Por Claudio Zlotnik - Una vez que regrese de la gira por los
Estados Unidos -en la que se enfocó ciento por ciento en conseguir dólares
para las reservas, claves para la estabilidad
macroeconómica-, Sergio Massa pasará al siguiente capítulo de su
estrategia en la gestión del Palacio de Hacienda. La obsesión del ministro
pasa por mostrar una baja de la inflación. Una desaceleración que impida la
rápida licuación de los ingresos de las familias, que vienen cayendo mes tras
mes desde el pico de julio, que se produjo tras la eyección de Martín Guzmán de
Economía.
Massa cree que
hay espacio para frenar la inercia inflacionaria, que se ha establecido en un piso del 6% mensual a pesar de que no hubo una devaluación
abrupta.
Las consultoras económicas están en sintonía con esa dinámica: el último
REM del Banco Central -divulgado el viernes a última hora- prevé
una inflación del 95% este año. Una evaluación que se estira
al 99,4% si sólo se toman en cuenta a los economistas que más
acertaron en este 2022.
En Economía sostienen que una parte del salto de los precios se vincula
con las pobres expectativas sobre el corto plazo. El mercado estaba convencido
de que habría una devaluación y que la crisis se agravaría.
Más dólares y cambio de expectativas
Massa apunta a que ese escenario de que lo peor está por venir quede
despejado. Que los dólares que llegaron al Banco Central la última semana
sellen la paz cambiaria. A esas divisas se les sumarán los aportes
del BID y del Banco Mundial, que empezarán a llegar en las próximas
semanas.
La incipiente mejora de los activos financieros argentinos, desde un
piso histórico, estaría marcando una recalibración positiva de los
inversores extranjeros, que vieron a un Massa muy activo y con relaciones
potentes en su paso por los Estados Unidos.
Eso no quiere decir que la economía argentina haya abandonado el pasillo
estrecho por el cual se mueve. Un mal paso podría derivar en una marcha atrás
sobre lo ganado en las últimas semanas. A la vuelta, Massa quiere desplegar un
balance positivo sobre las primeras cinco semanas en el Ministerio.
El paso de la inflación: lo bueno y lo malo
A favor del objetivo de Massa de lograr una desaceleración
inflacionaria, el Banco
Central acumuló compras netas por arriba de los u$s1.000 millones la
semana pasada, la primera en la que se puso en funcionamiento el "dólar
soja".
Lo dicho más arriba: el ministro está convencido -y en esto lo acompañan
distintos economistas profesionales- que la acumulación de divisas le
permitirá mostrar un enfriamiento de la inflación. Desde un índice
elevadísimo, claro.
Sin embargo, otras variables juegan en contra de esa expectativa, ya que
no se despejaron algunas incertidumbres para los próximos meses.
Antes de fin de año, sin ir más lejos, los productores de
trigo deberían liquidar la cosecha gruesa. Una pregunta inquietante: ¿lo harán
ahora que saben que el Gobierno está dispuesto a mejorar el tipo de cambio,
como hizo con los sojeros? La respuesta, desde ese lugar, parece obvia: habrá una fuerte presión
para que el Gobierno ceda a las pretensiones. Si no hay acuerdo, buena parte de
los dólares de la cosecha podrían quedarse en los silobolsas.
Ahora bien: hay una diferencia notable entre la soja y el trigo. El
dólar diferencial de $200 para los primeros no podría replicarse con los
segundos, sin habilitar un encarecimiento notorio de productos esenciales de la
canasta alimentaria. Empezando por el pan.
¿Y entonces? Massa tiene algunos puntos para poner sobre la mesa.
¿Qué hará Massa para conseguir los dólares
del campo?
El líder del Frente Renovador cuenta con ventajas que, claramente, no
tenía su antecesor en el Ministerio.
La principal refiere al respaldo que tiene de la
vicepresidenta Cristina Kirchner. Massa ya pudo demostrar que puede darle
beneficios al campo, que estaban vedados para Guzmán. El ministro tiene a su
disposición una botonera, que -directamente- estaba desenchufada antes de su
llegada al Ministerio.
Eso no implica que pueda ofrecer un dólar de $200 para los productores
de trigo o de maíz.
Lo que sí
podría dar es una rebaja (o la eliminación) de las retenciones durante una
ventana de tiempo. Tal como hizo ahora con
el "dólar soja".
Claro que, aun cuando vaya por esa alternativa, no tendrá el mismo
impacto sobre los productores: una cosa es mejorar un 40% el tipo de cambio y
otra hacerlo en 12%, que es la alícuota actual en el caso de las exportaciones
de trigo.
"Está claro que juega a favor del ministro que el dólar soja haya
salido bien. La señal que manda es que las próximas medidas dependerán de la
necesidad de dólares. Aunque hay limitaciones", afirma un miembro del
gabinete económico, en diálogo con iProfesional.
Los ingresos de los trabajadores, en la mira
Tal como informó iProfesional, al regreso de la gira por los Estados
Unidos, Massa apuntará al capítulo de la inflación. Y, en particular, a los
ingresos de los asalariados, donde se vislumbra una pelea interna entre
la CGT y el kirchnerismo "duro".
Después de otorgar un bono a los jubilados y una mejora a las
asignaciones familiares, Sergio Massa debe decidir si avanza con la idea de habilitar un bono
para todos los trabajadores activos, como una forma de compensar la pérdida del poder
adquisitivo de los asalariados.
La idea
de un bono por única vez por $30.000 a cuenta de las próximas
paritarias surge como una opción que el
propio ministro evaluó antes de subirse al avión que lo llevó a Washington.
Uno de los puntos sobre los que decidirá Massa tiene que ver con lo que
le tocaría al Estado nacional, a las provincias y a las intendencias en
momentos en los que se puso en marcha un ajuste del gasto público. Parte
de los desafíos que encarará no bien regrese desde el Norte.
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