Por Claudio Zlotnik - Sergio Massa entró al fin de semana con
una noticia que no esperaba: el monitoreo de inflación que hacen desde el Gobierno, y también desde
las consultoras privadas, da que los precios de los alimentos se acercan en septiembre
-nuevamente- al 7%. Por tercer mes consecutivo. Un nivel imposible de
sostener.
Para tener una idea cabal de lo que está sucediendo en la
economía: una
inflación de esta magnitud implica -ni más ni menos- que
el costo de la canasta familiar para no caer en la pobreza se incrementa en
alrededor de $8.000 a $10.000 mensuales.
No hay ningún bono ni acuerdo salarial que logre siquiera igualar esa
pérdida del poder adquisitivo.
La conclusión, sin dudas, es que bajo esta dinámica la actividad
económica se encamina hacia una profunda recesión. Ese sería el nuevo
escenario base. El panorama podría agravarse si el Banco Central se viera
forzado a una devaluación por culpa de la escasez de divisas.
El plan "shock" contra la
inflación, sobre la mesa
En el equipo económico siguen con máxima alerta este proceso, y por
primera vez aparece en el horizonte la posibilidad de un plan de
estabilización. Pero la puesta en marcha de una medida extrema requeriría
de un amplio apoyo político en el Frente de Todos, algo que por ahora no parece
aplicarse.
Algunos referentes empresarios y economistas profesionales cercanos al
oficialismo ya hicieron saber de la necesidad de "hacer algo" frente
a esta situación tan perniciosa. Emmanuel Álvarez Agis y Antonio Aracre figuran
entre ellos. El empresario, CEO de Syngenta, ya habló de la cuestión con
algunos funcionarios.
"Podemos
recuperar la moneda y cortar la nominalidad indexatoria desalentando
importaciones no productivas y aplicando un plan de estabilización de shock. Tenemos el expertise para hacerlo. De esto
hablamos en Banco Central con Lisandro Cleri y Pablo Carreras, del equipo de
@SergioMassa", tuiteó hace unos días Aracre.
Plan de estabilización: ¿sí o no?
Quienes creen que lo mejor para este momento sería un "plan de
shock" apuestan a que, bajo la incertidumbre actual -guiada en
la falta de dólares en el Banco Central- no hay meta fiscal ni plan monetario
que pueda doblegar esas pobres expectativas.
Que lo que se requiere es una salida más eficiente, más sólida, que se
enfoque en un objetivo de desaceleración inflacionaria y en
la entrada de divisas a las reservas del BCRA.
El
"problema" de un posible plan de shock radica en que requeriría de
una devaluación. O de, al menos, una indisimulable aceleración del
"crawling peg", las minidevaluaciones diarias que lleva a cabo el
Banco Central en el mercado
oficial.
Algunas voces de afuera del gabinete económico promueven que en lugar de
hacer una devaluación de golpe, disruptiva, ese deslizamiento podría efectuarse
en dos o tres meses, por un total de, por lo menos, un 30%.
Obviamente, el efecto inicial de esa medida es una aceleración en
el alza de los precios. En especial de los alimentos.
En un momento en donde la estimación inflacionaria para este año es del
95% -y podría ser peor aún-, una decisión de ese tipo conlleva un riesgo
político y social de envergadura. ¿Podría hacerse sin un aval no sólo en
el FdT sino también de la propia oposición de Juntos por el
Cambio? Es una de las tantas preguntas que sobrevuelan la mente de los
funcionarios con poder de decisión.
Freno a los precios: ¿el momento es oportuno?
En contraposición con quienes objetan una devaluación justo ahora, en
una instancia tan delicada por
la elevada inflación, existe la idea de otros funcionarios que piensan en
que "algo hay que hacer" para evitar el peor escenario: una
devaluación forzada por el mercado.
Esos funcionarios suponen que Massa está en el mejor momento para
decidirlo: acaban de
ingresar u$s3.000 millones a las reservas del BCRA -puede
entrar algo adicional esta semana, la última del "dólar soja"- y que
el Gobierno debería aprovechar esa circunstancia para avanzar con el plan de
estabilización.
No todo pasa por una devaluación. Está claro.
Aracre supone que el Gobierno debería ponerlo en marcha en las próximas
semanas, sin grandes dilaciones, para evitar que la onda inflacionaria siga
creciendo.
Cómo sería el "plan de shock" para
inflación y dólar
El nuevo
esquema consistiría, básicamente, en un congelamiento total de precios y salarios -inclusive
el precio del dólar oficial- durante seis
meses.
Antes de poner en marcha el programa, Aracre propone una
"ecualización de todos los precios relativos de la economía". Los
principales puntos previos al congelamiento abarcarían:
Una actualización de los salarios para evitar que el
congelamiento termine con una cristalización en la pérdida del poder de compra
de los trabajadores.
Un aumento adicional en las tarifas para los sectores de
mejores ingresos.
Una aceleración final del "crawling
peg" (minidevaluaciones diarias), con el objetivo de que el tipo de
cambio oficial aguante un congelamiento durante los siguientes 180 días.
Según Aracre, la idea sería que este andamiaje de medidas se tomen por
un decreto presidencial que luego pase por el Congreso para su aprobación.
"Los acuerdos voluntarios no sirvieron; no funcionaron. Acá tiene que ser
una medida de cumplimiento obligatorio, con penalidades para quienes no lo
hagan", plantea. Las próximas semanas serán clave para saber si el
Gobierno avanza en este planteo. |