Por Mariela Mociulsky - Si hay algo que caracterizó siempre a la clase
media argentina, al punto de transformarse en uno de los
indicadores clave para distinguirla entre los demás grupos sociales, es su
nivel educativo.
En el imaginario de muchos argentinos, la pertenencia a la clase media
simboliza la posibilidad de ascenso social, la esperanza y garantía de que el
trabajo y su compensación, mantienen un vínculo indudable, la convicción de que
la posesión de atributos educativos y culturales son y serán distintivos frente
a quienes están situados en los escalones inferiores de la estructura social.
La cultura media de los trabajadores, los oficinistas, los artesanos, y, por supuesto,
de los maestros ha sido históricamente fuente de orgullo. En sus hogares se compraban enciclopedias en cuotas, se
leían diarios y revistas, se hablaba de lo que pasaba en Europa,
se tocaban instrumentos musicales, el saber ha sido un valor aspiracional.
La clase media
argentina tiene puesta en la educación una expectativa de movilidad
social y por lo tanto, la elección de las instituciones escolares, en
cada uno de los niveles educativos, representa un tema muy importante para las
familias.
En principio, recordemos que la educación argentina tiene un enorme
prestigio en toda la región latinoamericana. Por su calidad y también por el
facilitado acceso que tienen las clases menos privilegiadas a la educación
pública. En las últimas décadas y hasta la actualidad, muchos jóvenes de países de la región eligen migrar a
Argentina, por ambas razones. En este momento, por ejemplo, hay en el país
2.343.587 estudiantes cursando en las 131 universidades públicas y privadas de
todo el país. El 4% de ellos son extranjeros, provenientes de Colombia, Perú,
Bolivia y Paraguay mayoritariamente.
Cuando se les
pregunta las razones por las que eligen cursar en Argentina,
responden: "tiene más prestigio",
"es más barato", "te abre la cabeza", "hay muchos
extranjeros en la misma".
Por su parte, las universidades privadas también se distinguen
por estar sumamente actualizadas. Agregan carreras y especializaciones a medida
que el mundo de la producción se diversifica y tienen importantes contactos con
empresas que luego son fuente de trabajo para los egresados.
La creación del Colegio Nacional de Buenos
Aires
Históricamente el rol de la educación ha sido el de formar a las
personas y generar las mejores condiciones para que transiten desde la familia
y la sociedad hasta el mundo del trabajo y el desarrollo personal. Por eso
tiene un componente cultural, que es el de transmitir el conocimiento
acumulado, que se denominan aptitudes, y un componente
socioeducativo, que implica incorporar valores, normas, hábitos, o sea,
actitudes.
En el año 1863
se crea el Colegio Nacional de Buenos Aires, el primer colegio nacional
del país. Su creación se debe a que Bartolomé Mitre perseguía el propósito de
unir a porteños y provincianos con una educación que fuera semillero de
"personas ilustres" y como una necesidad de fortalecer a una clase
media que aún no accedía a una formación de alta calidad.
Su primer rector, Amadeo Jacques, ha sido un excelente educador nacido y
formado en Francia, que le dio al Colegio una impronta de seriedad y profesionalidad
muy particular, que aún hoy persiste.
En sus aulas se
formaron políticos, premios Nobel, escritores. Su evolución acompañó el nacimiento y
el desarrollo del país. Entre los "famosos", por mencionar sólo
algunos, están el escritor Adolfo Bioy Casares, Miguel Cané, que
escribió la conocida "Juvenilia", ambientada en el Colegio; los
presidentes Carlos Pellegrini, Roque Saénz Peña, Marcelo T. de Alvear y los dos
primeros Premios Nobel, Carlos Saavedra Lamas y Bernardo Houssay.
Recién en los
80 se permitió el ingreso a las mujeres. Y, haasta el día de hoy, se
presentan para ingresar más de 1.000 alumnos
por año y las vacantes sólo alcanzan para 300.
La creación de la UBA
La Universidad
de Buenos Aires fue creada en 1821, es decir que el año pasado ha
cumplido 200 años. Tiene 13 facultades con más de 100 carreras de grado, 500 de
posgrado, 6 colegios secundarios y más de 60 institutos
de investigación.
Cuenta con 300.000 estudiantes, 23.000 docentes y 13.000
trabajadores no docentes.
En las últimas
décadas se han creado también universidades públicas localizadas en
diversos puntos geográficos del país para evitar que los estudiantes tengan que dejar
sus lugares de origen para poder estudiar, facilitando de esta manera el acceso
a quienes no podían trasladarse largas distancias, o dejar su provincia.
La migración no se trata solamente de contar con los recursos económicos
para trasladarse a una gran ciudad, sino del desarraigo que provoca a los
jóvenes tener que dejar su círculo de amistades y familia para rehacerlas en un
lugar geográfico desconocido. Es un impacto subjetivo muy importante que no
siempre los estudiantes logran resolver fácilmente y que también repercute en
los logros o dificultades del aprendizaje.
