Por Silvana Saldisuri - Cuando surgen muchos problemas
financieros aparece la pregunta del millón: cómo incorporar nuevos hábitos que
ayuden a mejorar la economía
personal a mediano y largo plazo.
El cuidado de la salud
financiera comienza por las cuestiones más básicas y cotidianas, continúa con
la gestión del día, el ahorro y se
completa con una adecuada planificación
económica para el futuro.
En ese camino, también es importante cuidar los gastos, así
como administrar los ingresos sin perder de vista los
imprevistos.
Los 7 claves para poner en orden las finanzas: qué nuevos hábitos
se pueden incorporar
Como primer paso, los expertos recomiendan hacer una
lista de las cosas que se deseen mejorar o
comenzar a incorporar a la vida financiera. Y luego ir adoptando los hábitos necesarios
para poder cumplir con esos objetivos.
1. Tener clara la situación financiera actual
Establecer objetivos financieros es importante, pero antes será
necesario saber dónde se está parado. Hacer un análisis de cómo
fueron las finanzas hasta esta parte del año permite entender qué tipo de
comportamiento se tuvo y a partir de ahí se puede idear un
plan para poner en practica en el futuro inmediato.
Habrá que revisar los ahorros y las deudas pendientes.
Si bien evaluar la situación puede resultar estresante, conocerla permitirá
establecer objetivos realistas.
2. Armar un presupuesto
"Un presupuesto es la principal herramienta para que las finanzas
personales tengan un orden. Si uno no sabe cuánto ingresa y cuánto gasta se
hace muy difícil poder llevar un control saludable, y entender por dónde se va
a el dinero”, sostuvo la fundadora de GT Educación Financiera y docente en
InvertirOnline, Gabriela Totaro, a Clarín.
Al principio, el armado del presupuesto debería ser diario, aconsejó
Totaro, para poder tomar rápidamente el control de las finanzas. Y repetirlo
durante 21 días, porque en ese lapso se irá convirtiendo en un hábito y luego
se podrá sostener en el tiempo.
Luego el presupuesto puede convertirse en mensual y, una vez que
sea dominado, se podrá comenzar a planificar en función de si las metas
son a corto, mediano o largo plazo.
¿Cómo
armar un presupuesto?
Confeccionar
una lista con el dinero neto del sueldo que ingresa al hogar después de haber
realizado todas las deducciones, como impuestos, obra social, etc..
.
Ganancias: registrar aparte los ingresos extra que no provengan sólo de la fuente
laboral.
.
Egresos: anotar todos los gastos. Es importante incluir desde el alquiler, los
servicios y el seguro del auto hasta las cuentas médicas, las compras de
farmacia, las de alimentos, etc.
Llevar un presupuesto requiere cierta constancia a la hora de anotar los
gastos, es la clave para que funcione.
3. Cuidado con los gastos hormiga
Son consumos de montos pequeños que al parecer no
repercuten en el presupuesto pero, en realidad, van sumando y tienen un alto
impacto en las finanzas personales o familiares. Se trata de compras frecuentes
de cosas que en realidad no son necesarias.
Es muy común que al pensar en sus gastos, la persona se enfoque en los
más significativos como la deuda de un auto o una casa, o en las compras
con la tarjeta. Pero son los pequeños gastos diarios los que podrían estar
drenando el bolsillo. No se suelen medir porque no se toma conciencia sobre su
impacto real.
Estos son algunos ejemplos de los gastos hormiga más comunes:
. El café que se compra al paso todos los días, que se puede
reemplazar por desayunar en el hogar antes de salir.
. Los antojos de golosinas.
. Comer fuera del hogar. En su lugar, se puede llevar hecho
el almuerzo al trabajo, o disminuir las salidas si es solo por distracción.
. Viajes en taxi. Evaluar si se puede optar por medios de
transporte alternativos más económicos.
. Delivery de comidas a través de aplicaciones. Para evitar
pagar el costo extra por el envío, hacer con tiempo el pedido e ir a retirarlo
personalmente.
. Cualquier compra por impulso. Pensar bien antes
si es necesario lo que se está por adquirir.
4. Liquidar las deudas
Hacer un plan para liberarse de las deudas ayudará
a reducir los riesgos financieros. Además, es el primer paso para no llegar a
fin de mes con las cuentas tan ajustadas. A continuación, algunas estrategias
para empezar a liquidarlas:
. Hacer un inventario de las deudas contraídas.
Tener un registro claro de a quién se le debe; cuánto se debe; a qué tasa de
interés efectiva y a qué plazo.
. Organizar las deudas por orden de dificultad.
