, así como muchas
otras, pronostican cambio antes que continuidad.
El cruce entre la imagen de los dirigentes y la intención de voto en la
mayoría de los casos da ratios negativos. Son más los que no votarían a ninguno
de los candidatos que quienes los elegirían, así como la opinión positiva
respecto de esos dirigentes pierde con la negativa.
En ese escenario, las figuras peor rankeadas son las del FDT. Aunque
para sorpresa de muchos, el oficialista que asoma con más chances es Alberto
Fernández, con el 36% de intención de voto, según M&F.
El tardío intento de emancipación que pareció mostrar el Presidente en
el último cambio de Gabinete tal vez se explique por una mirada de Fernández
solo sobre esa columna de los sondeos, sin reparar en el 60% que dice que no lo
votaría.
Todo es relativo y la esperanza es lo último que se pierde, como bien lo
refleja el trabajo de GOPTrespuntozero. Aunque no haya en el horizonte
elementos que alimenten el optimismo. Quizás, próximas encuestas deberían
añadir otra variable clave: la intención de ir a votar. Los últimos comicios
mostraron que la participación cayó a mínimos históricos. Señales para estar
alertas.•
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