Sábado 17 – Por Daniel
Fernández Canedo - El proyecto
de Presupuesto 2023 que presentó el gobierno contempla la
posibilidad de blanquear dólares para adquirir inmuebles usados.
El ministro Sergio Massa le dijo a las automotrices que
necesita que restrinjan al máximo la importación de autos de alta gama en la
segunda parte del año y a fabricantes de productos electrónicos que reduzcan
entre 25 y 30 % las importaciones.
En una encuesta elaborada por la Unión Industrial Argentina el 74% de
los fabricantes aseguró que tuvo inconvenientes para importar insumos y
otro 70% los tuvo para realizar pagos en divisas.
Massa aprieta el cinturón cambiario en el entendimiento de que la sequía
de divisas después del ingreso anticipado que representó el dólar soja
será muy severo.
El diagnóstico oficial indicaba que la tensión cambiaria cedería este
mes por la disminución de la necesidad de
importar energía, pero la demanda por turismo y gastos de
tarjeta en el exterior le jugó una mala pasada al Banco Central.
Hasta ahora la decisión de Massa de encarrilar el acuerdo con el FMI en
el intento de estabilizar la situación financiera logró calmar las
aguas y mejorar la expectativa de cortísimo plazo, pero alguno de los
objetivos a lograr aparecen lejanos.
Previo al dólar soja, las reservas netas del Central estaban en US$
1.500 millones y ahora rondan los US$ 3.200 millones. Un
fortalecimiento importante, pero que queda a mitad de camino de la meta
de US$ 6.400 millones del acuerdo con el Fondo para fines de
septiembre.
Los operadores confían en que ni el gobierno de EE.UU. ni el FMI serán
estrictos con ese incumplimiento ya que Massa se comprometió a reducir a 2,5%
del PBI el déficit primario y a no emitir para financiar al Tesoro. Desde ya
que la última palabra la tiene Kristalina Georgieva: el resultado de alguna
de las gestiones del ministro en EE.UU. de la semana pasada saldrá a la
superficie.
También empezó a quedar más claro, a partir del dato de suba
de 7% del costo de vida en agosto, que la Argentina ingresó en un
nuevo régimen inflacionario en el que las subas mensuales oscilan entre 6
y 7%, muy lejos de los guarismos de 3/4% de comienzos de 2022.
Inflación de 7% en un mes y de 78,5% en un año, sin aumento de tarifas y
sin una devaluación amplia, llevó a Massa a aplicar la
mayor suba de tasas de interés en mucho tiempo: 15
puntos anuales en solo un mes demuestran la necesidad de poner algún freno
financiero a la inflación y al dólar después del largo camino alcista
recorrido.
Con la tasa de las Letras de Liquidez en 75%
anual (también rige para
los depósitos a plazo fijo menores a $ 10 millones) el gobierno busca
sacar pesos excedentes, encarecer los créditos y restarle demanda al dólar
blue.
Esa tasa de 6,2% mensual es alta pero corre de atrás a la
inflación y una pregunta es si le ganará al dólar oficial que este mes
viene creciendo en torno de ese ritmo.
Atado a su compromiso de no devaluar 30%/40% de una vez, Massa
tomó la decisión de generar una política de parches dejando actuar a
la inflación como instrumento de ajuste del gasto público mientras pueda
mantener cerrado el grifo de dólares para el pago de importaciones.
Un informe de la consultora ABECEB calcula que ese ajuste,
hasta ahora, representa "1,07% del PBI y el mayor aporte lo harán los
impuestos. Los adelantos de ganancias y la recaudación adicional por el dólar
soja contribuyen con 0,567% mientras que la mayor recaudación por inflación
aporta 0,2%".
Por el lado del gasto, concluye el trabajo, la suba de tarifas y los
recortes presupuestarios "colaboran con 0,3% del PBI".
Lejos de un plan de estabilización, la gestión de Massa se consolida en
el sendero de reglas de juego móviles y conversadas con un objetivo
fuerte y concentrado: conseguir y ahorrar dólares para mostrar que las reservas
del Banco Central serán suficientes para evitar una baja sensible de la
actividad económica y otro salto de una inflación que ya se proyecta
a tres dígitos.
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