Articulación público - privado
Nuestro país es
y ha sido vanguardia en la creación de universidades privadas de alto
prestigio, como la Universidad Católica Argentina, la Universidad del
Salvador, la Universidad de Belgrano, entre las más antiguas. También se han
creado otras con posterioridad, como la Universidad San Andrés, Universidad
Torcuato Di Tella, la Universidad Argentina de la Empresa, la Universidad de
Palermo, la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, la Universidad
Austral, la Universidad Siglo XXI, por nombrar sólo algunas.
De los 2.343.587 alumnos universitarios de nuestro país, aproximadamente
el 80% asiste a universidades públicas y el 20% a privadas.
Cada vez que se realiza una medición comparativa entre los niveles de
calidad de 10 universidades de América Latina, la Argentina está posicionada en
los primeros lugares.
Dentro de la región latinoamericana, la mayor parte de los
países tienen un proceso de privatización
de la educación muy importante. Al punto que las investigaciones hablan de
este proceso de privatización, contraponiéndolo al caso argentino. Casi todos
los países latinoamericanos tienen más de un 70% de instituciones educativas que
pertenecen al sector privado. Esto significa, como es de suponer, que las
clases medias de dichos países tienen menos posibilidades de acceder a la
educación superior y tal vez sea también una razón por la que buscan otros
horizontes para continuar estudiando. Pero no se trata de ver cuál es la mejor
oferta, sino de
pensar nuevas formas de articulación entre la educación pública y la
privada, de modo que los conocimientos lleguen a la mayor cantidad de
personas, desde los niveles primario y secundario hasta el nivel
superior.
Poder adquisitivo y otras motivaciones en la
elección de la educación
El poder
adquisitivo de las familias es un factor determinante que lleva a elegir una
escuela pública o privada. Pero no es el único. También están las
representaciones que las personas tienen sobre uno u otro ámbito de gestión.
Por
ejemplo, hay familias que prefieren hacer un gran sacrificio económico por
acceder a una escuela privada, porque consideran que la escuela pública tiene
bajo nivel educativo y que allí no habrá buenas compañías para sus hijos. También
prefieren que vayan generando relaciones con chicos que más probablemente el
día de mañana ocuparán cargos de influencia en el ambiente en el que se
desempeñarán.
Pero también
sucede lo contrario, hay personas que prefieren que sus hijos se eduquen
en la diversidad porque así es la sociedad en la que vivirán y trabajarán. En
2016 se realizó una investigación en la Universidad Torcuato Di Tella que se
denomina "Clases medias y escuela pública. La elección escolar como
resistencia". Allí muestran que a pesar de que la matrícula ha
crecido en las escuelas privadas en las últimas 3 décadas, muchas familias de
clase media que tienen los recursos para pagar una escuela privada, se resisten
a la tendencia mayoritaria y permanecen en escuelas públicas.
El estudio se hizo en la Ciudad de Buenos Aires e intenta comprender
las diferentes motivaciones para la elección de la escuela pública y
su relación con la construcción de las identidades. Los motivos que llevan a
estas familias a permanecer en las escuelas públicas se relacionan con la
tradición familiar, quienes fueron entrevistados en la investigación
recientemente mencionada consideraron que la educación es un derecho y por lo
tanto no debe ser encarada como una mercancía y pagar por ella. Otra motivación
importante es la elección de escuelas que respondan a determinada religión para
aquellos que priorizan que la educación esté vinculada a la pertenencia a su
comunidad. Es el caso de las escuelas católicas, judías,
musulmanas, etc.
También hay
estrategias educativas que desarrollan sectores más acomodados de la clase
media alta que viven en barrios cerrados. Estas familias eligen escuelas
cercanas al barrio o escuelas que están emplazadas dentro del mismo centro
urbano. Aquí la priorización está dada por la cercanía del lugar, la seguridad
de los chicos "que pueden ir al colegio en bicicleta o caminando" es
una de las principales razones, y también la pertenencia a un grupo social
homogéneo, además de la calidad del establecimiento educativo.
Quiebres dentro de la clase media
La clase
media sufrió quiebres en su interior debido al empobrecimiento de una gran
parte de este estrato, dado por la privatización de empresas y otras medidas
político-económicas. Creció visiblemente hacia fines de los años 90 el
desempleo y nacieron los llamados ¨nuevos pobres¨ que en términos de
salarios se acercaban cada vez más a los pobres estructurales, pero que
utilizaron con estrategia de adaptación su capital social y cultural que los
diferenciaba de los más pobres.
Los sectores medios fueron polarizándose, empujados por una corriente de
movilidad social descendente, de aumento de la vulnerabilidad. La
nueva dinámica excluyente puso al descubierto un notorio distanciamiento en el
interior mismo de las clases medias, producto de la transformación de las
pautas de movilidad social, generando un aumento en su heterogeneidad.
Las clases medias empobrecidas debieron desarrollar nuevas estrategias
de sobrevivencia basadas en
la utilización y potenciación de competencias culturales y sociales
preexistentes. Una clase que ya no puede acceder a las aspiraciones o a
los consumos que marcaron históricamente su pertenencia: la vivienda, el
automóvil y las vacaciones, debiendo reformular sus expectativas, poniendo el
acento en seguir perteneciendo y dejar de perder.