Calcular los intereses en proporción al monto total de la cuota de cada una de
las deudas. Luego, organizarlas con el porcentaje mayor arriba e ir
descendiendo hasta el porcentaje menor. El objetivo es darle prioridad a las
deudas con mayor porcentaje de intereses.
. Usar el método de menor a mayor. Consiste en
organizar así las deudas y luego intentar pagarlas en ese orden. Es importante
respetar las cuotas de todas las deudas y hacer un plan de pagos
extraordinarios fijos. Cuando se pague una deuda, hay que sumar el monto fijo
que se había destinado para ella, más el monto de su cuota.
Como resultado, se obtendrá un monto mayor, el cual habrá que aplicarlo
a la próxima deuda de la lista. Y así sucesivamente.
. Consolidar las deudas. Si los ingresos no alcanzan para
pagar diversas deudas, lo mejor puede ser tomar un nuevo préstamo para cancelar
todo. Para empezar, habrá que sumar el total adeudado. Y solicitar un préstamo
en un banco por ese monto. Si este tipo de crédito se consigue con un interés
menor y un plazo conveniente, puede traer un gran alivio para la economía
doméstica.
5. Hacer un fondo de emergencia
Aplicados ya los consejos anteriores, se podrá empezar a trabajar para
evitar repetir errores del pasado. En ese sentido, una recomendación clave
es generar un fondo de emergencia. Lo primero será anotar los
gastos fijos imprescindibles, lo que además ayudará a prestar atención en qué
se está gastando dinero de más.
Un método que puede ayudar a generar un ahorro a largo plazo o para
poder disponer ante imprevistos es la conocida regla financiera del 50/30/20.
Básicamente, del 100% del ingreso mensual, habrá que apartar un 50% para necesidades básicas, un 20% para ahorro y un 30% para consumos de placer.
Esta fórmula hace que se tenga muy en cuenta el porcentaje de ahorro con
el que habría que cumplir cada mes. Lo ideal sería apartar esa cantidad de
dinero y hacer todo lo posible por no tocarla.
6. Ahorrar para la jubilación no es una opción, es una necesidad
Cuándo se es joven, la jubilación parece muy lejana,
sin embargo, si se quiere disfrutar de los últimos años de vida con el mejor
bienestar financiero posible, lo más inteligente es empezar cuanto antes
a preparar un complemento para la pensión de retiro.
La opción más conveniente es destinar automáticamente todos los meses
una cantidad en productos específicos para el ahorro previsión: desde planes de
pensiones, a otro tipo de productos financieros vinculados al seguro y
que pueden dar cierta rentabilidad para el dinero acumulado. Además, este
tipo de instrumentos suelen tener ventajas fiscales asociadas.
Otra opción podría ser destinar el 20% al ahorro, un 10% a un fondo para
la jubilación y elegir entre las opciones que ofrece el mercado para que ese
dinero se vaya valorizando.
El porcentaje de ahorro no se debería tocar, salvo que sea muy necesario
o que surja una emergencia, mientras la persona esté activa laboralmente. Ya
que la idea es que, cuando se retire, ese ahorro le permita mantener una calidad
de vida similar a la que llevaba mientras estaba activo laboralmente.
7. Invertir para generar ganancias extras
Tomar la decisión de invertir en la Bolsa de Valores puede
resultar intimidante para quien tiene poca o ninguna experiencia. Pero dejar que
el miedo impida hacerlo puede ser un gran error. Mucha gente asume que se debe
tener mucho dinero y conocimientopara hacerlo, pero nada más lejos que eso.
Basta con ser prudente e informarse sobre el tema para
poder aprovechar esa alternativa, con la que se pueden obtener ganancias e
impedir que el dinero ahorrado se desvalorice por la inflación.
Las diferentes metas darán lugar a distintas estrategias y horizontes de
tiempo. Por ejemplo, si el objetivo es ahorrar para el pago inicial de una
casa, probablemente requerirá mucho menos tiempo que si se lo hace para la
jubilación.
Tampoco es lo mismo querer saldar una deuda que tiene un plazo
determinado que proponerse llegar a fin de año habiéndole ganado a la
inflación.
Luego, y antes de decidir en dónde y con qué nivel de riesgo "poner
a trabajar" los ahorros, se deberá descubrir qué tipo de inversor es, es
decir, cuánto riesgo se puede y se está dispuesto a asumir. Hay tres
perfiles de inversor:
. Conservador: trata de preservar el capital y busca superar
la inflación. Es lo mínimo exigible en una inversión. Con este objetivo, el
riesgo que admite es muy bajo.
. Moderado: el objetivo es conseguir el equilibrio entre
estabilidad y crecimiento patrimonial, por lo que la exposición al riesgo
tolerada es intermedia.
. Agresivo: busca maximizar la rentabilidad por lo que su
exposición al riesgo es elevada. C |