Por Diego Cabot - El campo cayó en otra emboscada. Sigiloso, el Gobierno
los llamó con palabras dulces, casi seductoras. Hizo gala de la frondosidad que
siempre tiene usar la billetera ajena alimentada con emisión monetaria y los
metió en un lujoso vestíbulo donde les dijo que por un mes les iban a pagar
poco más de 35% extra el producto estrella. Una vez adentro, les cambió las
reglas. Casi como un caballo de Troya al sector agropecuario.
La decisión del Banco Central de impedir que todos los que vendieron
soja en este mes de promoción accedan a los dólares que se compran en el
mercado legal de bonos, como el CCL o MEP, nació con la desproporción de un
Gobierno desarticulado.
Anteanoche, minutos después de que el BCRA envió la comunicación con un
poco más de cepo cambiario, el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca,
Juan José Bahillo, escribió: “Quiero aclarar que la resolución del @
BancoCentral_AR no incluye a los productores y las productoras que con tanto
esfuerzo vienen acompañando el Programa de Incremento Exportador”, dijo.
Quedó así consumada la emboscada que tejieron la autoridad monetaria y
el ministro de Economía, Sergio Massa, con su secretario. En resumen, después
de la rectificación que hizo Bahillo, se consagró un régimen original: si el
que vendió es persona física, puede comprar dólares bolsa; si es una sociedad,
pues a quedarse en pesos.
Semejante diferenciación es propia de un principiante que no conoce la
actividad o de un malintencionado, una de dos. Sucede que en pleno siglo XXI,
la mayoría de las unidades de negocios agropecuarias a las que el secretario de
Agricultura llama “productores y productoras” se han organizado bajo diferentes
tipos de sociedades. Si bien existen personas físicas, el campo se ha
tecnificado y ha profesionalizado su estructura. Pero ahora, el solo hecho de
haber constituido una sociedad determina el corte.
Seguramente el secretario, que es de una familia dueña de una cadena de
heladerías que lleva su apellido, utiliza una sociedad para aquella estructura
comercial.
Quizá la confusión mayor de estos estadistas sea confundir casi
infantilmente empresa con sociedad. Que un “productor o productora”, para citar
a Bahillo, tenga una sociedad no lo convierte en un poderoso empresario que
acopia granos, aguanta y espera el mejor momento de venta. Desconocer que miles
de unidades productivas se han convertido en personas jurídicas para poder
separar patrimonios, responsabilidades y régimen impositivo es casi una afrenta
para el sector. Una sociedad no siempre es una empresa, y menos en el campo.
Según algunas aproximaciones que se hicieron esta mañana en varias de
las compañías que se dedican a comprar y vender cereales, la medida que cierra
más el cepo afectaría a unas 20.000 sociedades.
Ahora bien, esta masiva emboscada del Banco Central generará más
problemas para la entidad monetaria que no tiene dólares. Y ya no sabe qué cepo
cerrar para evitar la dolarización de cualquier argentino. Su presidente,
Miguel Pesce, podría combatir la inflación o poner tasas de interés positivas,
es decir, que le ganen al aumento de los bienes y servicios. Pero no parece ser
el camino. Por ahora, prefiere tapar la grieta de un dique con maderas. Los
argentinos corren masivamente al dólar no para especular, sino para cubrirse de
un gobierno que llevó la inflación al 100% anual.
La democracia entrega una herramienta vital para hacer escuchar la voz
de los ciudadanos: el voto. La historia económica, otra, para defender el valor
de lo poco que se gana en la Argentina: comprar dólares para no perder un poco
más de valor de cada día.
De regreso al remedio del trío Pesce-Massa-Bahillo, que no quiere que
esos pesos recién emitidos y flamantes que cancelaron un dólar a medida de los
sojeros regresen a moneda extranjera mediante operaciones en la bolsa, vale la
pena aclarar algo que sucederá en el próximo tiempo.
Desde las lujosas oficinas del microcentro
El BCRA podría combatir la inflación con menos emisión o con tasas
positivas
Pero esta vez decidió otro camino, prefirió tapar una filtración de un
dique con madera
porteño, los burócratas de la economía argentina pueden emparchar un
dique con madera. Pueden, y lo hicieron, prohibir un mercado donde comercian
los particulares. Uno que quiere vender dólares y otro que compra es el corazón
del MEP y el CCL. No salen ni se pierden reservas del Banco Central en esas
operaciones.
Al prohibir este camino, ¿qué harán los “productores y productoras”?,
siempre en el cuidado vocabulario kirchnerista del secretario. Comprarán
insumos en dólares. Irán a las góndolas por todo tipo de producto importado que
les sirva para las campañas que vienen. Los fertilizantes, por caso, son un
ejemplo del activo que se adquiere al dólar oficial. El trío debería saber que
esas compras sí le restarán reservas al BCRA, ya que la mayoría son importados
y se compran al dólar oficial. Pesce deberá agarrar la lapicera roja.
La secuencia de lo que sucedió pinta de cuerpo entero la descoordinación
de un gobierno que hace de la palabra un activo sin valor. Primero, pidió ayuda
al campo. Después, claro, les entregó un caramelo con un dólar a medida. Los
productores vinieron y liquidaron miles de millones de dólares. Y luego, cuando
todos estaban conformes, les cerró la puerta. En la otra punta de este
oficialismo, otros llaman al diálogo.ß |