Por otro lado, para un sector más reducido, de las clases medias altas consolidadas
y en ascenso, las estrategias de inclusión en el nuevo modelo apuntaron a una
búsqueda de nuevos estilos de vida basados en la privatización de la
seguridad. La fractura social provoco un debilitamiento, de los lazos
culturales y sociales existentes entre los diversos estratos de la antigua
clase media y minimizó las oportunidades de heterogeneidad.
Debatiéndose entre la resignación, los consumos efímeros y la aspiración
de perder lo menos posible, las clases medias empobrecidas enfrentan
a los sujetos a una situación de "desnaturalización" con
respecto a su posición.
Del lado opuesto, crecieron las urbanizaciones privadas, con
seguridad privada, los colegios y universidades
privadas, creando nuevos marcos de socialización no integradora, y que implicaron cada vez más
un menor contacto con seres diferentes; algo que los mismos residentes
denominan "el modelo burbuja". Si el distanciamiento
respecto de los sectores empobrecidos de las clases medias es notorio, no lo es
menos la búsqueda de afinidades electivas con las clases altas.
El último sacrificio de la clase media argentina siempre es la educación
El creciente proceso de dualización y polarización social revela hasta
qué punto los diferentes segmentos dentro de la clase media se distanciaron,
poniendo de manifiesto la disolución de su identidad "única" e
integrada.
Aun así, un
estudio del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA
muestra la resiliencia que el ideal colectivo ha tenido frente al declive
económico: el 85% de los individuos dice sentirse parte de la clase
media. Contrastado con la realidad, es una cifra improbable: el 40% de
la sociedad argentina está por debajo de la línea de pobreza.
La salud, el
trabajo, la educación, la seguridad, son preocupaciones transversales para la
clase media que pueden significar resignaciones muy dolorosas. Si
hay algo consensuado entre los cientistas sociales, es que el último sacrificio de la
clase media siempre es la educación.
La idea del ascenso a través de la universidad sigue
vigente. Inclusive, para algunos analistas, existe un fenómeno de
crecimiento en el ingreso a la universidad en los momentos de crisis. Nada
habilita más esperanza que el título bajo el brazo. No es una posibilidad para
todos: la necesidad de salir a trabajar y los gastos universitarios dificultan
el camino para muchos, pero solo allí yace hoy la esperanza de un futuro mejor.
Educación para todos, una preocupación
compartida
Según investigaciones del Banco Mundial, la pandemia, que ha
azotado al mundo, tuvo un efecto negativo en especial en países de renta baja o
media (como la Argentina).
Se sabe que en los primeros años de vida los niños están en las mejores
condiciones de aprender y que esta capacidad debe ser aprovechada
especialmente. La Educación de la Primera Infancia (EPI), cuando es de calidad,
puede potenciar las competencias del conocimiento y de las emociones para un
desarrollo exitoso, tanto en la escuela como en otros espacios de
socialización.
Según estas
investigaciones, los países no invierten lo suficiente en una educación de
calidad para la primera infancia que permita combatir la
pobreza de aprendizajes y generar capital humano.
De acuerdo a datos de esta misma fuente, se estima que el 53% de los
niños de 10 años de edad en países de ingreso bajo y medio se perjudican con
aprendizajes pobres, lo que representa que no pueden leer ni comprender un
texto breve.
Una educación más inclusiva que sea motor del desarrollo es una
preocupación compartida con muchos organismos que tienen a la región
latinoamericana en su mira. La Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (Cepal), por ejemplo, ha realizado el año pasado un interesante seminario
donde expertos de Naciones Unidas, organizaciones multilaterales,
académicos y tomadores de decisiones de política educativa plantearon
estrategias como parte de la recuperación transformadora con igualdad y
sostenibilidad.
Es muy
interesante comprobar que son precisamente las clases medias quienes
demandan más y mejor educación en los casos o países donde ven decaer el nivel
del sistema educativo. Esto significa que tienen un lugar protagónico en la
pelea por mejor educación para todas las personas. Estas conclusiones
corresponden a una investigación realizada por el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México,
Perú y Uruguay.
Aunque existen muchos cambios positivos en América Latina, la
movilidad intergeneracional sigue siendo baja, lo que hace que las
desigualdades continúen en el tiempo. Son variadas las investigaciones que
coinciden en la idea de que los sectores medios enfrentan muchas limitaciones
para superar los niveles primarios y secundarios y que, en caso de hacerlo no siempre acceden a un empleo de mejor
calidad. De esta forma los sectores medios no dejan de ser vulnerables.
Pero lograr que las sociedades sean más abiertas e inclusivas es una
tarea muy difícil de llevar a la
práctica porque no depende solamente de la educación, sino de una política
económica que, por un lado, genere empleos de alta calidad y por el otro
estimule una demanda también de calidad educativa por parte de amplios sectores
de la sociedad. |