Domingo 11 - Por Rafael
Mathus Ruiz - WASHINGTON.– Luego de una primera semana hiperactiva en la que
saltó de reunión en reunión y contó en primera persona en Washington y en
Houston sus planes y su mirada de la economía, el ministro de Economía, Sergio
Massa, ultima el cierre anhelado para su gira por Estados Unidos: un acuerdo
con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que despeje las dudas sobre el
futuro del programa económico. “Tenemos que trabajar para cumplir los objetivos
del programa”, dijo Massa a periodistas argentinos.
Las negociaciones con el FMI ingresaron este fin de semana en su fase
final, más política que técnica. El presidente del Banco Central, Miguel Pesce,
viajó desde Buenos Aires para sumarse al equipo, al igual que Silvina Batakis.
El lunes, Massa verá a David Lipton, en el Tesoro, y después a Kristalina Georgieva,
en el Fondo. No quiso anticipar el final, y volvió a ratificar las metas, que
están en duda. En su delegación se palpa confianza: no están preocupados por
las metas, indican, sino ocupados en cumplirlas.
“Lo que venimos haciendo es un trabajo técnico de todas las áreas del
Ministerio de Economía con las áreas técnicas del Fondo para cerrar la revisión
del segundo trimestre y para construir el documento de prospectiva, que es un
poco como ve el Fondo y como vemos nosotros para adelante. La semana fue
buena”, resumió Massa.
“Tenemos que trabajar para cumplir los objetivos del programa porque es
parte de los compromisos que la Argentina asumió como país y que de alguna
manera nos ponen en la obligación de asumirlos como responsabilidad de
gobierno”, insistió.
Massa tuvo una semana intensa en Washington y en Houston, con picos en
su primer contacto con el Fondo, sus reuniones con altos funcionarios del
gobierno de Joe Biden en la Casa Blanca y el Departamento de Estado y con
empresas petroleras. Massa dijo que no pidió en la Casa Blanca, y que tampoco
le ofrecieron nada.
El líder del Frente Renovador cosechó los vínculos que sembró durante
años en Estados Unidos. Lo recibieron en todos lados: tuvo más de dos docenas
de reuniones. Mostró su caudal político y dos atributos que sus antecesores
nunca tuvieron: el control de toda la “botonera” de la gestión, y un respaldo
sin fisuras –por ahora– del Frente de Todos, que aparece alineado detrás de su
gestión. No ha sido una visita típica de un Ministro de Economía. Ni Martín
Guzmán ni Silvina Batakis pisaron oficialmente la Casa Blanca. O vieron, por
caso, a Jack Rosen, presidente del American Jewish Congress, y Dina Siegel
Vann, directora del American Jewish Committee, dos influyentes figuras. Massa
viajó en el Tango 04 –el motivo que se esgrimió fue el atraso que sufrió la
agenda por el intento de atentado a Cristina Kirchner, aunque también una
intención de darle envergadura al viaje–, y lo hizo junto con una delegación
que, con el correr de los días, llegó a sumar más de una docena de funcionarios
y asesores.
En Houston, Mark Jones, profesor de la Universidad Rice y un viejo
conocido de Massa en Estados Unidos, lo presentó como el “James Baker
argentino”, una referencia al secretario de Estado de Ronald Reagan, alguien
que puede tener puentes, dijo, resolver conflictos y “no hacer quilombos”. El
Fondo ahora habla ahora cara a cara con alguien con el poder político para
hacer lo que Guzmán y Batakis nunca pudieron hacer: un ajuste.
Pero en su delegación señalaron que se planteó el costo para el país de
la guerra en Ucrania, que estalló justo antes del acuerdo con el Fondo. La
Argentina, remarcaron, sufrió tres pérdidas por las tensiones geopolíticas:
5000 millones de dólares más en importaciones de gas –si la Argentina produjera
todo lo que puede, exportaría y hubiera tenido un rédito–, unos 6000 millones
que quedaron en Rusia de los fondos que Moscú recibió del FMI por la pandemia,
y que el gobierno de Vladimir Putin pensaba cederle a la Casa Rosada; y 9000
millones del swap con China. El Gobierno quiere reducir drásticamente las
importaciones de gas el año próximo.
