Por Florencia Donovan - El ministro de Economía, Sergio Massa, se siente
cómodo con los resultados de su primer mes de gestión. A simple vista, logró
morigerar el pesimismo de un mercado que por momentos en julio pasado llegó a
vislumbrarse muy cerca del abismo. Es comprensible, pues, que el kirchnerismo
haga silencio ante sus anuncios de austeridad fiscal, que acepte que se le den
beneficios cambiarios a un enemigo histórico del relato, como lo es el campo, o
que incluso haga la vista gorda ante la cuasi sumisión del ministro ante el
consenso de Washington. Y es que, si bien el ajuste comenzó, todavía no empezó
a sentirse a fondo en la calle.
La gran duda de Massa y su equipo es si el respaldo tácito de la pata
más fuerte de la coalición se mantendrá una vez que el impacto del ajuste se
haga más visible. La tregua, anticipan, está garantizada hasta noviembre.
“Doña Rosa no se asusta por el exceso de pesos en la calle, sí se
preocupa y entiende perfecto qué pasa cuando no hay reservas”, dicen cerca del
ministro Sergio Massa. La prioridad sigue siendo para el Gobierno el mercado
cambiario.
Satisfechos por la evolución de las liquidaciones del dólar soja, ahora
en la mesa chica de Economía –donde pesa cada vez más la figura de Marco
Lavagna como coordinador– se debaten cómo seguir. Saben que los US$5000
millones que podrían terminar ingresando por la soja tienen una vida útil
limitada. Lo mismo que la paz cambiaria: sólo ayer los dólares libres subieron
casi 4%. El productor de soja se tentó a vender con el dólar a $200, pero
inmediatamente buscó cómo desprenderse de los pesos que cobró.
Pese a la suba de tasas por parte del Banco Central (BCRA), el dólar no
pierde atractivo.
Es inminente por ello una medida para frenar el drenaje de divisas por
turismo. Se estima que en agosto se fueron por esta vía unos US$800 millones
(contra US$1350 millones que todavía demandó la energía). La idea es hacerlo
cuanto antes para evitar que esta cifra se multiplique a medida que se acerque
el Mundial de Qatar y que las familias contraten sus vacaciones de verano. Se
está evaluando cuál de las opciones tiene el menor costo político y fiscal. Se sabe
que será un anuncio antipático.
Por el lado de la oferta, avanzan las negociaciones con los bancos Citi
y Goldman Sachs por el repo –préstamo contra garantía de bonos soberanos– por
US$2000 millones. Se acordó en principio que el préstamo tendrá dos años de
plazo, todavía falta definir otras cuestiones no menores. Massa, por su parte,
reafirmó ante sus interlocutores en Washington que habrá distintos beneficios
para el sector de la energía, la economía del conocimiento, y la minería. En
los Estados Unidos hicieron hincapié en la importancia del desarrollo del
negocio del litio, estratégico para la transición energética del mundo
desarrollado, que en el marco de la invasión rusa en Ucrania busca reemplazar
con mayor velocidad el uso de los combustibles fósiles. Empresas nacionales,
como Techint, no se quieren quedar afuera, y también otean el negocio.
Desdoblamiento
Dentro del equipo económico, entretanto, cobra cada vez más atractivo la
idea de un desdoblamiento del tipo de cambio. Pero, una vez más, el exceso de
pesos que todavía hay en el mercado dilata su aplicación. “Es una incógnita a
dónde puede llegar a irse el dólar financiero con todos estos pesos”, insisten.
Es un debate que no está zanjado.
La evidencia de que sobran pesos es mucha. Eso explica que las cadenas
de pagos entre empresas se estén acortando, que las ventas en los shoppings se
mantengan aún firmes, y que los supermercados estén registrando en las últimas
semanas un crecimiento del consumo del 4%, promedio, pese a que reconocen mensualmente
aumentos de precios promedio en línea con la devaluación del tipo de cambio
oficial.
Un informe del BBVA señala que el consumo total con tarjetas cayó en
agosto pasado 2,9% en términos reales con respecto a igual mes de 2021, pero en
gran medida afectado por una abrupta caída de las compras en plataformas
virtuales, que todavía el año pasado gozaban de un momentum gracias a la
pandemia. Marcas internacionales como Zara o Nike tienen otros dilemas: les
falta producto para abastecer la demanda.
