Por Liliana Franco - El crecimiento mundial se desacelerará de 6% el año pasado a 3,2%
en el presente y a 2,7% en 2023 en lo que constituye “la previsión más débil desde 2001 excepto por la
crisis financiera mundial y la aguda fase de la pandemia de Covid-19 y refleja
desaceleración significativa para las economías más grandes”. Así lo señala el
informe Perspectivas Económicas Mundiales del Fondo
Monetario Internacional dado a conocer este martes en
Washington. Argentina no escapa a la tendencia ya que se prevé una
expansión de 4% para el año en curso y un crecimiento de 2% tanto para 2023
como 2024.
El informe destaca que “la economía mundial está
experimentando una serie de desafíos turbulentos” que
incluyen “una inflación superior a la vista en varias décadas, endureciendo
las condiciones financieras en la mayoría de las regiones, la invasión rusa de
Ucrania y la pandemia persistente de COVID-19” que afecta
particularmente a China.
“Es
probable que un tercio de la economía mundial se contraiga este año o el
próximo en medio de la contracción real los ingresos y el aumento de los
precios”, sostuvo Pierre-Olivier Gourinchas, Consejero
Económico y Director del Departamento de Estudios del organismo.
La proyección de 2,7% para el próximo año supone un recorte de 0,2
puntos porcentuales respecto del anterior cálculo del Fondo (de julio pasado).
“La desaceleración de 2023 será de base amplia, con países que representan
alrededor de un tercio de la economía mundial a punto de contraerse este año o
el próximo”, evaluó Gourinchas.
Las
economías más grandes del mundo, Estados Unidos, China y la zona del euro
seguirán estancadas. “En general, los shocks de este año reabrirán
heridas económicas que solo se curaron parcialmente tras la pandemia. En resumen, lo peor está por venir y, para muchas personas, 2023
se sentirá como una recesión”, sostuvo el economista.
En Estados Unidos, el endurecimiento de las condiciones monetarias y
financieras desacelerará el crecimiento al 1%. China crecerá en 2023 “sólo”
4,4% debido a un sector inmobiliario debilitado y los bloqueos
continuos. Y más pronunciada es la desaceleración en la
zona del euro, donde la crisis energética provocada por la guerra seguirá
cobrándose un alto precio, reduciendo el crecimiento al 0,5% el año
que viene.
De esta forma, la Argentina enfrentará el año
que viene mercados debilitados para sus exportaciones. Al respecto,
otro de sus principales socios comerciales, Brasil, también verá disminuida su
tasa de crecimiento que pasará de 2,8% este año a 1% el próximo.
FMI:
riesgos para la economía mundial
Pierre-Olivier Gourinchas reseñó distintos riesgos que enfrenta la
economía mundial:
El riesgo de una mala calibración de la política monetaria, fiscal o
financiera ha aumentado considerablemente en medio de alta incertidumbre y
fragilidades crecientes.
Las condiciones financieras globales podrían deteriorarse y el dólar se
fortalecería aún más, en caso de que surjan turbulencias en los mercados
financieros, empujando a los inversores hacia activos seguros. Esto aumentaría
significativamente las presiones inflacionarias y las fragilidades financieras
en el resto del mundo, especialmente los mercados emergentes y las economías en
desarrollo.
La inflación podría, una vez más, resultar más persistente,
especialmente si los mercados laborales se mantienen extremadamente apretados.
Por último, la guerra en Ucrania sigue en su apogeo y una mayor escalada
puede exacerbar la crisis de energía.
Peor aún, el FMI calcula que hay una probabilidad entre cuatro de que el
crecimiento global el próximo año caiga por debajo el nivel históricamente bajo
del 2%. Si muchos de los riesgos se materializan, el crecimiento global
disminuiría al 1% con un ingreso per cápita cuasi estancado en 2023. Según el
organismo, la probabilidad de un resultado tan adverso, o peor, es del 10 al
15%.
Dólar
fuerte
El informe también señala que para muchos mercados emergentes
“la fortaleza del dólar es un gran desafío”. La divisa estadounidense se
encuentra en su mayor valoración desde principios de la década de 2000.
“La respuesta adecuada en la mayoría de los países emergentes y en
desarrollo es calibrar la política monetaria para mantener la estabilidad de
precios, mientras se permite que los tipos de cambio se ajusten, y conservar
valiosas reservas de divisas para cuando las condiciones financieras realmente puedan
empeorar”, argumenta Pierre-Olivier Gourinchas.
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