Por Gustavo Marangoni - Los cambios en
el Gabinete pasaron sin pena ni gloria. Más allá de las apostillas biográficas
de los que se van y de los que ingresan, se repiten pasos de baile que no
generan grandes expectativas y solo confirman el lento y
persistente desgaste del Frente de Todos como administración y
espacio político.
Podría sintetizarse diciendo que se escucharon las mismas especulaciones
que en otras movidas ministeriales, pero con menos entusiasmo por parte de cada
uno de los sectores en pugna. El Presidente expresando por lo bajo
que le correspondía a él elegir los reemplazos porque "eran suyos"
los que se iban solo confirma su debilidad. Casi una versión remixada de
"El hombre que está solo y espera" de Scalabrini Ortiz adaptada al
siglo XXI en formato apto para redes sociales. Sin restarle relevancia a las
nuevas ministras de Trabajo, Desarrollo Social y Mujeres, Género y Diversidad,
lo cierto es que el partido por el campeonato se juega en la economía.
La política, enfocada en las PASO
La, política mientras tanto, sigue cocinando la definición de un tema
vital: las reglas de juego para el 2023, tanto a nivel nacional como de
cada una de las provincias.
Referentes kirchneristas y gobernadores comenzaron
semanas atrás a manifestar la necesidad de evitar
gastos y votaciones múltiples lo que lisa y llanamente se traduce
como suspensión y/o eliminación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y
Obligatorias (PASO).
La primera
reacción de Juntos por el Cambio fue de rechazo firme. Pero con el
correr de los días y en reuniones reservadas hay quienes empezaron desde ese
espacio a barajar que quizás haya que indignarse sin demasiadas
exageraciones. Es cierto que las PASO les dieron muchas alegrías. Pero en
esta coyuntura específica de la coalición opositora cada fuerza individualmente
tiene motivos para reexaminar la cuestión.
Para la UCR, estructura con mayor capilaridad a nivel nacional y
numerosa cantidad de afiliados, otros mecanismos alternativos pueden resultar
seductores. No faltan viejos militantes con boinas blancas que recuerdan que en
plena euforia del FREPASO fue "el partido" con sus comités y sus
punteros el que les permitió imponerse, aun con un candidato discreto como
Fernando De la Rúa. Mucha agua pasó debajo del puente, es cierto, pero la
jurisprudencia está.
Por su
parte, Mauricio Macri se ilusiona con
la posibilidad de una aclamación que
le evite la competencia con sus subordinados de ayer. La próxima presentación
de su nuevo libro y las permanentes recorridas territoriales sugieren que
el segundo tiempo lo quiere jugar en la cancha y con el 10 en la espalda.
Confía en que la situación del oficialismo se siga complicando y que su imagen
recupere el brillo necesario para ampararse luego en "encuestas
confiables" que consagren su postulación.
En tanto, en las filas de la Coalición Cívica son plenamente
conscientes de que su fuerza para "colar" diputados nacionales y
provinciales descansa más en el carisma de Carrió que en los armados
electorales. Quizás ningún otro protagonista haya comprendido mejor y sacado
más provecho a la "democracia de audiencias" que Lilita.
Por supuesto que, en un contexto tan inestable, con el
fenómeno Milei dando vueltas y la insatisfacción de sectores
importantes de la sociedad con "los políticos", la jugada no está
exenta de riesgos. En los juegos del poder los cálculos pueden fallar. Y el
hecho de que CFK y los suyos impulsen la iniciativa debiera llevarlos a no
subestimar los peligros.
La postura del Presidente, una incógnita
Los únicos que defienden genuinamente la continuidad de las PASO son los
dirigentes del Frente de Izquierda de los Trabajadores, los
verdaderos beneficiarios del sistema. Antes de las primarias, la multitud de
sellos y partidos socialistas y obreros se perdían en fragmentos
intrascendentes y sin representación en el Congreso y las Legislaturas. Ahora,
han encontrado el artefacto que les permite existir en formato de bancadas y no
están resignados a perderlo.
Para los libertarios, la cuestión es estrictamente táctica. Decidirán de
acuerdo a lo que más les convenga. Y nada indica que la vigencia de las
internas abiertas sea útil a sus objetivos. Además, hasta pueden justificar
doctrinariamente su posición amparándose en la no intromisión del Estado en la
selección de candidatos y en la necesidad de ahorrar dineros de los
contribuyentes.
Resta saber
cuál será la actitud de Alberto Fernández. Si su posición lateral en el
esquema de poder le reserva solo cierta capacidad de daño, este sería un tema
especialmente importante para ejercerla. Con los pocos diputados oficialistas
de los movimientos sociales que le son afines y la burocracia estatal que
requiere de su firma podría entorpecer los planes de muchas y de muchos. Una
suerte de consuelo y venganza después de tantos destratos recibidos. |