Por Gustavo Marangoni - Largó la campaña. Durante los próximos
trece meses (catorce si se da el escenario de balotaje) los argentinos
estaremos protagonizando una extensa serie de elecciones escalonadas que culminarán con las
presidenciales 2023. El pasado domingo en Marcos Juárez se jugó la primera
fecha de la "Copa Sillón de Rivadavia" con un triunfo de Juntos por el
Cambio.
Como siempre sucede en estos casos, los que ganan un municipio o
provincia señalan que la victoria trasciende lo local y los derrotados
tienden a minimizar el impacto. Esta partida encontró al kirchnerismo con
aire tanguero, mirando "de afuera, como esas cosas que nunca se alcanzan,
la ñata contra el vidrio…". La tierra del cuartetazo podría
calificarse como un territorio extranjero para Cristina Kirchner y los
suyos.
El Gobierno se aleja en la campaña: derrota en Córdoba
La competencia estaba hegemonizada por dos ofertas muy alejadas del
Frente de Todos. Probablemente el gobernador Schiaretti pensaba impulsar
su figura a nivel nacional si el resultado le era favorable a "Unión
por Córdoba". Pero deberá postergar por un tiempo el proyecto de exportar
su exitosa vía mediterránea a nivel nacional.
"Schiaretti deberá postergar el proyecto de exportar su exitosa vía
mediterránea a nivel nacional"
Una vez más se hizo presente "la maldición del camino del
medio". Suma
entonces tres puntos la principal coalición opositora a nivel nacional y habrá
que esperar un tiempo para el próximo match.
Los gobernadores van separando sus comicios de los generales, lo
que nunca es un buen augurio para la Casa Rosada. Si no hay campeón, no
existen tampoco "los amigos del campeón". Y sin ellos, las
posibilidades de repetir éxitos disminuyen considerablemente. Cuando las cosas
marchan bien todos quieren acompañar el proyecto. Cuando van mal es el
proyecto propio el que hay que salvar.
La fotografía actual no es buena para el gobierno nacional, nadie lo
ignora. El informe de setiembre de la consultora Zuban-Córdoba y Asociados
señala que la gestión del presidente Alberto
Fernández cosecha el 69% de calificaciones negativas contra
un 29% de positivas.Y los datos son muy pesimistas cuando se interroga
acerca de si el país va en la dirección correcta: para el 20% vamos bien y
para el 72% vamos mal.
De allí que no sorprendan las respuestas obtenidas a la pregunta: ¿por
cuál espacio votaría si las elecciones
presidenciales fueran hoy? En ese hipotético escenario el Frente de Todos
está peleando casi en empate técnico el segundo puesto con los libertarios (26%
y 25% respectivamente) a prudente distancia de Juntos por el Cambio (33%).
La batalla cultural parece estar lejos del peronismo
Claro que hay tiempo y las imágenes no son fijas. Sin embargo, no
puede dejar de observarse que "la batalla cultural" parece estar
lejos de la conceptualización del peronismo-kirchnerista, particularmente
si se agrega el contexto económico y las acciones que el ministro de Economía,
Sergio Massa, está llevando adelante para evitar el colapso de los indicadores
básicos de la macro.
La receta que aplica es la que deriva del acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional firmado entre Martín Guzmán y Kristalina
Georgieva, aprobado en el Congreso sin los votos K y con la renuncia de
Máximo Kirchner a la jefatura del bloque oficialista de la Cámara de Diputados.
Para ponerlo
clarito: el diagnóstico de como comenzar a poner la casa en orden del
gobierno se parece bastante al de la oposición. Suenan muy lejanas las
disertaciones de la vicepresidenta con críticas a la ortodoxia y al neoliberalismo.
También sus llamados a reconfigurar el orden financiero global.
¿Cómo hará el Gobierno para revertir esta situación?
Ahora se trata de acomodar -aunque sea un poco- las cuentas
fiscales, seducir a los productores de soja y conmover a
los funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. y los técnicos del FMI y el
BID para que abran el monedero o al menos sean indulgentes a la hora de revisar
nuestros (in)cumplimientos.
Si poco tiempo atrás se daban clases de heterodoxia económica en foros
locales, regionales e internacionales, ahora el objetivo pasa por
mostrarse como buenos alumnos frente a quienes puedan ayudar a oxigenar
las alicaídas reservas del BCRA. Un baño de humildad forzado por las
circunstancias. Elegante y estilizadamente se lo puede denominar giro
pragmático.
El cambio tiene su importancia vital, (no para medir el grado de
coherencia de los dirigentes, tarea menor y prescindible) sino para analizarlo
como insumo central de la próxima campaña. Si las medidas pro-mercado ayudan a
alejarse del abismo entonces la opinión pública exigirá más medicina para
acelerar la mejoría. En ese caso las credenciales de los opositores lucen
más genuinas. Si por el contrario la situación se agrava los costos los
paga la administración actual.
Ningún análisis político puede presentar conclusiones determinantes
porque nadie tiene la capacidad de adivinar el futuro. Imposible conocer los
miles de eventos fortuitos que presentarán los meses venideros y su impacto
sobre la realidad. De hecho, un intento
de magnicidio sorprendió a todos y dejó latente la pregunta acerca de lo que
hubiese pasado si el criminal alcanzaba su propósito.
Pero sí resulta
factible y necesario proyectar escenarios. Y es precisamente en el
territorio de las probabilidades donde el actual
oficialismo no encuentra muchos motivos para alentar el optimismo.
Quizás por ahora alcance con la ligera satisfacción de poder mirar la
actual coyuntura con menos estrés. Aunque resulte una verdad de Perogrullo,
para tener futuro, primero hay que tener presente. Presente que se mide
semana a semana, pero presente al fin.
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