“Los precios internacionales de la energía condenan a Europa a un
escenario de enorme inestabilidad económica y política, y nos ponen a prueba a
nosotros para el 2023 en el desafío de tener un programa muy ambicioso, pero
también profesionalmente desarrollado para evitar que la Argentina tenga que
seguir importando los niveles de GNL [Gas Natural Licuado] que ha venido
importando los últimos años”, señaló Massa. “El costo de la guerra es un tema
que aparece no solamente en la relación de la Argentina con Estados Unidos,
sino en el análisis global”, agregó el jefe del Palacio de Hacienda.
Las reservas del Banco Central son el flanco más débil del programa. El
Gobierno debe sumar, para fin de año, casi 6000 millones de reservas netas a
las arcas del Central. Massa obtuvo más dólares del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) y el Banco Mundial, y siguió día a día los resultados del
“dólar soja”. Se mostró conforme: “La primera semana fue buena”, resumió. Pero
aun con esos avances, la meta con el Fondo está en duda.
“La Argentina va a superar el eterno círculo vicioso de restricciones
alrededor del tema dólares en el momento en el que tengamos una construcción de
producto lo suficientemente voluminosa para que sus exportaciones sean garantía
del libre funcionamiento de los mercados de cambio”, definió Massa. “Nosotros
necesitamos un mercado interno fuerte, pero necesitamos crecer en inversión y
en exportaciones para que nuestro producto bruto no esté todo el tiempo
pendiente solamente de nuestra capacidad de consumo en el mercado interno, sino
que tenga nuevos mercados que le aumenten los niveles de consumo a la oferta
argentina”, agregó.
Tractores de crecimiento
Para sumar reservas y crecimiento, Massa ve cinco “tractores”: el campo,
el sector de gas y petróleo, la minería, la economía del conocimiento y el
turismo, al que además ve como un motor del mercado interno. Massa cree que,
más allá de las enormes dificultades actuales, la Argentina “tiene una enorme
oportunidad en el mediano y largo plazo”.
La energía ocupó un lugar alto en la agenda. Massa dijo en su paso por
Houston que la Argentina tiene que ser “un jugador central” en la agenda de
seguridad energética global, que cobró enorme relevancia por la guerra en
Ucrania. A las empresas les prometió “reglas claras”, y reactivó un andamiaje
de estímulos para permitirles disponer de más dólares para importar insumos y
girar utilidades –dos reclamos que escuchó en Washington y en Houston– a medida
que inviertan y produzcan más. El principio es que, cuánto más produzcan, más
dólares tendrán.
La preocupación inmediata es el próximo invierno. Massa dijo que tienen
la responsabilidad de alcanzar un mayor volumen de producción local para
“cuidar el bolsillo de la gente”, y además recortar la dependencia de los
barcos de GNL. Y lograr usar más energía hidroeléctrica en el invierno. El
gasoducto Néstor Kirchner es clave, indicó. Para el mediano plazo, la meta es
el autoabastecimiento energético y la exportación.
“La clave es aumentar la producción para terminar el proceso de
autoabastecimiento energético, pero también para empezar a aumentar el volumen
de exportación con contratos ininterrumpibles. Eso nos va a permitir mejorar
nuestra balanza comercial, aumentar la cantidad de empleo y aumentar el volumen
de inversión en el sector de gas y petróleo porque son sectores de inversión
intensiva”, indicó.
Ya más adelante, Massa busca un “salto exportador” que incluya plantas
de licuefacción y de hidrógeno, acompañado de una “estrategia de multiplicación
de inversiones en minerales críticos”, como el litio, que son cruciales para la
transición global a una economía verde hacia 2050.
“Es clave avanzar en el Congreso con tratamiento de política de Estado
con la búsqueda de consensos entre el Gobierno y la proposición tanto la ley
que regule los beneficios fiscales y la estabilidad jurídica y fiscal de las
plantas de GNL, porque la Argentina necesita terminar de dar el salto
exportador a partir de tener plantas de licuefacción, y las plantas de
hidrógeno, porque también el hidrógeno, ya sea el verde, el gris o el azul, nos
pueden permitir aumentar nuestra presencia como jugadores globales
energéticos”, dijo.
“Hay que poner en un mismo instrumento las plantas de GNL, el hidrógeno,
y los artículos vinculados a la “ley corta” que termine de consolidar un
proceso de estabilidad y disponibilidad de divisas en el sector gas y petróleo,
en el sector gas licuado, y en el sector hidrógeno”, indicó.ß
“Nosotros necesitamos un mercado interno fuerte, pero necesitamos crecer
en inversión en exportaciones”, señaló Massa a medios argentinos. |