El fenómeno es transversal, no solo es una muestra entre las segmentos
socioeconómicos más pudientes. Entre los intendentes del conurbano reconocen,
por caso, que todavía no están viendo ajustes en sus recaudaciones. Este fue
uno de los comentarios más escuchados el miércoles en la cena que organizó la
Red de Innovación Local (RIL) en la Rural, y en la que participaron más de 200
intendentes de todo el país. La gente está modificando sus patrones de consumo,
pero todavía tiene pesos en el bolsillo.
Entre los colaboradores de Massa el fenómeno no deja de sorprender. Si
bien contaban con el gran excedente de pesos en circulación, esperaban a esta
altura una mayor contracción de la economía. En los últimos dos meses, el BCRA
ya subió la tasa de interés de referencia en 19,5 puntos porcentuales y po dría
tener que seguir subiéndola. Según un relevamiento de McKinsey & Company,
ningún otro banco central del mundo prendió la aspiradora de pesos con tal
agresividad. Chile y Brasil, los que le siguen en el ranking, incrementaron su
tasas en 5 y 4 puntos porcentuales, respectivamente.
Éxitos en DC
Massa, por su parte, insiste hacia adentro en que cumplirá con la meta
fiscal del FMI, tanto este año como para 2023. En resumen: habrá todavía un
ajuste mayor en los próximos meses. La economía se va a frenar.
Hábil comunicador, con este discurso el ministro de Economía logró
sortear con éxito las dudas de Washington. “Ayudó que se mostrara como
accionista, no solo como gerente –ilustró una fuente–. Massa dejó en claro que
como miembro fundador del Frente de Todos tiene mucho por perder”. Y hubo
además gestos; el tigrense siguió ocupando espacios de poder: designó a Marcelo
Barg, hasta ahora en el Banco Mundial, director alterno en el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID). Si bien se mantiene Guillermo Francos como
director titular, Massa sumó un nuevo interlocutor en uno de los organismos que
hasta hace no mucho habían sido de los más críticos con la gestión de Alberto
Fernández. No sería la última movida que tiene en mente el ministro de
Economía. Ambición le sobra.
Entre copas de espumante, amenizadas con sus cigarros favoritos, Café
Creme, Massa sorprendió a más de uno. “Hubo buena recepción –reconoció un
ejecutivo argentino, con años en la capital norteamericana–. Eso sí, todo el
foco estuvo en el trabajo hormiga para administrar restricciones y conseguir
dólares. Pero no queda claro cómo se llega a la consistencia macro bajo este
esquema ni si aguanta hasta la elección”, sentenció.
La lectura es compartida por el mercado y por los burócratas del FMI,
que así y todo avanzarían con la aprobación de la segunda revisión del
programa. Paso imprescindible para que puedan reiniciarse las conversaciones
con el Club de París, que tiene previsto reunirse el martes y miércoles de la
semana que viene para tratar, entre otros temas, el caso argentino. Massa
espera luego poder viajar a la capital de Francia para la primera semana de
octubre. Las exigencias de los países que conforman el Club para renegociar la
deuda de US$2000 millones pendiente siguen siendo las mismas que las que
manifestaban durante la gestión de Guzmán: que la Argentina cumpla con el
monitoreo del FMI y que haya un tratamiento equitativo hacia todos los
acreedores del país (una exigencia sobre todo de Japón, que no quiere ver en
China un acreedor privilegiado).
Mientras tanto, en las antípodas de las burbujas y los cigarrillos de
especialidad que ofrece DC, el Instituto Patria se encarga de escupirle el
asado al superministro, organizando seminarios a favor de un alineamiento con
China, reclamando un ingreso universal y para peor, exigiendo una reforma de
los organismos multilaterales que hoy mantienen aflote al país.
Audaces (o visionarios), algunos hombres de negocios como Eduardo
Elsztain empiezan a dar señales de que, más allá de todo, la Argentina
recuperará algo de brillo. Lanzará en los próximos días la venta de inmuebles
contra bonos soberanos. La idea es tomarlos entre un 10 y 30% por encima de su
valor de mercado. ¿Sabrá algo que Wall Street todavía no sabe? |