Por Javier Blanco - Impulsada por los pesos “extras” que se ve obligado
a emitir para comprar divisas a un precio diferencial, la deuda remunerada
(Leliq y pases) que asumió el Banco Central marcó el viernes un nuevo récord al
superar los $8 billones. Ya se multiplicó en 7,25 veces durante la gestión de
Alberto Fernández, quien en campaña había prometido subir las jubilaciones con
los intereses de las Leliq.
La deuda remunerada y cada vez más cara del Banco Central (BCRA) marcó
el viernes último un nuevo récord, al superar los $8 billones.
De este modo, confirmó que –con la irrupción del dólar soja, y aunque se
discontinuó desde hace dos meses la monetización del déficit fiscal– su
evolución adquiere una dinámica cada vez más riesgosa para la golpeada salud
macroeconómica local.
Según los datos oficiales, alcanzó los $8,1 billones, sumando los casi
$6,5 billones que la entidad retiró del mercado mediante la emisión de letras
de liquidez (Leliq) –pasivo que elevó su costo mayoritariamente al 75% nominal
anual o 107,35 efectivo tras la última suba de tasas– y los $1,6 billones
tomados mediante pases pasivos al 70% anual.
El pasivo del BCRA creció 70% solo en lo que va del año (unos siete
puntos por encima de la inflación acumulada hasta ahora), lapso en el que
además duplicó su costo.
Así, a su vez, se multiplicó por 7,25 veces en lo que va de la
administración de Alberto Fernández, quien la había calificado como deuda
“usurera” al tomarla como uno de los ejes de su campaña presidencial, al llegar
a prometer incluso que con esos recursos mejoraría los haberes de los
jubilados. Haberes que, desde el inicio de su mandato, retrocedieron en casi 10
puntos en términos reales, aun considerando los bonos compencó satorios que se
emiten.
“El costo de esta deuda se disparó casi ocho veces durante el mandato de
Fernández. Incluso suponiendo que el BCRA no aumentara el stock, la renovara a
la tasa actual y solo emitiese para pagar los intereses que genera, este
proceso llevaría a más que una duplicación de la base monetaria en el período
de doce meses ( 128%)”, advirtió en un informe la Fundación Libertad y
Progreso.
“En enero de 2020, el BCRA tenía una deuda remunerada de $1,5 billones
que devengaba intereses anuales por $0,7 billones”, señala. Ahora ese stock ya
superó los $8 billones y la factura por intereses anualizada rondaría los $5,8
billones, “algo impulsado hasta comienzos de julio por financiamiento monetario
del déficit fiscal, el incremento de la tasa de interés, lo que fue
especialmente notorio desde enero de este año”.
Claro que este mes a eso se agregó la emisión “extra” que el BCRA se ve
obligado a realizar para comprar reservas a $200, en el esquema llamado “dólar
soja”.
Otro impulso
Por caso, anteayer al comprar US$335 millones de dólar soja y tener que
usar US$151 millones para asistir la demanda importadora la entidad debió
volcar al mercado unos $44.000 millones.
De esta forma, ya acumula una expansión levemente superior a los
$600.000 millones en el mes por esta vía desde la implementación del tipo de
cambio diferencial.
Desde el BCRA recuerdan que la remuneración que paga por esta deuda
“sustancialmente tiende a compensar el deterioro que sufre la moneda en el
proceso inflacionario a la espera de que esos recursos se conviertan en
financiamiento a través de la demanda de crédito”.
Así lo afirmó en una carta pública que emitió su presidente, Miguel
Pesce, semanas atrás para afirmar que “ahora” (adverbio con que busmarcar
diferencia con la denominada “bola de Lebac”) las “Leliq respaldan el ahorro
argentino”.
En esa misiva destacó que hasta julio la deuda remunerada total que
había asumido el BCRA resultaba 23% inferior al máximo alcanzado en marzo de
2018, “cuando el stock de pasivos del BCRA (en aquel entonces Lebac) expresado
a precios actuales ( jul-22) equivalía a $8,95 billones”. Claro que al ritmo de
expansión que muestra ahora volvería a ese nivel tope en menos de un mes.
Un peso malquerido
El mayor problema no es el crecimiento sostenido que muestra esta deuda,
sino que ese aumento se produce en un escenario en el que no reacciona la
demanda de pesos.
Los datos que dejó agosto son inquietantes al respecto. “Fue otro mes en
el cual la base monetaria se contrajo tanto en términos reales como nominales
por lo cual el ratio que la mide contra el PBI cayó a una velocidad mayor a lo
esperable si fuese simplemente el efecto del menor uso de billetaje por
factores tecnológicos”, advierten los economistas de la consultora LCG.
“La inflación en un nivel más alto y la inflación esperada aún más
elevada no permiten que la expansión de dinero por el pago de intereses de los
pasivos que genera el BCRA sea absorbido por el público. Y esto se da en un
contexto donde la disciplina del BCRA en relación al financiamiento del Tesoro
está siendo cumplida según el programa con el FMI”, acotan.
La escasa preferencia por la liquidez no solo se expresa en menor
demanda de billetes, sino también en el ajuste en términos reales de los
depósitos a la vista. “La menor demanda de dinero redunda en mayor stock de
Leliq, y si bien la dinámica de los pasivos remunerados no nos parece aún
alarmante, la foto del balance del BCRA lo muestra cada vez más debilitado”,
advierten.
Esto genera un aumento sostenido del pasivo del BCRA con una dinámica
cada vez más inquietante. “La métrica de meses necesarios para generar una
nueva base monetaria por los intereses pagados de las Leliq/pases ya perforó
los siete meses”, advirtió recientemente la consultora Delphos Investment.ß
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