Por Rafael Mathus Ruiz - NUEVA YORK (De nuestro corresponsal).– En su
primer discurso presencial ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el
presidente Alberto Fernández habló del intento de magnicidio contra la
vicepresidenta Cristina Kirchner, y apenas abrió su mensaje, dijo que el
atentado buscó alterar la construcción democrática argentina de las últimas
cuatro décadas.
Al hablar del fallido intento de asesinato, Fernández embistió contra
sectores de la oposición, al hablar de “violencia fascista que se disfraza de
republicanismo”, en un mensaje más enfocado en la situación interna de la
Argentina
que en la política exterior.
Fernández pidió levantar los “bloqueos” contra Nicaragua, Cuba y
Venezuela, sin aludir a las violaciones delosderechoshumanosenesospaíses.
Demandó el cese de hostilidades en Ucrania y reiteró el reclamo a Irán para que
responda ante la Justicia por la voladura de la AMIA.
NUEVA YORK.– Parado por primera vez ante los líderes del mundo reunidos
en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Alberto Fernández
le dio a su mensaje anual más importante en la arena global una fuerte impronta
política al darle un lugar estelar al intento de magnicidio contra la
vicepresidenta Cristina Kirchner y afirmar, apenas abrió su discurso, que el
atentado buscó alterar la construcción democrática argentina de las últimas
cuatro décadas.
A lo largo de su mensaje, Alberto Fernández recorrió los problemas del
mundo y del país, y en el arranque condenó, al hablar del fallido intento de
asesinato a la vicepresidenta, a “la violencia fascista que se disfraza de
republicanismo”. Además del mensaje político, el discurso tocó los temas
centrales de la política exterior argentina. Fernández habló sobre la
democracia, la deuda externa, el azote de la pandemia del coronavirus, la
seguridad alimentaria y energética, el cambio climático, la lucha contra la
pobreza y la desigualdad social, la defensa de los derechos humanos –no hubo
menciones a las violaciones en Nicaragua, Cuba o Venezuela, pero sí un pedido
para levantar los “bloqueos” a las dos últimas–, condenó el terrorismo y
reiteró el reclamo a Irán por el atentado a la AMIA, y al Reino Unido por la soberanía
de las islas Malvinas.
El Presidente pidió el cese de hostilidades en la guerra de Ucrania
–esta vez no usó la palabra “invasión”, sino “avance militar” al referirse a la
agresión de Rusia– y buscó colocar a la Argentina como un futuro proveedor estratégico
en dos frentes donde reinan las necesidades: energía y alimentos. Pero de todos
los temas que recorrió en su discurso, el elegido para la apertura fue Cristina
Kirchner, y el fallido intento de asesinarla.
“En la Argentina, el intento de asesinar a la vicepresidenta no solo
afectó la tranquilidad pública. También buscó alterar una virtuosa construcción
colectiva que el año entrante cumplirá cuatro décadas de vida. En 1983
recuperamos la democracia e iniciamos un largo ciclo histórico en el cual alternaron
en el gobierno distintas fuerzas políticas”, dijo el mandatario.
“Los argentinos construimos el acuerdo del “Nunca Más” al terrorismo de
Estado y a la violencia política. Valoramos la democracia como un modelo de
desarrollo social que exige respetar al otro en la diversidad. Estoy seguro de
que la violencia fascista que se disfraza de republicanismo no conseguirá
cambiar ese amplio consenso al que adhiere la inmensa mayoría de la sociedad
argentina”, agregó.
El discurso de Alberto Fernández ante las Naciones Unidas fue el más
importante sobre la política exterior del país y el lugar de la Argentina en el
mundo, pero, al igual que otros mandatarios, el Presidente lo utilizó para
enviar mensajes tanto para la platea doméstica como para la platea internacional,
y repasar una punta de temas –la condena al terrorismo y el reclamo a Irán por
la AMIA, o el reclamo por la soberanía de las islas Malvinas– que siempre están
presentes. Fernández ofreció dos temas salientes: el atentado contra Cristina
Kirchner y el nuevo espacio que puede ocupar la Argentina en el mundo ante las
consecuencias que ha tenido la guerra en Ucrania.
Lo retocó por última vez por la mañana. Lo leyó desde el podio, sin
cambiar nada. Lo escucharon en el recinto su anillo de confianza más estrecho:
el canciller santiago Cafiero, el embajador Jorge Argüello, Julio Vitobello,
Gabriela Cerruti, Aníbal Fernández y la embajadora ante la ONU, María del
Carmen squeff.
Las advertencias por la violencia política y los extremismos ocuparon un
lugar estelar. El Presidente dijo que aprovechando la desazón que generaron la
pandemia y la guerra en Ucrania, “los discursos extremistas y violentos
proliferaron y encontraron tierra fértil para sembrar el sentimiento
antipolítico en nuestras sociedades”, y dijo que guardar silencio podía crear
una crisis en el Estado de Derecho.
“Quienes buscan debilitar y erosionar las democracias tienen intereses
específicos que los llevan a promover la polarización extrema. No aceptemos
resignados esa situación. Generemos un enérgico rechazo global a quienes
promueven la división en nuestras comunidades”, afirmó.
Al referirse a la guerra en Ucrania, pidió “recuperar el imperio de la
paz”, y prometió que la Argentina “cumplirá su rol como productor y exportador
confiable de alimentos” y para enfrentar el desafío de alcanzar la seguridad
energética y enfrentar el cambio climático y la transición a una economía verde
proveyendo al mundo con gas natural, litio y energías limpias, un papel que la
Casa Blanca mira con enorme interés, y que el país, todavía, no puede cumplir
por falta de inversiones.
“siempre hemos pregonado la solución pacífica de las controversias. Es
imperioso que cesen todas las hostilidades desatadas. Por ese motivo,
necesitamos trabajar unidos para imponer el diálogo y recuperar la paz en la
disputa iniciada con el avance militar de la Federación Rusa sobre el
territorio de Ucrania”, afirmó el presidente.
El mandatario reiteró su llamado a buscar un nuevo capitalismo al
afirmar que deben abandonarse “las prácticas económicas y financieras que el
mundo desarrollado exige cumplir al mundo que intenta desarrollarse”, y que al
agregar después que estirar el presente solo incrementará la pobreza y la
marginalidad.
Más adelante, definió el lugar que puede llegar a ocupar la Argentina en
el mundo: “Trabajamos para garantizar que este camino de sostenibilidad
ambiental y seguridad alimentaria y energética sea posible. Pero todo esfuerzo
será en vano si no transitamos ese camino en un marco de desarrollo económico y
social más equitativo”.
El Presidente condenó el terrorismo, volvió a pedirle a Teherán que
coopere con la Justicia para esclarecer el atentado a la AMIA y reiteró su
predisposición para volver a la mesa de negociaciones con el Reino Unido para
discutir la soberanía de las islas Malvinas, un conflicto estancado. sobre el
final, volvió a tocar el tema de la desigualdad, uno de sus favoritos.
“Vivimos en un mundo donde las injusticias y desigualdades se
incrementan. Al mismo tiempo, crecen los riesgos para las democracias, se
resquebraja la paz y se potencia la incertidumbre. Tenemos un deber ético
impostergable. Es ahora. Debemos trabajar e implementar acuerdos globales
efectivos que erradiquen el hambre, que reduzcan de modo drástico las
desigualdades, que aseguren la estabilidad democrática, la paz y la
convivencia”, dijo ya al finalizar.
Después de su exposición ante la Asamblea, Fernández tenía previsto
cenar con su par francés, Emmanuel Macron. Hoy partirá hacia Houston, su última
escala.
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